miércoles, 28 de mayo de 2008

TV Y VIDEOJUEGOS: LA TRAMPA DE LA ANSIEDAD

Los padres suelen usar el televisor y los videojuegos para que sus hijos se mantengan quietos, al menos por un rato. Pero el remedio puede ser peor que la enfermedad: la exposición a la pantalla activa a los niños y, muchas veces, los pone ansiosos.
Con la colaboración de la Dra. Isabel Margarita López S.
Departamento de Pediatría de la Clínica Las Condes

- Escena n°1: el niño corre por la pieza, se tira al suelo, salta sobre la cama.

- Escena n°2: el adulto le ofrece ver monitos o usar el videojuego para que se quede tranquilo un minuto.

- Escena n°3: el niño está quieto y concentrado frente a la pantalla.

- Escena n°4: es hora de irse a dormir, el aparato se apaga, pero el niño está más inquieto que al comienzo y no se puede dormir.

"Hay evidencia de un aumento agudo de indicadores de nivel de ansiedad en niños, medidos inmediatamente después de usar videojuegos. También se ha observado un incremento de la ansiedad en niños que son usuarios habituales de videojuegos y televisión y que luego son privados de ellos. Les sucede algo similar a lo que lo que ocurre con un fumador que está sin cigarrillos", dice Isabel Margarita López, neuróloga infantil de la Clínica Las Condes.

La ansiedad es una sensación de intranquilidad emocional que anticipa o intuye un posible peligro y que hay edades en que tiende a aumentar. "Los niños frecuentemente sienten temores y preocupaciones que son normales para su edad. Por ejemplo, los pequeños de entre dos y cuatro años les tienen miedo a los monstruos, la oscuridad o tienen temor de separarse de sus padres; en los niños en edad escolar aparece el temor a los accidentes, los asaltos, los robos o los desastres naturales, y en los adolescentes, el miedo se vincula a la aceptación social o el rendimiento académico", dice la doctora.

Sin embargo, hay que distinguir estos temores normales de la ansiedad, que afecta el funcionamiento del niño y que se traduce en síntomas físicos –cefalea o dolores abdominales– y conductuales, como irritabilidad excesiva, enojos o llantos inexplicados, alteraciones del sueño o, en algunos casos, ataques de pánico. Estos síntomas, en algunos casos, están relacionados con la exposición a programas de televisión o videojuegos, que generan cambios fisiológicos en los niños: los ponen en estado de hiperalerta, expectación y aumento de adrenalina.

El efecto empeora si el contenido que ven en pantalla es violento. "Hay que aprender a utilizar estos medios con mesura y criterio. El tiempo que pasan frente a una pantalla no es un tiempo que los niños usen en desarrollar la creatividad, el aprendizaje, la motricidad o la formación de vínculos. Por el contrario, están en una actitud mental pasiva y acrítica y en una actitud física que favorece el sedentarismo y la obesidad", dice la doctora.

Las recomendaciones: "Ojalá que los niños usen el televisor y los videojuegos en un contexto familiar. Nunca hay que ubicar estos aparatos en los dormitorios. Es necesario seleccionar los juegos y la programación en conjunto con ellos, limitar los tiempos de exposición a no más de dos horas diarias y usarlos en horarios alejados de la hora de dormir".

domingo, 11 de mayo de 2008

miércoles, 7 de mayo de 2008

CUATRO AMENAZAS POR VENCER



El infarto al corazón y al cerebro, la diabetes y el cáncer son las principales causas de enfermedad y muerte en adultos, y tienen en común un estilo de vida poco saludable.

Con la colaboración del Dr. Patricio Trincado M.
Unidad de Medicina Preventiva de la Clínica Las Condes


"Toda persona debería chequearse anualmente con un internista para prevenir", explica el doctor Patricio Trincado, jefe de Medicina Preventiva de la Clínica Las Condes.

Diabetes tipo 2

Es una enfermedad crónica causada por trastornos en la producción o en la acción de la insulina, una hormona secretada por el páncreas para distribuir la glucosa en las células y así mantener controlados los niveles de azúcar en la sangre. Si no se trata, puede producir diversas complicaciones en los riñones, los ojos, los nervios y la circulación.

A diferencia de la diabetes tipo 1, que se diagnostica generalmente en la infancia o en la juventud, la diabetes tipo 2 se presenta en la edad adulta y es la última fase de una situación que puede haber comenzado muchos años antes. En la mayoría de los casos comienza con la resistencia a la insulina (trastornos en la acción de la hormona); luego se produce intolerancia a la glucosa (la elevación del azúcar en la sangre por sobre lo normal después de comer), y termina en diabetes.

Prevención: Es recomendable que las personas con antecedentes familiares de diabetes mantengan un índice de masa corporal (IMC = peso dividido por altura al cuadrado) menor a 25, pues la genética y el sobrepeso son dos factores de riesgo para contraer esta enfermedad.

Se aconseja, además, que todos los mayores de 40 años se midan anualmente la glicemia y la insulina, con una muestra de sangre solicitada por el internista, quien establece una relación matemática entre ambos registros para evaluar la condición del individuo y comenzar un tratamiento, si es necesario.

Infarto cardiaco

El infarto cardiaco es la última etapa de la llamada enfermedad coronaria, y consiste en una obstrucción dentro de las arterias que irrigan el corazón. Es provocada por un ateroma o placa de colesterol. Dicha placa crece con el tiempo, con lo que el flujo de sangre va disminuyendo hasta que se bloquea. Con ello, la zona cardiaca afectada –que depende de la arteria obstruida– muere por falta de oxígeno.

Los pacientes con enfermedad coronaria se dividen en dos grandes grupos: el primero, lo integran quienes presentan angina de pecho estable, un dolor caracterizado por una sensación de opresión en el pecho, irradiada hacia la mandíbula, los hombros y, a veces, al brazo y la mano del lado izquierdo. "Este dolor se llama angina típica y se produce especialmente durante el ejercicio", explica el doctor Trincado. El otro grupo está formado por pacientes que presentan el síndrome coronario agudo (un dolor llamado "angina inestable", no habitual y no relacionado con el ejercicio) o el infarto propiamente tal (que comienza como una angina pero progresa hasta llegar, eventualmente, hasta la muerte).

"El infarto también puede debutar como muerte súbita o ser completamente asintomático y detectarse sólo después de exámenes preventivos", indica el doctor Patricio Trincado.

Los factores de riesgo de la enfermedad coronaria son los siguientes: tabaquismo, hipertensión arterial, diabetes mellitus, exceso de colesterol, obesidad y factores hereditarios.

Prevención: Además de llevar una dieta baja en grasas y de practicar ejercicio, a partir de los 40 años todas las personas deben consultar al médico, quien, después de una entrevista y un examen físico, puede solicitar un electrocardiograma de reposo, un test de esfuerzo y un examen de sangre para medir el perfil bioquímico y el perfil lipídico. Con dichos análisis, se evalúa el riesgo global de infarto cardiaco y recomienda medidas específicas para cada persona.

Infarto cerebral

En forma similar al infarto cardiaco, el infarto cerebral se origina cuando se interrumpe el flujo de la sangre en las arterias que van hacia el cerebro. Hay microinfartos asintomáticos, que ocurren cuando se obstruye alguna de las arterias pequeñas que van hacia el cerebro –lo que puede suceder habitualmente sobre los 60 ó 65 años de edad– y que pueden manifestarse con síntomas como vértigo o alteraciones de la visión.

Provocan la muerte progresiva de las neuronas, lo que con el tiempo disminuye las capacidades intelectuales (orientación, memoria, etc.) hasta llegar a la demencia senil. También existen los infartos cerebrales masivos que se originan cuando se obstruye una arteria cerebral mayor. Ellos pueden causar parálisis o la muerte.

Prevención: Dado que el infarto cerebral tiene la misma génesis que el infarto cardiaco, se deben tomar las mismas medidas de prevención.

Cáncer

Es un crecimiento anormal e ilimitado de células, con la consiguiente destrucción de los tejidos. Está determinado por una multiplicidad de factores genéticos, inmunitarios y ambientales (contaminación, estrés y depresión, entre otros), que interactúan de distinta forma según la persona.

Prevención: La medida más importante es evitar el tabaquismo, la mala alimentación, el sedentarismo y el estrés, que dañan los mecanismos protectores del organismo.

Actualmente, la mayoría de los cánceres es curable si se detecta y extirpa precozmente. Se aconsejan los siguientes chequeos para prevenir distintos tipos de cáncer:

- Cáncer de vesícula: ecografía abdominal anual (desde los 40 años).

- Cáncer gástrico: endoscopia con test de ureasa (desde los 40 años en forma anual o cada dos años, según los hallazgos de los exámenes).

- Cáncer de colon: examen anual de deposiciones para detectar sangre oculta (a partir de los 40 años).
Examen del interior del colon y el recto con un colonoscopio, un tubo delgado iluminado que se inserta en el recto (a partir de los 50 años o antes cuando hay sangre en deposiciones). Si dicho examen es normal, se repite cada cinco años.

- Cáncer de mama: mamografía y ecografía mamaria anual (desde los 40 años).

- Cáncer cervicouterino: Papanicolaou anual desde que se inicia la actividad sexual. Vacunación contra el virus papiloma a partir de los 10 años.

- Cáncer de ovario: ecografía transvaginal anual desde el inicio de la actividad sexual. Si hay antecedentes familiares de cáncer ovárico, exámenes de sangre para evaluar marcadores tumorales.

- Cáncer de próstata: consulta urológica (10 a 15% de los cánceres prostáticos sólo se detectan con la palpación) y examen anual de sangre para detectar antígeno prostático específico (a partir de los 40 años).

- Cáncer testicular: desde la adolescencia, autopalpación una vez al mes bajo la ducha tibia. Si se pesquisa un bulto duro en el escroto, se debe consultar de inmediato. El diagnóstico se confirma con una ecografía testicular.

- Cáncer de piel: consulta cada tres años al dermatólogo para evaluar el estado de la piel. En niños, antes de los 5 años se evalúa el tipo de piel y la frecuencia del seguimiento.

- Cáncer de tiroides: especialmente en los adultos con antecedentes familiares de cáncer de tiroides, control con endocrinólogo y eventual ecografía de tiroides de acuerdo al examen realizado por el especialista.

- Cáncer pulmonar: para no fumadores, radiografía de tórax cada 5 años. Para fumadores: control con médico broncopulmonar, quien determinará la necesidad de realizar un escáner de tórax.

Artículo publicado en la revista Vivir Más en abril de 2008