miércoles, 31 de enero de 2007

DEFECTOS FATALES


Todos tenemos defectos, pero si son demasiado marcados se hacen insoportables. Los defectos fatales son rasgos sumamente peligrosos y destructivos en nuestra relación afectiva de pareja.

a) Adicciones: Al relacionarse con una persona que tiene una adicción, está jugando con fuego, y muy probablemente se quemará. Amar a una persona con una adicción es amar a alguien que no es libre, que no siente plenamente, que está inconsciente y prisionero. Se encontrará en un triángulo amoroso: usted, su pareja y la sustancia a la que ésta sea adicta.

b) La cólera: Una persona irritable, con poca tolerancia a la frustración, convierte la vida en un tormento para sí mismo y los demás. Se vive sumido en el temor, las discusiones y las críticas. Es como vivir con una bomba que nunca se sabe cuando va a explotar. La aflicción reprimida en la infancia surge en forma de cólera cuando somos adultos.

c) Conciencia de víctima: Es una actitud ante la vida de queja y pesadumbre. Disfrutan sufriendo y echándole la culpa a los demás. Por mucho que se les de nunca será suficiente y no se animarán por más que se les consuele. En vez de cambiar las cosas prefieren quejarse y no les resulta fácil ser responsables y autónomos, evitando tomar decisiones.


d) Afán de control: Se afana por controlarlo todo y tomar todas las decisiones por sí mismo. El dice lo que hay que hacer. Son dominantes y posesivos.

e) Disfunción sexual: Si su pareja es adicta a la pornografía, flirtea demasiado, no funciona sexualmente o no demuestra interés sexual, no pase por alto estos defectos fatales. No es divertido hablar de ellos o afrontarlos, pero evitar enfrentarlos es lo peor.

f) Inmadurez: Cuanto más se comporte su pareja como un niño, tanto peor será su vida y su relación. Si es irresponsable, si no cumple sus compromisos, si espera que alguien lo haga todo por ella, si no equilibra su presupuesto ni planifica, si no es capaz de conservar su trabajo, si es poco confiable es señal de inmadurez. No esperamos que un niño pequeño llegue a la hora en punto, cumpla sus promesas, recuerde las reglas o haga todo aquello que dijo que haría. Un padre paciente sabe que el niño está aprendiendo. Pero de una pareja adulta sí debería poder fiarse uno, y si no es así, se habrá enamorado usted de alguien que todavía no ha crecido.

g) Emocionalmente inalcanzable: Manténgase lejos de personas que no estén emocionalmente disponibles. Hay en el mundo muchas personas ávidas por amarle y recibir su amor a cambio. ¿Por qué elegir a alguien a quien resulta tan difícil abrirse, y pasarse el tiempo tratando de entreabrir el corazón de esa persona? Algunas personas no están dispuestas a tener una relación porque se sienten emocionalmente bloqueadas. Necesitan realizar una curación en serio antes de que sean capaces de dar y recibir amor. Si no puede mostrar emociones, o no puede o desea hablar de sentimientos, ni puede abrirse ni confiar en nadie, entonces usted está frente a alguien emocionalmente inalcanzable.

h) Su pareja no se ha recuperado de relaciones pasadas: Cuanto mayor sea la cólera y el resentimiento que abrigue en su corazón por lo ocurrido en el pasado, menos capaz será de amar en el presente. Puede que necesite tiempo y ayuda psicológica para evaluar lo ocurrido en el pasado, y para aceptar la responsabilidad por su participación en lo que ocurrió. Su pareja se siente todavía traumatizada por haberse visto herida en su relación anterior, o se siente culpable por su responsabilidad.

i) Daños emocionales sufridos en la infancia: Todos hemos sufrido daños emocionales en la infancia, pero las preguntas que hay que hacerse son: ¿Hasta qué punto fue grave el daño emocional sufrido por mi posible pareja cuando ésta era joven? ¿Es mi pareja consciente de ese daño emocional y de cómo afecta a su capacidad para funcionar en una relación? ¿Está mi pareja trabajando activamente para reparar ese daño emocional (mediante lecturas, alguna terapia, seminario, etc.)? Las respuestas a estas preguntas determinarán si su pareja será "fatal" o no.

También podría suceder que conozca a alguien que tuvo una infancia relativamente feliz, pero que fue completamente echada a perder por una madre complaciente y, que debido a la mala educación, es testarudo y obstinado, e incapaz de mantener una buena relación. No olvide evaluarse a sí mismo para comprender su propia personalidad. El daño emocional puede ser referido al maltrato y trauma sexual, maltrato físico o verbal, abandono de los padres por divorcio, muerte, adopción, suicidio, distancia emocional, desórdenes alimenticios, adicciones de los padres, fanatismo religioso, etc.

No solamente hay obstáculos en el mundo interior de la persona, sino también en el mundo exterior, que condenan al fracaso la relación. Factores tales como diferencias significativas de edad, origen religioso diferente, origen social, étnico o educativo diferente, parientes intoxicadores, ex esposa intoxicadora, hijastros intoxicadores, relaciones a larga distancia, etc.
Extraído del Libro: ¿Eres mi media naranja?

LOS GRANDES ERRORES QUE SE COMETEN AL INICIO DE UNA RELACION

1. No hacer preguntas suficientes: Nadie compraría un auto o una casa, ni siquiera un televisor sin hacer preguntas al vendedor. Sin embargo, muchos hacen menos preguntas cuando inician una relación, de las que hacen cuando compran un par de zapatos. Así se pasan por alto la oportunidad de descubrir cosas sobre nuestro amante potencial, que podrían ser cruciales para el éxito o el fracaso de nuestra relación. Se debería preguntar sobre el pasado familiar y la calidad de las relaciones familiares, relaciones amorosas pasadas y razones para las rupturas, lecciones aprendidas a partir de las experiencias de la vida, ética, valores y moral, actitudes sobre el amor, el compromiso y la comunicación, filosofía espiritual o religiosa, objetivos personales y profesionales.

2. No hacemos caso de las señales de advertencia de problemas potenciales: Observar algo en su pareja debería servirle como señal de precaución, y no pasarlo por alto quitándole importancia o buscarle excusas, racionalizando o negando la situación. No vemos lo que no deseamos ver; así nos preparamos para eventuales sentimientos de desilusión, traición y cólera. "No eras así cuando te conocí". "si hubiera sabido que tenías este problema, nunca me habría relacionado contigo". "Has cambiado. Antes eras diferente". Esas son las frases que terminamos por decir cuando, inevitablemente, nos vemos obligados a afrontar la verdad sobre nuestra pareja. Y aunque hay casos en que una persona es engañada deliberadamente por otra, la mayor parte de las veces no hacemos si no engañarnos a nosotros mismos.

Ejemplos de señales de advertencia.

a) Flirteos frecuentes; mira intensamente a las otras. Vigile un posible engaño. Nunca le hará sentirse segura.
b) No quiere revelar detalles de su pasado; le resulta difícil intimar, oculta rabia contra su familia que se proyectarán sobre usted.
c) Bebe alcohol y fuma; podría ser alcohólico o tener tabaquismo lo que implica mala salud.
d) Enojado con antiguos amantes; se siente víctima. ¡Usted será el siguiente!
e) Persona extremadamente atenta e intensa; le inunda de amor, regalos y afecto. Parece pensar en usted todo el día y quiere estar con usted a cada rato sin darle espacio. Puede ser muy posesiva y celosa. Se sentirá asfixiado.
f) Le gusta estar al mando. No demuestra temor o vulnerabilidad. Puede ser un dictador.
g) Problemas económicos. Puede ser poco trabajador y/o consumista empedernido.

3. Consentir permanentemente: Convenir en parte con lo que no se cree razonable, justo o verdadero a fin de llegar a un ajuste o concordia para evitar un mal. Cambio de valores, comportamientos y hábitos con la esperanza de que usted y su nueva pareja parezcan salir adelante de una forma más armoniosa. El peligro de la transigencia prematura es que se pierde el sentido propio en una fase temprana de la relación y se crea un falso sentido de armonía entre usted y su pareja. No se pueden afirmar las propias creencias y se corre el riesgo de que surja la tensión entre la pareja, o se puede transigir con sus creencias y valores para mantener la paz. Se abandonan los propios intereses o actividades, sobre todo si se sospecha que no son importantes para la nueva pareja, o que pueden interferir en el futuro común de ambos, o bien se deja uno arrastrar por intereses o actividades que realmente no le importan, a expensas de las propias, con el objeto de establecer un vínculo con la pareja. Dejar de pasar tiempo con los amigos, la familia y las personas queridas si su pareja no se siente cómoda con ellas y empieza a pasar tiempo con personas que no le importan con el único propósito de agradar a la pareja. Se transige para crear alguna clase de compatibilidad, puesto que la pareja es tan diferente a usted, que no le queda otra que eliminar cosas de sí mismo para que la relación dure. Y lo hace porque se desea desesperadamente ser amado, aceptado y conseguir que la relación funcione. Se intenta convertir en un clon de la pareja. Todas las relaciones contienen un cierto grado de transigencia, pero si se hace a partir de un deseo de evitar conflictos, se transige por razones equivocadas. Lo correcto sería entablar una relación sabiendo cuáles son los propios valores, intereses y lealtades; sentirse comprometido primero con uno mismo, luego con la pareja.

4. Nos dejamos llevar por la ciega lujuria: Se enamora uno de la pasión, y no necesariamente de la persona. Cuando se aprende a percibir a las personas con el corazón y no sólo a verlas con los ojos, atraerá a su vida a parejas mucho más compatibles. La atracción física puede interpretarse como amor, pero el entusiasmo del placer a primera vista, suele ir seguido por el ánimo bajo que produce la desilusión, cuando la relación no resulta como se esperaba. El encaprichamiento con la imagen, con el aspecto de la persona, su profesión, el dinero que tiene, el coche que conduce, su ropa, su casa, las cosas que hace en su vida, constituyen una relación de fantasía. De ese modo se ignora a la persona real.

5. Nos dejamos llevar por la seducción material: En nuestra sociedad, donde se enfatiza tanto la riqueza exterior antes que la interior, caemos a menudo presos de la seducción material al elegir parejas influenciándonos con el dinero, el estilo de vida, el aspecto, el poder, la carrera y la reputación. Muchas mujeres buscan relacionarse con hombres ricos y famosos que las hagan sentir valiosas, en lugar de encontrar los valores dentro de sí mismas. Y aunque hay hombres que intentarían casarse con una mujer por su dinero, a la mayoría de los hombres les importa mucho más el aspecto de una mujer que su dinero. Si al elegir una pareja se basa en lo que ésta puede ofrecerle materialmente, en lugar de basarse en lo que puede ofrecerle emocionalmente, terminará con establecer una relación equivocada. Lo mismo puede decirse de los hombres que se quejan de no poder encontrar a mujeres inteligentes y cariñosas y que, sin embargo, juzgan a las candidatas potenciales únicamente sobre la base de su atractivo físico.

6. Anteponemos el compromiso sentimental a la compatibilidad: Esto es enamorarse del amor; aceptar un compromiso emocional con una pareja, iniciando una relación mucho antes de conocerla bien, sin tomarse el tiempo necesario. Lo correcto sería entrar en una relación cuando se sienta lleno de cosas buenas en su vida, estando dispuesto a compartir con el otro algo de su propia abundancia. Su relación se enfoca sobre lo mucho que se tiene para dar, en lugar de hacerlo sobre lo que se puede recibir. No se da para recibir; tan sólo se da gratuitamente porque se tiene mucho. Es la plenitud lo que hace funcionar una relación, no la vaciedad. Se está dispuesto a aprender más sobre sí mismo al mirarse en el espejo de la persona amada.




Extraído del libro: ¿Eres mi media naranja?

MITOS DEL AMOR


Es importante saber cómo amar, pero también importa saber de quien enamorarse y a quien amar. ¿Cómo saber si alguien es correcto para usted y evitar aquellos que no encajan? Si se ama a la persona equivocada, amar en la forma correcta no sirve de nada.

Los mitos del amor son creencias falsas sobre el amor desarrolladas a partir del cine, la televisión, las novelas románticas y nuestra falta de educación sobre el tema del amor, que nos impide hacer elecciones inteligentes de pareja.

1. El verdadero amor puede con todo: Ningún problema, diferencia o defecto será insuperable si amamos bastante. Con amor la otra persona cambiará. Esto es un mito porque el amor no basta para que una relación funcione. Es preciso que haya compatibilidad y compromiso.

2. Si el amor es auténtico, lo sabrá en el mismo momento de conocer a la otra persona: El verdadero amor es como un relámpago, un flechazo y a primera vista. Golpea durante los primeros minutos de la relación. Esto es un mito porque se confunde la atracción con el amor. El verdadero amor necesita tiempo para desarrollarse. La profunda conexión emocional o química con otra persona no debe evitar examinar el resto de la relación, la amistad, la confianza, la seguridad, la mentalidad abierta, la consistencia y el verdadero cariño.

3. En el mundo sólo hay un auténtico amor correcto para usted: Para cada persona que hay en el mundo, existe una pareja ideal que tenemos que encontrar para ser felices. No nos servirá ninguna imitación. La relación sólo funciona cuando es perfecta, con ausencia de conflictos, diferencias y que no exista nada en la pareja que no le guste. Existe alguien perfecto esperándole y sólo él puede hacerle feliz. Esto es un mito porque puede experimentarse el verdadero amor con muchas parejas potenciales con quien usted podría ser feliz. El acto de amar es, en sí mismo, inherentemente tan disfrutable que, si se nos presenta la oportunidad encontramos formas de amar a personas a las que creíamos no poder amar. La fórmula para tener una relación sana y duradera consiste en encontrar a una pareja con la que sea compatible y a la que se pueda amar.

4. La pareja ideal llenará todos los aspectos de su vida: La pareja perfecta satisfará todas sus necesidades. También esto es un mito porque la pareja correcta, si bien satisfará muchas de sus necesidades, no podrá satisfacerlas todas. Hay algunas necesidades que sólo debería satisfacer la pareja, pero hay otras que pueden satisfacerse con la familia, los amigos, los conocidos o sólo por usted mismo. Hay que distinguir entre lo que le gustaría encontrar en una pareja y lo que realmente necesitaría de ella.

5. Si experimenta una plena compenetración sexual, debe tratarse de amor: Si existe una gran dosis de pasión física, eso supone que hay mucho amor para sentir de ese modo, incluso ya se podría empezar a hablar de matrimonio. Si se sienten sexualmente compatibles, el éxito de la relación está garantizado. Esto es un mito porque el buen sexo no implica que exista un verdadero amor y que se podrá tener una buena relación de pareja para siempre. Sólo significa que entre ambos hay una buena química sexual y que uno o los dos son amantes hábiles. Podría significar que se experimenta una fuerte atracción que puede ser la base de una relación plena y saludable, siempre que sean compatibles en otros aspectos de la relación total, al margen del acto sexual.

Digamos que se necesita que haya alguna química sexual entre usted y su pareja para distinguir una relación amorosa de lo que, de otro modo sería una simple amistad. La química sexual fluctuará de modo natural a lo largo de una relación. Es una especie de resonancia y sintonía. Usted y su pareja resuenan en la misma longitud de onda. Si ambas tienen la misma clase de emociones en su interior, las dos resonarán.

La atracción física es un elemento de una relación compatible, pero no será suficiente por sí sola para que usted y su pareja sean compatibles. Para que haya compatibilidad total también necesitará atracción mental, social, emocional y espiritual. De lo contrario su relación será un caso de ceguera frente al placer, basado puramente en su resonancia sexual. Por otro lado, no tomar en cuenta la falta de atracción sexual por la pareja puede destruir su relación.

La mayor parte de la programación emocional se produce cuando se es muy joven. A los 5 años de edad se recibe el 50% de la programación emocional, y a los 18 años el 95%. Se puede utilizar ese 5% restante para comprender y cambiar el otro 95%. Aún cuando el 5% de su mente consciente diga: "Deseo una pareja maravillosa, que me ame y me trate bien", el 95% restante de su mente, que es inconsciente, es la verdadera responsable de sus equivocadas preferencias amorosas. Una vez que comprenda por qué ha estado haciendo lo que ha hecho, tendrá libertad para cambiar permanentemente su comportamiento. Su programación emocional inconsciente es la responsable de buena parte del dolor que experimenta en su vida amorosa.

Si amor es igual a hogar, y hogar es igual a caos, soledad y temor, entonces amor es igual a caos, soledad y temor. Si su hogar fue inestable, es posible que busque parejas inestables que le ayuden a crear relaciones dramáticas y caóticas, que no le ofrezcan suficiente amor, afecto, atención, de modo que termine sintiéndose solo. Puede atraer a alguien que siempre le critica, le amenaza, le maltrata, de modo que siempre se sienta temeroso. Inconscientemente elige lo que le resulta familiar; de ese modo "está regresando a casa", a lo que psicológicamente conoce.

Comprometerse con alguien por razones equivocadas es una de las formas de crear relaciones poco satisfactorias, producir dolor y desilusión.

Las presiones sociales y personales son razones erróneas para entablar una relación. La actitud de que si se ha pasado cierta edad y no se ha comprometido no es normal, o por evitar la soledad, por satisfacer el apetito sexual, tener una distracción, por llenar un vacío emocional o espiritual, lo cual es incorrecto pues ninguna pareja puede llenar el vacío existencial, el cual sólo lo llena una fe trascendente en Dios, o por evitar crecer, tratando de que otras personas le cuiden y puedan depender de ellas sustituyendo a los padres, o por razones de evitar el sentimiento de culpabilidad, al tener que rechazar una relación o continuar con ella, por el sufrimiento que le causaría a la otra persona, no pensando que el mal será mayor para ambos al prolongar esa relación. Cuando se toma la decisión de estar con alguien debido a la presión que se siente tanto de uno mismo como de los demás, en lugar de porque esa persona parece la más correcta, se renuncia al propio poder y se asegura un final desgraciado para la historia de amor.
Extraído del libro:¿Eres mi media naranja?

Seis Cualidades de un Buen Carácter



Más que rasgos de personalidad, lo que se debería buscar y cultivar es un carácter. La clave para elegir a la persona correcta consiste en buscar una persona con buen carácter, y no simplemente con una buena personalidad. Inicialmente, la mayoría se siente atraída hacia una persona porque observamos algo en su personalidad: habilidad para hacernos reír, dulzura, interés por el deporte, etc. Aunque esos rasgos pueden ser satisfactorios, no son los que van a determinar que la relación funcione y nos haga felices. El carácter determina cómo se tratará una persona a sí misma, a usted y, algún día, a sus hijos. El carácter constituye el fundamento de una asociación saludable. Si piensa en una relación como si fuera una torta, la personalidad serían los adornos exteriores, mientras que el carácter sería la sustancia.

Seis cualidades de un buen carácter

1. Compromiso con el crecimiento personal: Esto significa que la persona se compromete a aprender todo lo que pueda acerca de cómo ser una mejor persona y un mejor cónyuge. Cuando se ama a alguien que otorga un alto valor a la realización personal, queda garantizado que su relación con esa persona será mucho más sencilla. Ya se trate de una pequeña discusión o de una gran crisis, el otro debería estar dispuesto para utilizar todo lo que pueda, dentro de la relación, para aprender más sobre cómo ser más cariñoso, comprensivo y asertivo. La relación entre ambos será una verdadera aventura hacia el crecimiento personal, en lugar de una lucha por el poder entre dos personas. Está dispuesto a recibir ayuda en forma de libros, conferencias, videos, asesoramiento profesional, etc. Muchas relaciones entran en crisis cuando uno de los dos miembros de la pareja reconoce la necesidad de mejorar y buscar ayuda y el otro se niega a participar en el proceso. Se trata de una persona consciente de sus limitaciones y puntos débiles y con esa cualidad de humildad y falta de orgullo ayudará a evitar que la relación de pareja se convierta en campo de batalla. Tiene el objetivo de perfeccionar su personalidad, y a lo largo del tiempo se ven cambios positivos y específicos en él.

2. Franqueza emocional: Una relación íntima no se basa en compartir una casa, sino en compartir los sentimientos. Esto significa que la persona tenga sentimientos, sepa lo que siente, elija compartir esos sentimientos con usted y sepa como expresar esos sentimientos ante usted. Otra forma de describir la franqueza emocional es ser capaz de demostrar el amor y el aprecio de una forma permanente. Las personas emocionalmente tacañas le obligan prácticamente a mendigar el amor, el cariño, el tiempo compartido y las expresiones de afecto. Luego esperaran que usted se sienta muy satisfecho con la pequeña migaja que le han ofrecido. La franqueza emocional permite el acceso al mundo interior y una actitud de confianza y sinceridad.

3. Integridad: La veracidad produce confianza y seguridad. Lo contrario, la mentira, produce desconfianza, inseguridad y temor. Los efectos de amar a alguien en quien no se confía son devastadores, tanto para el amor propio como para la relación amorosa. Se destruye la pasión y la intimidad. Considerar la falta de honradez como una estrategia para conseguir una ventaja revela un sistema de valores equivocados. Por lo tanto, una persona íntegra es honesta consigo misma, que no miente ni a los demás ni a sí mismo, mediante el autoengaño. Si duda de la integridad de su pareja le perderá el respeto, y le resultará difícil confiar en él. Una persona íntegra hace lo que es correcto.

4. Madurez y responsabilidad: Hay personas que no están preparadas para comprometerse en una relación. Es posible que sean encantadoras, e incluso puede que le quieran mucho. Pero si no ha alcanzado cierta madurez, usted se sentirá como si hubiera adoptado a un niño, en lugar de haber encontrado a un hombre o a una mujer. Si su pareja ha madurado suficientemente podrá mantenerse económicamente con holgura, sabrá como mantener relativamente limpio su espacio vital y sabrá cómo alimentarse. Es decir, será capaz de cuidar de sí mismo. La responsabilidad significa hacer lo que se dice que se va a hacer. Ser puntual, pagar las deudas, cumplir las promesas y los acuerdos. Es ser confiable y respetuoso. Es mucho más fácil hacer funcionar una relación amorosa cuando los dos miembros de la pareja son maduros y responsables. Busque la madurez en una persona observando el respeto que demuestre por sus sentimientos, sus límites, su tiempo, sus posesiones y las de los demás, sus empleados, su jefe, sus colaboradores, su familia, su persona y el medio ambiente.

5. Elevada autoestima: Uno de los mayores errores que cometemos al elegir pareja es enfocar la atención en lo mucho que nos ama la otra persona y en la forma en que nos trata, y no en como se trata a sí misma. Su pareja puede amarla en la medida en que se ame a sí misma. Las señales del amor propio es ver si la otra persona se siente satisfecha de si misma y se valora. La verdadera satisfacción da solidez y fuerza interior. Observar si la persona se respeta y se cuida a sí misma. Cuanto más se ame a sí mismo tanto más difícil le será maltratarse física o psicológicamente. Tampoco permitirá que otros le maltraten. Expresa la confianza en sí mismo mediante la acción en su propia vida. La alta autoestima nos inspira a correr riesgos, a perseguir nuestros sueños y tratar de llegar más allá de lo logrado. En contraste está el que muestra falta de resolución, la pareja de baja autoestima evita la acción porque le asusta la posibilidad de fracaso. Busque parejas capaces de hacer algo con sus objetivos en lugar de limitarse a hablar de ellos. Evite a las víctimas que permiten que otros le maltraten.

6. Actitud positiva hacia la vida: Hay dos clases de personas en el mundo: las que tienen una actitud positiva y las que tienen una actitud negativa. ¿A cuál de las dos elegiría? Descubra cuál es la visión del mundo de su pareja potencial. Las personas negativas enfocan siempre la atención sobre los problemas, y se le resisten las soluciones, siempre encuentran algo o alguien de quien quejarse, permiten que el temor domine su existencia, son cínicas y pesimistas sobre el futuro y no confían con facilidad en los demás. Las personas positivas enfocan siempre la atención en encontrar soluciones a los problemas que se plantean, transforman los obstáculos en oportunidades, y las adversidades en lecciones. confían en su habilidad para establecer una diferencia, creen que las cosas siempre pueden mejorar y utilizan la imaginación para cambiar la realidad. Las relaciones son mucho más fáciles cuando se está con una persona positiva. Los conflictos se afrontan con mayor rapidez; hay menos acusaciones y más cooperación. Y lo principal de todo, hay más amor.

La Elección del Cónyuge

"Acepte la joven como compañero de la vida tan solo a un hombre de rasgos de carácter puros y viriles, a uno que sea diligente, lleno de aspiraciones, honrado, que ame y tema a Dios. Busque el joven como compañera que esté siempre a su lado a una que sea capaz de cargar con su parte de las responsabilidades de la vida, cuya influencia lo ennoblezca y le comunique mayor refinamiento, y que lo haga feliz en su amor" (White).

¿Goza de buena salud? ¿Fueron sanos sus padres? Este es un factor muy importante. Un cónyuge que a menudo está enfermo, que se gana la vida con dificultad, que engendra hijos enfermizos, que no soporta los cuidados del hogar y de la crianza de los hijos, es una tremenda desventaja para el hogar. Una pareja puede encontrar gozo y felicidad en el hecho de estar vivos y de gozar de buena salud. En ese caso tendrán mucho a su favor, porque al tener una actitud mental positiva y entusiasta producida por la buena salud, disminuirán las probabilidades de fracaso.

El desorden psíquico neutraliza y elimina la más sensible de todas las capacidades del ser humano; su capacidad de amar. El amor sólo es posible en un ser psicológicamente ordenado. En el desorden psíquico el amor se transforma en pasión. La pasión es violenta, autodestructora, agresiva, irresponsable. En ella la vida pierde su permanencia, su serenidad, su productividad y su sentido.

Sugiero a los que planean casarse y a los que ya están casados, que hagan todo el esfuerzo necesario para disfrutar de buena salud mediante un estilo de vida saludable: descanso apropiado, ejercicio moderado, alimentación equilibrada, abstinencia de todo lo perjudicial como alcohol, tabaco, drogas y alimentos inadecuados.

¿Es verdaderamente inteligente? ¿Puede discutir sin sentirse abrumado o irritado por una opinión contraria? ¿Acepta que se le muestren sus errores? ¿Escucha amablemente los consejos? Si puede responder afirmativamente es señal de que conoce sus limitaciones y sabe aprovechar la experiencia ajena.

¿Controla sus estados anímicos? ¿Es equilibrado, o se deprime fácilmente, se exalta o es exagerado en sus reacciones? Este es un elemento importante para la armonía familiar.

¿Es fiel? Si en el noviazgo verifica que no es fiel, hay muchas posibilidades de que más tarde suceda lo mismo.

¿Es optimista? El gozo y el entusiasmo son necesarios para la vida en común. Las dificultades no faltarán y si no se posee esas cualidades, el desaliento se instalará en la relación.
¿Es responsable? ¿sabe colaborar y hacer frente a sus responsabilidades? Si siempre echa la culpa a los demás y se lleva mal con su prójimo, si no logra terminar lo que emprende, su trabajo o sus estudios, es señal que usted tendrá que soportar todo el peso de las responsabilidades en el hogar.

¿Sabe manejar el dinero? ¿Es trabajador o depende de otros para su subsistencia? No hay que dejarse deslumbrar por los regalos, pueden ser expresión de verdadera generosidad, pero puede ser prueba de descuido financiero. Hay que ver si comprende las implicancias de las cargas financieras del hogar y si está dispuesto a procurar el interés general antes que el personal.

¿Tiene intereses, gustos e ideales comunes? Nos referimos al trabajo, al arreglo del hogar y las recreaciones. Habrá que trabajar juntos y eso supone gustos semejantes o complementarios en muchos aspectos de la vida. Se requiere un esfuerzo de adaptación.

¿Se siente bien en su compañía? Si este no es el caso, no armonizan ustedes. Corre el riesgo de sufrir más tarde. Su elección no debe ser una actitud de rebeldía contra su medio familiar o social.

¿Depende de sus padres psicológicamente y sentimentalmente? Puede que su pareja se sienta ligado a los padres, por causa de una dependencia que no facilitará la unidad conyugal. Lo que piensan los padres se opondrá a menudo a lo que piensa Ud.

¿Pertenece al mismo medio social, cultural, racial o nacional? La identidad del medio social de la pareja es una de las condiciones fundamentales de la felicidad conyugal. En una unión entre individuos del mismo ambiente, los hábitos, los gustos, las necesidades comunes, todo ese complejo de elementos bio-psicológicos imponderables que constituyen lo que se llama generalmente las costumbres, contribuyen a aumentar la armonía. Puede haber excepciones, pero en términos generales el ambiente social y el factor racial pueden ser un factor de perturbación en cierto medio social.

¿Tienen los mismos conceptos filosóficos o religiosos? Nuestra vida está influida por estos conceptos, que constituyen la base de nuestro comportamiento. En el aspecto espiritual, no hay que considerar solamente la identidad de fe o doctrina, sino el deseo de realizar una experiencia espiritual auténtica.

¿Acepta usted todos sus defectos? ¿Son graves o poco importantes? ¿Son leves o exagerados? Podría pensarse que con amor lo transformará, pero desgraciadamente, todavía no se ha encontrado la varita mágica que permita tal resultado, y si más tarde usted le reprocha sus defectos, se arriesgará a oírle decir: "Yo era así antes; no te obligué a que te casaras conmigo".

Amar no es "borrarse", es comprometerse, ser responsable, tener una actitud de cuidado. Amar es dejar de decir "yo" y aprender a decir "nosotros". Amar de verdad significa decir: "no te pondré condiciones", "te respetaré como persona". Implica lealtad, valoración y reconocimiento de la individualidad del cónyuge. Un adagio chino dice: "no camines delante de mí, no puedo seguirte. No camines detrás, no puedo ser tu guía. Camina a mi lado y seré tu amigo".

Según el siquiatra español Enrique Rojas, padecemos una suerte de "analfabetismo sentimental" que nos incapacita para el uso adecuado de nuestras emociones. La educación se ha preocupado casi exclusivamente de lo intelectual y la razón abstracta, desdeñando lo concerniente a la vida afectiva. Por eso fracasan las parejas, debido a la ignorancia para entender las leyes que rigen los sentimientos, especialmente aquellas relacionadas con el trato interpersonal. El remedio sería cultivar el "amor inteligente" para lograr la convivencia armoniosa y alcanzar el mimetismo en el sentir y en el hacer de la pareja. Las normas de la felicidad conyugal serían: la necesidad de fomentar lo positivo, utilizar palabras amables, poner buena cara, tratar a la pareja de forma casi excepcional, ser diplomático con ella o con él, elogiar al cónyuge con alguna frecuencia en público, ser espontáneo, natural, desarrollar la ternura en el trato y mantener siempre viva la llama del amor.

Las emociones representan la dimensión más íntima de la persona y reflejan como el yo vivencia el mundo: tristeza, esperanza, angustia, amor… Para ganar el respeto de los demás y el tuyo propio, aprende a expresar tus sentimientos. Es tu responsabilidad hacer saber cómo te encuentras y lo que esperas de los otros. Recuerda que de lo contrario no podrán adivinar qué necesitas. Si los guardas para ti estarás en una prisión, protegido de los peligros del mundo, pero al mismo tiempo impedido para disfrutar de su belleza.

Los sentimientos no expresados se somatizan, es decir, encuentran salida en forma de dolores de cabeza, alergias, asma, problemas reumáticos, etc. Abrirles las puertas favorece tu relación con los demás y es esencial para tu salud. La desinhibición emocional no significa descontrol. Sería un signo de inmadurez permitir que los sentimientos dominaran tu vida. Una cosa es reconocer que tienes miedo, y otra que ese temor te paralice.

La vida matrimonial y familiar es una escuela, quizás la más importante, donde nos desarrollamos, crecemos, maduramos y realizamos el aprendizaje del arte de las relaciones humanas, el más preponderante de los cuales constituye el arte de amar. Aprenderlo, ejercitarlo día y noche, ponerlo siempre en práctica, manteniéndolo fresco y lozano; este es el secreto del éxito conyugal.

El amor maduro implica un compromiso. Jeffrey Adams y Warren Jones, U. de Tennessee, descubrieron que la idea de compromiso en el matrimonio puede ser usada para describir tres dimensiones básicas:

1. Un componente de atracción, que está basado en la dedicación personal, la devoción y el amor.
2. Un componente moral, que está basado en un sentido del deber, integridad religiosa o responsabilidad social.
3. Un componente de coacción que está basado en el miedo por las consecuencias sociales, financieras o legales si la relación termina.

El amor posmoderno sólo tiene el primer elemento, carece de los dos siguientes, por lo cual, deja muy menguado el compromiso.

Desde el punto de vista jurídico, el matrimonio es un contrato donde cada uno de los contrayentes realiza un juramento de fidelidad al otro. Desde el punto de vista religioso, el casamiento es una institución divina. "El vínculo de la familia es el más estrecho, el más tierno y sagrado de la tierra. Estaba destinado a ser una bendición para la humanidad. Y lo es siempre que el pacto matrimonial sea sellado con inteligencia, en el temor de Dios, y con la debida consideración de sus responsabilidades" (White, El ministerio de curación). El matrimonio es una forma de honrar al otro miembro de la pareja, día tras día, como una expresión de su compromiso.

El amor es un acto de perdón eterno, una mirada tierna que se convierte en hábito. Amor sin perdón no es amor. El perdón no nace de una actitud sentimental, ni siquiera de una convicción intelectual; el perdón nace del amor y éste del Espíritu Santo.

El amor verdadero no es flor de un día. El amor no cambia, no depende de los estados de ánimo ni de sentimientos momentáneos. El amor es perseverante. Si en medio de la adversidad persevera el corazón, esto es amor.

Una pareja fue en su viaje de bodas al Caribe. Allí vivieron días felices y se hicieron mutuas promesas de amor. Un día, mientras caminaban por la playa y escuchaban el ruido apacible de las olas sobre los arrecifes se encontraron con una botella que contenía un mensaje. Decidieron hacer lo mismo.

Tomaron una botella y pusieron dentro de ella una declaración de amor. En esas líneas se resumía todo su amor. Pusieron su nombre y dirección y arrojaron la botella al mar.

Pasaron 30 años y un marinero encontró la botella en la costa de los Estados Unidos. El hombre quedo impresionado por esas líneas que el tiempo había conservado como mudo testimonio de amor.

El hombre que encontró el mensaje decidió hacer algo más. Vio la dirección y como estaba en una ciudad cercana decidió viajar y llevar la botella; pensó que sería un grato recuerdo para los dos amantes que declararon así su amor al comienzo de su unión.

Cuando dio con la dirección se encontró con una mujer de unos 50 años. Al mencionarle el motivo de su visita, la mujer se sonrió sarcásticamente y dijo: "Guárdesela, no la quiero. Eso fue una ilusión. El y yo estamos divorciados desde hace más de 20 años".

Pero el amor no termina así. El amor perdura en el tiempo. El amor no cambia. ¡Qué hermoso habría sido entregar el mensaje a dos personas que aún continuasen amándose!

El Noviazgo


Una de las etapas más hermosas de la vida humana es el período cuando surge el amor con el sexo opuesto. Esta atracción sexual no tiene nada de incorrecto. Por el contrario, puede traer a la vida una experiencia enriquecedora y fructífera. Amar es siempre ennoblecedor, en todas sus formas.

Esta experiencia tendrá que enfrentar diversas dificultades. Nunca será el romance idealizado como muchos se imaginan. A veces la pareja de enamorados enfrenta dificultades que podrían resolverse con facilidad, pero los problemas se transforman en escollos que las actitudes egoístas engrandecen y tornan insuperables. Otras veces se trata de actitudes orgullosas en las que se sufre y se hace sufrir, por no dar el brazo a torcer. En ocasiones pueden ser los celos que ciegan la razón y que pueden terminar en una tragedia. Todo esto en una relación que debiera ofrecer los momentos más agradables y felices de la vida.

Para evitar las situaciones complicadas y los problemas más graves del período de enamoramiento y noviazgo, hay que tomar en cuenta algunos principios fundamentales.

En primer lugar hay que considerar la preparación necesaria. Cuando el enamoramiento se produce en forma demasiado precoz, corre el riesgo de tornarse más una ficción que una realidad. Muchas veces, inclusive, se ha dado el caso de matrimonios a edad temprana, cuando los novios, todavía adolescentes, no estaban en condiciones siquiera de entender la vida. Se necesita un criterio maduro, una manera de pensar noble, pureza de actitudes, gusto refinado y una natural disposición de resolver problemas en lugar de crearlos.

Otro aspecto es el carácter, que si está mal formado creará siempre situaciones negativas. El enamoramiento y el noviazgo constituyen básicamente una comunicación de personalidades, una expresión de simpatía y de cariño, una búsqueda de unidad por el amor, una entrega motivada por el afecto. Todo esto indica que un carácter bien formado es fundamental.

No es fácil encontrar personas con estas características. Sin embargo, todo joven debiera tomar conciencia de su importancia, y hacer el esfuerzo necesario para alcanzar un criterio maduro y un carácter bien formado. Durante este proceso serán de mucho valor los consejos de los padres, de los profesores, los orientadores, de los buenos libros y, especialmente, de las abundantes orientaciones que aparecen en la Biblia. Oír y leer con aceptación, incorporando a la vida práctica las buenas instrucciones, ayudará enormemente.

También se necesita el desarrollo de las facultades intelectuales, emocionales y volitivas. Todos tenemos estas capacidades que, debidamente ejercitadas, pueden alcanzar niveles de desarrollo elevadísimos. Desarrollar la inteligencia, dominar los afectos y fortalecer la voluntad, son aspectos importantes para ayudar a la persona a gobernarse a sí misma y a resolver los problemas que la vida le presenta.

La experiencia física del amor tiene su momento apropiado y sólo entonces contribuye a la edificación de la pareja. Sin llegar a la expresión del amor sexual del amor físico, hay otras formas correctas de manifestar cariño, como por ejemplo las caricias. El Dr. Pedro Tabuenca, solía orientar esta cuestión haciendo un dibujo. Diagramaba en el pizarrón un cuerpo humano con los brazos extendidos hacia fuera. Después trazaba un rectángulo con una línea superior que pasaba por el cuello y una inferior que pasaba por las rodillas, unidas por dos líneas laterales paralelas que descendían de los hombros. Entonces decía: "Pueden acariciar todo lo que queda fuera del rectángulo y no tendrán problemas".

Su idea era que este tema debía ser claramente conversado por la pareja, y una vez establecidos los límites, ninguno de los dos debía traspasarlos. Si esto ocurriera, el otro inmediatamente debería hacer recordar el acuerdo convenido. En esta materia debe ejercerse el mayor cuidado. La mayoría de los jóvenes, cuando inician su período de enamoramiento, lo hacen con las mejores intenciones y sin un propósito sexual. Pero después, la ilimitada expresión física del afecto, puede arrastrarlos a cometer lo que inicialmente nunca pretendieron. Con frecuencia se dice que si se ama a alguien, se le expresará en forma sexual. Pero la verdad es que si no se puede expresar el amor fuera de la relación sexual, no es verdadero amor. Así como las caricias muy íntimas, los besos demasiado apasionados tampoco contribuyen a mantener el autocontrol.

A veces se realiza lo que se llama el juego de "casi, casi", donde se permite todo menos la relación sexual misma. No se puede negar que la atracción física es un elemento normal; sin embargo, debe ser controlada, pues de lo contrario se irá avanzando siempre un poco más hasta llegar al acto sexual.

Con la pérdida de la virginidad, cuya sola expresión hoy parece pasada de moda, la pareja se incorpora en un tipo de experiencia que, cuando no ocurre en el matrimonio, es generalmente frustrante. Es que entrar y salir promiscuamente de camas, además de ser un riesgo para la salud, por las enfermedades de transmisión sexual, es muy poco romántico. El camino de las relaciones prematrimoniales libres, no produjo la satisfacción que sus promotores prometían. Bárbara Cartland dijo: "todavía quiero encontrar un hombre que no desee por esposa a una señorita bien diferente de aquellas con quienes él hace sus 'programas'. Y todavía estoy buscando a una mujer que no desee el amor de un hombre que la idolatre. Es una mujer idealizada la que cada hombre coloca en sus pensamientos secretos para adorar como esposa, como madre de sus hijos, y como faro e inspiración".

Es importante, entonces, reservar la expresión sexual del amor sólo para el matrimonio. Para esto debemos recordar que el sexo es una parte del amor. Es fundamental y hermoso a su debido tiempo, pero expresado prematuramente produce los efectos contrarios. Uno de los errores que deben ser evitados es la idea de que las experiencias sexuales antes del matrimonio ayudarán positivamente a la vida sexual matrimonial. El sexo no es una demostración de técnica sino una expresión de amor. Cuanto mayor sea la promiscuidad antes del casamiento, menor capacitadas estarán las personas para expresar el amor en el matrimonio. Si las relaciones sexuales no son la expresión de un impulso de toda la persona, y se limitan a ser la satisfacción de un impulso biológico, no pueden proporcionar la felicidad apetecida. Sólo la plena liberación del dominio de las pasiones interiores puede mantener a una persona completamente alejada de la práctica sexual hasta la llegada del matrimonio. Sólo quien ha tenido una profunda experiencia con Dios, y ha logrado la liberación interior de su espíritu por obra de ese amor con el ser Supremo, está en condiciones de controlar totalmente su vida. Este es un tipo de control que no resulta opresivo. Es el control de la persona libre. Esto impedirá que se confunda la pasión ciega, irracional y egoísta con el amor.

La persona que ejerce ese control sobre sí mismo no se dejará dominar por el sentimentalismo amoroso que generalmente se transforma en pasión. Por el contrario, habrá un verdadero predominio de lo espiritual sobre lo carnal.

El verdadero amor es siempre responsable. La mayor prueba del amor consistirá en evitar toda angustia a la persona amada. Las relaciones sexuales prematrimoniales acarrean una cantidad de situaciones difíciles, especialmente para la mujer. Si tiene un embarazo prematuro tendrá que enfrentar la desaprobación de su familia, los comentarios adversos de sus amistades, las dificultades económicas, la postergación de planes de realización personal o capacitación profesional, etc. Si el joven realmente ama a su novia, deberá estar dispuesto a protegerla de esta clase de sufrimiento. De lo contrario, su amor no pasa de ser una pasión. La pasión generalmente no se preocupa por evitar sufrimientos. Está impulsada por el ansia de poseer. Lo único que le interesa es la posesión del ser amado. Ese es un amor irresponsable y egoísta. Por lo tanto es despreciable.

El noviazgo es un período de la vida durante el cual cada uno de los novios revela, por lo menos en parte, lo que será su actitud posterior. Es cierto que resulta imposible vivir durante el período del noviazgo lo que será la vida diaria en el matrimonio. Con todo, hay una cantidad de elementos que es indispensable observar antes del casamiento, especialmente los que tienen que ver con el carácter de ambas personas. Enceguecerse a tal punto de no distinguir la pasión del verdadero amor, significa entrar en una aventura peligrosa que generalmente termina en tragedia.

Encarar el amor con responsabilidad implica tomar en consideración los principios religiosos de los dos miembros de la pareja. Ambos deberían tener los mismos principios y someterse a una misma concepción religiosa. De no ser así, la religión, en lugar de constituir un elemento de acercamiento y de unidad, será un elemento de conflicto. El verdadero amor no produce conflictos. Tampoco se coloca en situaciones en que las dificultades surjan espontáneamente. El noviazgo de personas libres es una hermosa experiencia de amor.

La diferencia de sexo no fue establecida para crear una separación o desigualdad entre el hombre y la mujer, sino para ser un elemento de unión y de multiplicación. De unión, porque el hombre debía cortar cualquier otro vínculo social para dar absoluta prioridad a la relación con su esposa, con quien ahora sería "una sola carne"; de multiplicación, porque en la unión matrimonial el hombre y la mujer forman el núcleo básico de la sociedad, y es en el seno del hogar donde se realiza la procreación.

Esta enseñanza de la igualdad de hombre y mujer en el matrimonio, está claramente expuesta en el relato bíblico. Eva fue creada de una costilla tomada del costado de Adán; este hecho significa que ella no debía dominarle como cabeza, ni tampoco debía ser humillada y hollada bajo sus plantas como un ser inferior, sino que más bien debía estar a su lado como su igual, para ser amada y protegida por él como la costilla está cerca y protege al corazón.

La igualdad no significa que el hombre y la mujer sean dos seres idénticos. Se trata de una igualdad de derechos, de relaciones y de posición delante de Dios y de la sociedad.

No siendo dos personas absolutamente uniformes, pueden sentir de manera distinta, pueden reaccionar de modos diversos, pueden inclusive tener puntos de vista que no coincidan en todos los aspectos. Esto no significa que tales diferencias conspiren contra la unidad. Por el contrario, esas diferencias deben servir para que los miembros de la pareja se complementen y logren una mayor eficiencia en la vida familiar, en la vida social y todos los aspectos de la vida cotidiana.

Es indispensable que en el matrimonio exista compañerismo, amor y comprensión, aunque no siempre uno entienda la forma de proceder del otro. La unidad del matrimonio se realiza más en el ámbito del temperamento, de la vida afectiva, de la vida espiritual, de los gustos, de las inclinaciones, de los propósitos y de la conducta moral que en el área de las reacciones síquicas o las captaciones mentales.

El matrimonio es un vínculo de amor, de simpatía y de cariño. Es una unión de propósitos, de intereses y de realizaciones. Es responsabilizarse por el otro, es hacerse cargo del otro. El hombre y la mujer no fueron unidos por Dios en el matrimonio para que, intelectualmente hablando, lleguen a las mismas conclusiones frente a las mismas cosas. Fueron unidos por Dios para que se amen.

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El Carácter

Carácter, en griego, significa marca o señal imborrable. La educación que recibimos y la vida misma, en su conjunto, deja en nosotros una huella particular. Quedamos marcados por nuestras respectivas experiencias. Nuestro carácter es como el tipo de rostro espiritual que nos hemos dado a nosotros mismos, consecuencia de las experiencias vividas y de la forma en que hemos enfrentado tales experiencias. En relación a nuestro carácter personal, cada uno de nosotros podría decir: “yo no soy solo mi organismo, ni la forma particular de mi rostro; es claro que sin un cuerpo no existo, pero lo que me caracteriza y distingue de otros seres humanos, no es sólo la forma corporal, sino también es mi mundo interior; yo soy lo que me preocupa, lo que me interesa, lo que me estimula, lo que recuerdo con afecto o con aversión, lo que me motiva; yo soy lo que intento realizar. “Dime lo que amas y te diré quién eres”. Somos lo que pensamos.

La gente y las cosas que amamos nos modelan y terminan formándonos. Como un arroyo adquiere las propiedades del suelo donde corre, los principios y hábitos de los jóvenes se tiñen, invariablemente, del carácter de las compañías que tratan. El amigo más fácilmente reconocible es un semejante con quien compartimos ideales, conceptos, planes y metas. Alguien que nos inspira a hacer lo mejor y alcanzar lo máximo que podemos, por las razones correctas. También necesitamos un modelo, alguien que personifique las metas; alguien que tenga metas comunes a las nuestras.

El carácter es una inclinación entusiasta y voluntaria, hacia metas que consideramos valiosas. La tarea fundamental para el educador, y para todo individuo preocupado de su educación o reeducación, es la formación del carácter; la formación de un carácter social y axiológicamente deseable. El carácter es el modo personal de enfrentarse a la vida, en relación a los valores. No es lo mismo, conocer algo que amarlo. El carácter es como estar enamorado por determinadas metas humanas. Es frecuente, por ejemplo, que por los establecimientos educacionales pasen legiones de jóvenes que aprenden muchos datos científicos, pero en la mayoría de los casos, no brota en ellos entusiasmo serio y persistente por la actividad científica.

A medida que maduramos, desarrollamos nuestros propios valores, los cuales están en la base del carácter. Cuando afirmamos que la conducta humana tiene sentido, expresamos la idea de que la acción humana, es el medio a través del cual un individuo intenta alcanzar un objetivo. Son las respuestas a las variadas situaciones con las que se va enfrentando, que tiene su propio significado e interpretación.

Hemos dicho que el amor es un principio de vida esencial, un punto de partida y razón necesaria y fundamental, que no puede ir en contra de los valores. Pero ¿qué es un valor? La palabra valor, significa no solo un producto valioso, sino también un proceso, el método por el cual llegamos a lo que valoramos. Los valores son propiedades, cualidades sui generis, que poseen ciertos objetos llamados bienes. No son cualidades sensibles a los sentidos, por lo tanto son subjetivas. Son una clase nueva de cualidad, según un criterio también nuevo de división. Como las cualidades no pueden existir por si mismas, los valores pertenecen a los objetos llamados “no independientes”, que no tienen sustantividad. El valor es una cualidad, un adjetivo, por lo tanto, son entes parasitarios, que no pueden vivir sin apoyarse en objetos reales y de frágil existencia. Los valores son meras “posibilidades”, es decir, no tienen existencia real, sino virtual. Se dice que los valores “no son”, sino que valen. En otro sentido, el valor es real, pues tiene existencia en el mundo real y no es una mera fantasía del sujeto.

Una característica fundamental de los valores es la polaridad. Los valores se presentan desdoblados en un valor positivo y el correspondiente valor negativo. Así, a la bondad se le opone la maldad; a lo bello lo feo, a lo justo lo injusto. Los valores están, además, ordenados jerárquicamente, esto es, hay valores inferiores y superiores. El sentido creador y ascendente de la vida se basa, fundamentalmente, en la afirmación del valor positivo frente al negativo, y del valor superior frente al inferior.

El valor superior se diferencia del inferior, por estar a favor y en armonía con las leyes que gobiernan el Universo, la naturaleza y la vida.

El hombre, individualmente como colectivamente, se apoya en una tabla de valores, que no son fijas, sino fluctuantes y no siempre coherentes; pero es indudable que el comportamiento frente al prójimo, los actos, las creaciones estéticas, etc., son juzgados y preferidos de acuerdo con una tabla de valores. Someter a un examen crítico esas tablas de valores, que oscuramente influyen en nuestra conducta y nuestras preferencias, es tarea irrenunciable de toda persona culta.

Cuando dos personas no están de acuerdo al valorar a otra persona como agradable o desagradable, y fracasan en el intento de convencerse mutuamente, la discusión termina, por lo general, con la afirmación de uno o de ambos interlocutores, de que a él o a ella le gusta o no le gusta, y nadie podrá convencerlo de lo contrario. Es una nota peculiar del valor su carácter íntimo e inmediato de la valoración. El agrado o desagrado de algo o alguien, es algo personal, íntimo, privado y con frecuencia inefable. No queremos renunciar a esa intimidad, pues de lo contrario, se nos escapa de las manos una nota esencial del goce estético. ¿Cómo podrán convencernos con silogismos, argumentos y citas eruditas, cuando nuestro goce es tan inmediato y directo que no admite posibilidades de equívoco? Pero los gustos se forman y se educan, como ocurre en el caso de las preferencias en la alimentación; si elegimos lo que es mejor y más saludable, el hábito lo volverá agradable. Tomemos como ejemplo el caso de Sansón; el texto bíblico señala: “Sansón bajó un día al pueblo de Timnat y se fijó en una mujer filistea, y cuando regresó a casa se lo contó a sus padres. Le dijo: Por favor, quiero que hagan todos los arreglos para casarme con una mujer filistea que vi en Timnat. Pero sus padres le dijeron: ¿Para qué tienes que ir a buscar esposa entre esos filisteos paganos? ¿Acaso ya no hay mujeres entre nuestros parientes, o entre todos los israelitas? Sansón respondió: Esa muchacha es la que me gusta, y es la que quiero que me consigan como esposa” (Jueces 14:1-3). “Agradó a mis ojos” fue la razón que dio Sansón. Sus ojos fueron el parámetro de su valoración de pareja y fue la causa de su caída, pues al final de sus días, sus enemigos, descubriendo el secreto de su poder, gracias a la confianza que Sansón depositó en una mujer que lo traicionó, la cual era su debilidad, lograron apresarlo al perder su fuerza extraordinaria y le sacaron sus ojos, paradójicamente, la causa de su desatino. Se dice de Sansón que fue un hombre de grandes músculos, pero de pequeños principios.

El libro de Proverbios abunda en citas al respecto: “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová esa será alabada”. “Los encantos son una mentira, la belleza no es más que ilusión, pero la mujer que honra al Señor, es digna de alabanza” (Proverbios 31:30).

“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. El corazón de su marido está en ella confiado, y no carecerá de ganancias” (Proverbios 31:10-11).

“Anillo de oro en hocico de cerdo, es la mujer bella de poco cerebro” (Proverbios 11:22).

Esto significa valorar una boca por ser bella, o por si realmente dice la verdad; es valorar unas manos por su suavidad o por su abnegación.

Si uno se refugia en el puerto acogedor de la subjetividad, y trata de mantener la cabeza serena, a pesar de que tiene agitado el corazón, descubrirá que tomará más conciencia de la realidad y sus decisiones serán más acertadas. La doctrina subjetiva y sensorial, no puede satisfacernos por completo. Si cada uno tiene su propio metro de valoración, ¿Con qué patrón decidiremos los conflictos axiológicos? La educación estética y moral sería imposible, la vida decente no tendría sentido, y el arrepentimiento del pecado sería absurdo.

Es cierto que la valoración es subjetiva, pero es indispensable distinguir la valoración del valor. El valor es anterior a la valoración. Si no hubiera valores ¿qué habríamos de valorar? Lo subjetivo es el proceso de captación del valor.

La verdad no se basa en la opinión de las personas, sino en la objetividad de los hechos; de allí que la verdad no pueda reforzarse ni aminorarse por el democrático procedimiento de los votos. El deber está por encima del agrado o desagrado, pues el deber es objetivo, es un hecho real, y descansa en un valor moral, en una ley natural y de la vida. Por eso es que lo importante no es hacer lo que agrada, sino que hallar agrado en lo que se debe hacer. El valor ético tiene una fuerza impositiva, que nos obliga a reconocerla, aún en contra de nuestros deseos, tendencias e intereses personales. Pero también están los valores sensoriales del agrado, los valores útiles, los valores vitales y los valores estéticos. En estos últimos, los criterios subjetivos y objetivos parecen en mayor equilibrio.
Captamos los valores por medio de las vivencias emocionales del percibir sentimental. A su vez, el orden jerárquico de los valores, se presenta en el “preferir” y “postergar”.

La verdad nos dice cómo es Dios, y si la fe es el deseo de conocer a Dios y desarrollar una relación con El, entonces la búsqueda de la verdad, significa descubrir cómo es El, e incorporar esos rasgos en nuestras vidas. Esto debe ocurrir de una manera organizada, incluyendo todas nuestras actividades, y no sólo las que son de índole espiritual. Mientras perseguimos la verdad y la aplicamos a nuestras vidas, deseamos ser más semejantes a Cristo, que dijo: “Yo soy la verdad que te hará libre”. De manera que, la verdad nos dice lo que Dios requiere de nosotros.

La excelencia moral y las buenas cualidades mentales, no son el resultado de la casualidad. La formación de un carácter noble, es la obra de toda una vida, y debe ser el resultado de un esfuerzo aplicado y perseverante.







El proceso de desarrollo de valores, comprende siete pasos indispensables:


1. Elegir libremente y sin ninguna cohersión
2. Seleccionar entre alternativas variadas reales
3. Elegir luego de haber considerado las consecuencias que tendrá cada una de las alternativas.
4. Atesorar y amar lo que elegimos
5. Estar dispuestos a reconocer públicamente lo que elegimos
6. Actuar de acuerdo con nuestra elección
7. Repetir la acción a fin de transformarla en un hábito y en parte de nuestro modelo de vida.

Si estos siete pasos no están presentes, podremos verbalizarlos y hasta movernos para actuar por ellos, pero no tendremos un compromiso firme y duradero, que nos haga aferrarnos a ellos, aunque los cielos se desplomen, es decir, no habrá valor para defender las convicciones y soportar las presiones e influencias contrarias, tales como el materialismo, el edonismo, la permisividad, el erotismo exacerbado, el consumismo, etc., dado al avance exponencial de la ciencia y la tecnología en desmedro del desarrollo del carácter y la moral. El mayor énfasis dado al nivel informativo sobre el formativo; el parecer, conocer, hacer y tener, por sobre el sentir, el valorar y el ser. Estos énfasis desmedidos han sumergido a las sociedades contemporáneas, en la llamada crisis de valores, dando como resultado un tipo de hombre relativamente bien informado, pero con escasa educación humana, muy entregado al pragmatismo, superficial, trivial, frívolo, escéptico, carente de un criterio sólido en su conducta, permisivo, que va sin sentido, a la deriva, sin ideas claras, indiferente, especializado, pero ignorante de la inmensa realidad que lo rodea, consumista, materialista, centrado en sí mismo, atemorizado por peligros reales e imaginarios, envilecido por el vicio, estados de ánimo cargados de tedio, sufrimiento y vacío interior, donde el descompromiso, la negligencia e inercia son la moda.

Quizás el ejemplo más patente lo tenemos en la vida conyugal. Para muchos el matrimonio es una empresa entre utópica e imposible. Porque sólo quien es libre, es capaz de comprometerse. Y el hombre post-moderno es cada vez más esclavo de sus pasiones, de sus gustos subjetivos. Prefiere una bulimia de sensaciones: probarlo todo, verlo todo, bajar al fondo de todo, pero no para conocer mejor los resortes personales y buscar una mejoría, sino para divertirse. Ya no hay inquietudes culturales ni grandes aspiraciones sociales. El compromiso es débil, pues en vez de arreglar los problemas se prefiere desechar la relación, como si fuera un artículo o un objeto de consumo desechable. Lo interesante es jugar, vivir sin objetivos nobles o humanista. Este es el drama de la permisividad: una existencia indiferente, sin aspiraciones, edificada de espaldas a cualquier compromiso trascendente. Lo único que importa es experimentar y sentir placeres; vegetar sin motivaciones ni intereses. La permisividad llega a ser una religión, cuyo credo es una curiosidad de sensaciones dispersas, un atreverse a llegar cada vez más lejos en la inmoralidad, y aceptar todo con indiferencia.

El ejemplo de las civilizaciones antiguas, el surgimiento y caída de los imperios como también la historia personal de los individuos, señalan la lección de que la decadencia se desencadena por una manifestación de fuerzas agresivas y perversas del ser humano e inmorales, como el odio, el egoísmo, el orgullo y la maldad que aplastan la razón y la ética. Seguir una vida demasiado antinatural y anormal, sin ética ni fe, impide ver la realidad y regenerarse. Entonces viene la destrucción de uno mismo y de unos a otros, hasta llegar al derrumbamiento total. De allí la importancia de vivir una vida auténtica, aprovechando los goces y satisfacciones sanos, predominando la razón, la responsabilidad, la inteligencia, la integridad, la aceptación y el respeto de sí mismo y el amor. Evitando así los placeres mal sanos y vicios, con todos sus perjuicios, los conflictos internos y sus consecuencias, los trastornos del carácter y de la personalidad. Todo esto permitirá que el amor se exprese con toda su fuerza en el carácter de la persona, y con toda su pureza.

martes, 30 de enero de 2007

Amor y autoestima


No es difícil ver la importancia de la autoestima, para triunfar en el terreno de las relaciones íntimas. No hay un obstáculo mayor en una relación romántica, que el miedo a no sentirse merecedor del amor y el pensar que estamos destinados a sufrir. Tales temores dan pie a profecías que se cumplen por sí mismas.

Si disfruto de un sentimiento fundamental de eficacia y valía, y me considero a mí mismo digno de ser querido, entonces tendré fundamento para apreciar y querer a los demás. La relación amorosa parece algo natural. Tengo algo para dar; no estoy atrapado en sentimientos de carencia; tengo un “excedente” emocional que puedo canalizar en el amor. Y la felicidad no me hace ansioso. La confianza en mi capacidad y en mi valía, y en tu habilidad para verla y apreciarla, también dará lugar a profecías que se cumplen por sí mismas.

Pero si me falta el respeto a mí mismo y no disfruto como soy, me queda muy poco para dar, excepto mis necesidades insatisfechas. En mi empobrecimiento emocional tiendo a ver a los demás esencialmente como fuentes de aprobación o desaprobación. No los aprecio por ser quienes son, como corresponde. Lo único que aprecio es lo que ellos pueden o no pueden hacer por mí. No busco a gente a quien pueda admirar y compartir la emoción y la aventura de la vida. Busco a gente que no me condene y, quizás, que se impresione por mi modo de ser, por la faz que presente exteriormente. Mi capacidad para amar quedará sin desarrollar. Esta es una de las razones por la que los intentos de relacionarse con los demás, a menudo, fracasan y no es debido a que la concepción de un amor apasionado o romántico sea intrínsecamente irracional, sino a que falta la autoestima necesaria para sobrellevarlo.

Si no me amo a mí mismo, seré incapaz de amar a los demás; si no me siento digno de ser amado, será difícil creer que alguien me ame. Si no me acepto a mí mismo, ¿cómo puedo aceptar que me amen? El concepto que tengo de mí mismo me confunde, desde el momento en que “sé” que no soy digno de ser amado. Lo que otra persona siente por uno no puede ser real o duradero. Si no me siento digno de ser amado, tu amor por mí representará el esfuerzo de llenar un colador y, finalmente, es probable que el esfuerzo te agote.

Incluso si conscientemente rechazo los sentimientos de ser indigno de tu amor, incluso si insisto en que soy “maravilloso”, el pobre concepto que tengo permanece profundamente dentro, socavando los intentos de relacionarme con los demás. Me convierto, inconscientemente, en un saboteador del amor.

Intento amar, pero no tengo los cimientos de una seguridad interna. En su lugar está el temor interior de que sólo estoy destinado al dolor. Por lo tanto, elegiré a alguien que inevitablemente me rechazará o me abandonará. O bien, si eligiera a alguien con quien la felicidad pudiera ser posible, sabotearé la relación por solicitar muestras de una seguridad excesiva, manifestando un sentido posesivo irracional, considerando una catástrofe las fricciones pequeñas, buscando el control a través de la subordinación y la dominación; encontrando maneras de rechazar a mi pareja, antes de que mi pareja me pueda rechazar a mí.

Desde el momento en que “sabemos” que estamos condenados, nos comportamos de una manera que hace que la realidad se amolde a nuestro “conocimiento”. Y sentimos ansiedad cuando hay una disonancia entre nuestro “conocimiento” y los hechos que percibimos. Dado que no se puede dudar o cuestionar nuestro “conocimiento”, son los hechos los que tienen que alterarse: de ahí el sabotaje a uno mismo.

Un hombre se enamora, la mujer experimenta un sentimiento análogo, y se casan. Pero nada de lo que ella hace es suficiente para que él se sienta enamorado; él es insaciable. No obstante, ella persevera. Cuando por fin se convence de que ella realmente le ama, el empieza a preguntarse si el nivel al que aspiraba no estaba demasiado bajo. Se pregunta si ella es suficientemente buena para él. Finalmente él la abandona y la historia se repite con otra mujer.

El de baja autoestima dice que él no se inscribiría en ningún club que le tuviera a él como miembro. Esta es la idea que transmite también a su vida amorosa. Si me amas, es obvio que no eres lo suficientemente bueno para mí. Sólo alguien que me rechace será objeto de mi devoción.

En la vida de muchas personas la tragedia es que, cuando se las deja elegir entre tener “razón” y la oportunidad de ser felices, invariablemente eligen el tener “razón”. Esta es la satisfacción definitiva para ellas.

Un hombre “sabe” que está predestinado a ser infeliz. Cree que no merece ser feliz. Piensa que su felicidad puede herir a sus padres. Pero, cuando encuentra una mujer a quien admirar y que le atrae y le responde, él es feliz. Por un momento, se olvida que una relación sentimental no es su “historia”, no es “lo que estaba escrito”. Lleno de gozo, se olvida temporalmente de que puede violentar algo el concepto que de sí mismo tiene, y que de ésta manera le puede alienar de la “realidad”. Finalmente, no obstante, la alegría desencadena ansiedad, como la que hubiera experimentado alguien que se sintiese en desacuerdo con la manera que en “realidad” son las cosas. Para reducir su ansiedad, debe reducir su alegría. Así, guiado inconscientemente por la lógica recóndita del concepto que tiene de sí mismo, empieza a destruir la relación.

De nuevo, observamos el modelo básico de la autodestrucción: Si “conozco” que estoy predestinado a la infelicidad, no debo permitir que la realidad me confunda con la felicidad. No debo ser yo el que me debo ajustar a la realidad, sino que la realidad debe ajustarse a mí y a mi “conocimiento” de cómo son las cosas y como deben ser.

No siempre es necesario destruir la relación enteramente. Puede que la relación continúe, a condición de que yo no sea feliz. Puedo comprometerme en un proyecto llamado luchando por ser feliz, o trabajando en nuestras relaciones personales. Puedo leer libros sobre el tema, participar en seminarios, ir a conferencias, o asistir a psicoterapias, cuyo objetivo sea la de ser feliz en el futuro. Pero no ahora; no en este momento. La posibilidad de la felicidad en el presente es horripilantemente inmediata.

El “temor a la felicidad” es muy común. La felicidad puede activar voces interiores que digan que uno no se merece lo que tiene, o que no le durará, o que estoy condenado a fracasar, o que la felicidad es sólo una ilusión. Lo que muchos de nosotros necesitamos, aunque pueda sonar paradójico, es el coraje para tolerar la felicidad sin sabotearnos a nosotros mismos, hasta el momento en que le perdamos el miedo y nos demos cuenta de que no nos destruirá (y que no necesita desaparecer). Intenta pasar cada día sin hacer algo que socave o sabotee sus buenos sentimientos, y si no lo consigues, no desesperes, vuelve a empezar y confía de nuevo en la felicidad. Tal perseverancia sirve para construir la autoestima.

Aparte de esto, necesitamos enfrentarnos a aquellas voces destructivas, no huir de ellas; emplearlas en un dialogo íntimo; desafiarlas, poniendo en duda sus razonamientos; pacientemente contestar y refutar su absurdo, tratar con ellas como si se tratara con gente real; y distinguirlas de la voz de nuestro yo adulto.



Autor: Nathaniel Branden - "Los 6 Pilares de la Autoestima"

Rubén Alvarez


www.Tu.tv

Video Rubén Alvarez

lunes, 29 de enero de 2007

Fotos de Arica



Edificio Ex-ferrocarril Arica-La Paz














Catedral San Marcos de Arica




Casa de la Cultura de Arica (Ex-aduana)