domingo, 29 de noviembre de 2009

lunes, 23 de noviembre de 2009

¿QUIERES GANAR DINERO? APRENDE A CONTROLAR TUS EMOCIONES


No por correr más se llega antes, ni por saber más se es mejor en los negocios. Aprende a controlar tus emociones y a sacar todo el rendimiento a tus capacidades en el mundo empresarial.

Muchas veces se habla de que los grandes empresarios no se hacen sino que nacen. En las finanzas y los negocios la inteligencia no es tan importante como la intuición y saber controlar las emociones, es decir, la gente con un alto coeficiente intelectual comete tantos errores como cualquier otra persona, a la hora de manejar su dinero.

Para saber aprovechar de verdad tus cualidades en favor de tu economía en eleconomista.com.mx hemos leido unas pautas para ganar dinero gracias a aprovechar tus cualidades.

1. Nunca hay que darse por vencidos. En muchos casos la primera idea no siempre es la buena. Tropezar enseña mucho y debes sacar conclusiones de los proyectos fracasados.


2. Ponte tus propias reglas y fija tus fines.
En muchas ocasiones la gente que logra amasar un patrimonio considerable, no fue la más brillante o sobresaliente en la escuela. Son personas creativas, intuitivas, pero sobre todo muy inquietas. Pero siempre debes tener un fin en mente. Saber muy bien de dónde vienen, pero sobre todo hacia dónde quieren ir.


3. Trabaja en equipo.
Las personas verdaderamente exitosas son las que trabajan con los demás y saben rodearse de gente que complementa sus cualidades y capacidades.


4. Convierte el riesgo en una oportunidad.
Conoce el riesgo y manejalo en tu favor. Normalmente las personas con un alto coeficiente intelectual suelen huir de los riesgos, esa es una oportunidad a tener en cuenta.

5. Gana tres y gasta una. Se modesto y piensa en generar un patrimonio no en crear un nivel de vida. Debes de ser modesto, saber que el éxito es producto de tu talento y debes usar los talentos de otros en labores que beneficien al grupo.

A diferencia de lo que muchos de nosotros podemos pensar, estudios a nivel internacional han demostrado que nuestro nivel de inteligencia, entendiéndose como IQ (coeficiente intelectual), tiene muy poco que ver con la cantidad de nuestro patrimonio. Ellos, como nosotros, comenten demasiados errores financieros.
Por el contrario, los que tienen una inteligencia emocional desarrollada son los que mayor éxito tienen en la construcción de su patrimonio.

Pero, ¿qué actitudes toman las personas con IQ elevado que, a pesar de que su potencial usualmente les permite generar mayores ingresos, no logran consolidarlos en un patrimonio sólido?

A continuación exploraremos algunas características importantes de esas personas:

Presumidos
1. Suelen ser demasiado presuntuosos. Su inteligencia les hace pensar que están en un nivel por encima de todos los demás, lo cual a su vez les hace buscar sentirse superiores. Esto lo pueden canalizar de diferente manera.
Algunos de ellos suelen, entonces, consumir bienes enfocados a lucir un determinado estilo de vida: los que son así acumulan bienes, no activos, no inversiones.
No buscan ser más, sino tener más, que las cosas que tienen estén a la altura de lo que ellos piensan que son.

Cerrados
2. Piensan que a ellos se les ocurrirá esa gran idea de negocios. Creen que su inteligencia les permitirá generar una idea de negocios que cambiará de manera significativa el mercado y los hará ricos.
Sin embargo, en realidad se pasan la vida pensando en que eventualmente esa idea les vendrá. No exploran posibilidades: no crean, no buscan, no intentan.

Acotados
3. Su inteligencia no les permite explotar todo su potencial. Cuando uno tiene un intelecto demasiado desarrollado, en ocasiones piensa que esa capacidad es suficiente para lograr las cosas. Pero la verdad es que en el mundo muchas habilidades, no sólo la intelectual, son las que se combinan para alcanzar el verdadero éxito.

Cautelosos
4. Son demasiado conservadores. No toman riesgos, dado que se pasan la vida analizando todas las posibilidades.
Como en materia de inversiones hay demasiados imponderables, entonces tratan de protegerse demasiado. Huyen a los riesgos, en lugar de conocerlos y manejarlos en su favor. En materia de seguros, hay quienes se protegen demasiado o hay quienes no compran ningún seguro, ya que piensan que “a ellos” no les pasará nada o que podrán salir adelante con su capacidad intelectual.

Sectarios
5. No trabajan en equipo. Son los típicos en la escuela que, cuando había un trabajo en equipo, se abalanzaban a hacerlo todo ellos sin dar espacio a los demás.
Trabajaban solos, como burros, para presentar un trabajo “en equipo”.
De alguna forma menospreciaban a los demás miembros del equipo, por no ser tan inteligentes. Es decir, sólo ellos tenían la capacidad de hacer las cosas de una forma superior.
Desde luego todos los demás se beneficiaban de su trabajo, sin haber hecho nada.
Esto, en la vida real pasa, y mucho.

Indefinidos
6. No tienen un fin en mente ni trabajan hacia él. Las personas con una capacidad intelectual sobresaliente, piensan que las cosas saldrán “solas”, como producto de su capacidad. Pierden entonces de vista el fin, el objetivo primordial, ya que tratan de abarcar demasiadas cosas a la vez y en lugar de simplificar su punto de vista sobre la vida, lo complican, le añaden demasiadas aristas que son imposibles de manejar, para el ser humano exitosamente al mismo tiempo.

Soberbios
7. No son humildes. Aunque reconocen sus errores, piensan que automáticamente lo harán mejor la próxima vez. Suelen culpar a una “variable” que no está bajo su control.
Esto hace que no aprendan realmente de sus errores, ya que no dejan que éstos “templen” su carácter.

Quiero terminar mencionando que esto se trata de una generalidad, no de todas las personas con inteligencia superior.

Muchos de ellos logran cosas extraordinarias y no están enteramente en esta situación.

De hecho, cuando el alto IQ se combina con una alta inteligencia emocional, los resultados suelen ser en verdad, extraordinarios.

domingo, 22 de noviembre de 2009

MONUMENTO AL AMOR


No hay lenguaje más hermoso que el del amor. El poder del dinero, del conocimiento, o cualquier otro recurso material o espiritual, son insignificantes en comparación con la fuerza del amor.

El Taj Mahal, que resplandece junto al río Jumna, en la llanura de Agra, India, es la pieza arquitectónica más celebrada del mundo. Esta magnífica obra de arte surgió como resultado de una relación nada común, entre un antiguo emperador, llamado Shah Jahan, y su amada esposa, Muntaz Mahal. En una época en que los casamientos reales eran casi siempre realizados por interés, estas dos personas unieron sus vidas por amor.

Fue en ocasión de una fiesta real que Jahan se enamoró de Muntaz. Pidió su mano en matrimonio y fue aceptado. Una vez que se casaron, se volvieron inseparables. Los poetas de la corte escribieron que la belleza de Muntaz hacía que la luna se escondiera avergonzada. Pero Jahan apreciaba a su amada por mucho más que su belleza física. La joven era tan inteligente que pronto se convirtió en su más apreciada consejera. También era generosa y compasiva.

Corría el año 1631. Movida por el afecto, la reina insistió en acompañar al Shah a una campaña militar contra fuerzas rebeldes en el sur de la India, a pesar de que ella se encontraba encinta. Fue durante esa campaña que aconteció la tragedia. Después de dar a luz a su decimocuarto hijo, Muntaz falleció. El Shah Jahan se sintió devastado. Su compañera inseparable durante 19 años, había fallecido. Se encerró en su cámara y se negó a comer. Durante ocho largos días permaneció en cama, gimiendo de angustia. Cuando por fin se levantó, era un hombre envejecido.

El amor de su vida había desaparecido. Ese amor que parecía eterno, le había sido arrebatado. Pero el gobernante halló una forma de inmortalizarlo. Decidió erigir un mausoleo para su esposa, que fuera tan hermoso como su amor. Bajo su dirección, un concilio de arquitectos de la India y de Persia, y más de 20.000 operarios, se dedicaron a la planificación y construcción de este palacio que demoró 22 años en completarse.

Así fue como Jahan construyó el Taj Mahal, monumento exquisito para guardar los restos de su esposa. La unión perfecta que había existido entre ambos había sido destruida, pero Shah Jahan se aseguró que en los siglos venideros fuese recordada por medio de esa bellísima estructura.

Todos podemos construir un palacio movidos por el amor. Como seres humanos, hemos sido creados para amar y ser amados. En este mundo que se caracteriza por relaciones estropeadas, podemos echar mano de componentes irreemplazables para edificar un hogar y una vida que sean monumentos al amor verdadero.

El amor se manifiesta en formas muy diversas. Así como un rayo de luz se fragmenta y proyecta en variados colores al pasar a través de un prisma, de igual modo cuando el amor se introduce en la vida, se manifiesta de muchas maneras.

En el llamado Salmo del amor, San Pablo describe este don del siguiente modo: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser” (1 Corintios 13: 4-8).

“El amor no busca lo suyo”. La tendencia natural del ser humano es satisfacer primero el yo, luego el yo, y siempre el yo. Pero impulsado por el amor, se produce un cambio fundamental. Se ama a los demás como a uno mismo. Como dijera Douglas Cooper: “Amar es usar el poder de elegir dado por Dios, para decir o hacer lo que es para el mayor provecho, y para el mayor bienestar de otra persona”. ¿Y quién podría ilustrar mejor esta virtud que una madre? Cuando las Sagradas Escrituras procuran dar una idea aproximada del amor de Dios, lo compara con el amor de la madre. Sólo este amor nos da una vislumbre de la misericordia con que nos ama nuestro Padre celestial. Es un amor que nunca muere, libre de egoísmo, que lo da todo sin pedir nada. Aunque el hijo sea indigno de su cariño, la madre lo seguirá amando.

El amor verdadero siente más la necesidad de dar que de recibir. El lenguaje de amor es muy hermoso. Cuando el amor ilumina el corazón, la vida se torna fecunda y abnegada. Entonces se producen genuinos milagros. Pero por encima del amor humano, existe un amor tanto más sublime como dista el cielo de la tierra, un amor que alcanza una dimensión cósmica. Disfrutar de ese amor es la mayor aventura y bendición.

Dr. Milton Peverini García

viernes, 20 de noviembre de 2009

DEL ABISMO A LA GLORIA


Multitudes de personas se sienten atraídas por los abismos insondables que existen en las entrañas de la tierra o en las profundidades del mar. En las cavidades de la tierra predomina una oscuridad aterradora. El aislamiento es aún más aplastante en lo que es la cueva más honda del planeta, con 1.225 metros de profundidad, en Francia, bajo los Alpes europeos. Y que decir de las profundidades del mar de 10.916 metros, cerca de la isla de Guam. El mensaje más impactante del abismo del océano, es el silencio, la total oscuridad y la absoluta falta de vida que reinan en el fondo del mar. ¿Pero cuál es el estridente mensaje que pregona el vasto e impresionante abismo de nuestro mundo moral y espiritual?

Iniciamos el recorrido hacia la altura, hacia el bienestar de la familia y de nuestra humanidad, reconociendo honestamente que este mundo se halla sumido en un terrible y profundo abismo. Se encuentra abrumado por una oscuridad aún más densa que la que existe en el fondo del mar o en las entrañas de la tierra.

El crimen y el odio se han desatado sobre la faz del planeta. Las pequeñas y grandes ciudades están gobernadas por las fuerzas de las tinieblas. El comercio de las drogas y el desquicio de los hogares son una de las pruebas más evidentes de que nuestra sociedad se ha desbarrancado a un desastre moral. Y lo que es peor, al ser humano le ha faltado la capacidad o la voluntad de impedir esta caída.

La desesperanza ahoga las ganas de vivir de muchísimas personas. Se considera que desde el punto de vista espiritual, emocional, físico y médico, la dolencia del SIDA es una de las más mortales que jamás haya afectado a la raza humana.

¿A dónde vamos? Por motivos muy diferentes, multitudes de familias sienten que han caído en “un pozo”. Sus miembros no se entienden entre sí. La vida para ellos es sombría. Entre tanto, con independencia de lo que ocurre en el mundo o en el hogar, muchas personas miran hacia su interior, y se asustan. Se sienten como al borde de un abismo cargado de resentimientos y temores.

Ante todo esto, da gozo saber que para el Todopoderoso no hay hondura que él no pueda alcanzar con su mano amante. Por más profunda y dolorosa que haya sido nuestra caída y necesidad, Él tiene un plan infalible para sacarnos del abismo y conducirnos a su gloria; a la gloria de la felicidad de la vida abundante y eterna.

Estimado lector y apreciada lectora, con todo afecto le invito a recorrer el camino de la vida, tomado de la mano de Jesús. Con seguridad, Él nos conducirá Del Abismo a la Gloria.

Dr. Milton Peverini García

martes, 17 de noviembre de 2009

LA FILOSOFÍA Y EL APRENDIZAJE CRISTIANO

La filosofía y el aprendizaje cristiano: ¿Un camino a la desesperación o una carretera al entendimiento?

“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías…” (Colosenses 2:8). Este consejo de Pablo ha hecho que muchos cristianos, incluyendo adventistas del séptimo día, abriguen un temor no natural por la filosofía. Cuando un teólogo del segundo siglo exclamó, “¿Qué tiene que ver Atenas con Jerusalén?” o cuando Elena White advirtió acerca de andar errantes “en los laberintos de la filosofía,” pueden haber querido transmitir una advertencia contra movimientos emergentes en la historia de la iglesia. Pablo mismo alude a una significativa razón para esta preocupación. En su tiempo, los apologistas griegos y los adherentes a la filosofía representaban una amenaza real al crecimiento del cristianismo. El apóstol había tenido que presentar una advertencia teológica a la iglesia de Colosas: Cristo no es negociable. “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad” (Colosenses 2:9-10).

Al mismo tiempo que la educación cristiana (tanto sea por la acción del educador o del educando) debe estar basada y afirmada en un compromiso cristocéntrico; no debe dejar de reconocer que opera en un mundo cuyos compromisos filosóficos y metas académicas pueden ser diferentes a la perspectiva cristiana. Delante de estas diferencias, ni el profesor ni el alumno, pueden darse el lujo de esconder la cabeza como el avestruz; de hecho, el docente tiene una obligación para con sus alumnos, la comunidad a la que sirve y los objetivos de conseguir mejores resultados en el proceso del aprendizaje para preparar a los estudiantes a enfrentar problemas sutiles y obvios, que la filosofía ofrece tanto en el aprendizaje como en la vida diaria. El alumno asimismo, es parte activa en este proceso y debe participar en él conscientemente.

¿Es posible cumplir con esta obligación? Yo creo que sí, si es que
(1) dejamos de lado algunos mitos tradicionales con respecto a la filosofía, (2) entendemos la naturaleza y las funciones de la filosofía y (3) desarrollamos una cosmovisión plausible a partir de la cual proseguir nuestro viaje intelectual.

Desechar los mitos
Entre los mitos tradicionales que algunos cristianos han desarrollado con respecto a la filosofía está el que la fe y la razón son incompatibles. Pero tanto la fe como la razón son dones de Dios a los seres humanos, y cualquier incompatibilidad que se perciba no está basada en la revelación bíblica. “Venid luego y razonemos juntos,” invita el Creador (Isaías 1:18), el mismo Dios que describe la fe como fundamental en nuestra relación con él (Hebreos 11:6; Romanos 1:17).

La fe cristiana subraya que cuando Dios creó a los seres humanos a su imagen (Génesis 1:26), compartió con ellos su creatividad, que por supuesto implica una capacidad racional. El razonamiento humano puede a menudo ser defectuoso o mal usado, pero esto no significa que no tiene un rol en la vida cristiana. En realidad, la misma vida de fe de un cristiano debe ser vivida, explicada y compartida en un mundo que está sintonizado con el uso de herramientas construidas por la razón. Una parte de la tarea de la educación cristiana es desarrollar la capacidad racional al máximo. Elena White escribió: “Todos los que se dedican a la adquisición de conocimientos deben esforzarse por alcanzar el peldaño más alto de la escalera. Avancen los estudiantes tanto como puedan; sea el campo de su estudio tan amplio como puedan alcanzar sus facultades.”Esta meta elevada, sin embargo, viene con una advertencia: “…pero hagan de Dios su sabiduría, aferrándose a Aquel que es infinito en conocimiento, que puede revelar secretos ocultos por siglos, y puede resolver los problemas más difíciles para los espíritus que creen en él”.Por lo tanto, existe un vínculo entre la razón y la fe; ambas son dones de Dios y ambas deben ser parte de la educación cristiana. Las Escrituras nos ordenan que desarrollemos nuestras mentes; en realidad el crecimiento en conocimiento es parte del proceso de la santificación (2 Pedro 1:5-7). Siendo que la fe cristiana requiere la transformación de la mente (Romanos 12:2), no abroga por lo tanto ni la mente ni la razón, sino que las transforma de tal manera que la mente humana funcione con la ayuda de la iluminación divina. Esta es una tarea que solamente la fe puede realizar y alcanzar.

El segundo mito que algunos cristianos acarician es que el crecimiento intelectual perjudica la fe cristiana. Pero, en realidad, un cristiano educado puede ser un comunicador mejor informado y más efectivo. Mientras la mayoría de los discípulos de Jesús tenían poca educación (mostrando así que Dios puede usar a cualquier persona a quien elige), hombres como Moisés, Daniel y Pablo ilustran el poder de las personas educadas que se someten a las demandas de la fe. Ser santificado no significa ser estúpido. Otra vez, Elena White dice: “La ignorancia no aumentará la humildad o la espiritualidad de cualquier profeso seguidor de Cristo. Las verdades de la palabra divina pueden ser mejor apreciadas por un cristiano intelectual. Cristo puede ser mejor glorificado por aquellos que le sirven inteligentemente. El gran objetivo de la educación es capacitarnos para usar los poderes que Dios nos ha dado de tal manera que representemos bien la religión de la Biblia y promovamos la gloria de Dios”.

Un tercer mito es la percepción de que existe una distinción entre lo sagrado y lo secular y que debemos vivir esta separación. Una comprensión más profunda de la fe cristiana requiere que mientras vivimos en lo secular, nunca debemos dejar de lado lo sagrado; en realidad, debemos vincular lo sagrado con las personas seculares, de tal manera que ellos puedan entender mejor, apreciar y lograr la dinámica del sentido de realización que se encuentra en lo sagrado. Dios es el Dios tanto del altar como del laboratorio y el cristiano no debe pedir disculpas por el primero ni estar enamorado del segundo.

No debemos separar lo sagrado y lo secular hasta el punto de que restringimos la religión al corazón y al sábado, y la educación a la mente y al resto de la semana. El peligro escondido de lo secular es pensar y vivir como si Dios no existiera. Es un mandato de la fe enfrentar ese peligro en su propio terreno y vencer sus males. Para poder hacerlo, la fe necesita mantener su habilidad, otorgada por Dios, de razonar de manera eficaz. Vivimos en el mundo, pero no somos parte de él. El mundo es al mismo tiempo nuestro hogar y nuestra misión. La relación integral entre la fe y la razón es resumida muy bien por Elena White: “El conocimiento es poder, pero es poder para bien, únicamente cuando va unido con la verdadera piedad. Debe ser vivificado por el Espíritu de Dios, a fin de servir para los más nobles propósitos. Cuanto más íntima sea nuestra relación con Dios, tanto más plenamente podremos comprender el valor de la verdadera ciencia; porque los atributos de Dios, según se ven en sus obras creadas, pueden ser apreciados mejor por aquel que tiene un conocimiento del Creador de todas las cosas, el Autor de toda verdad”.
John M. Fowler

lunes, 16 de noviembre de 2009

CURSO DE RELACIONES FAMILIARES



Curso: Familia feliz: Creando una Hermosa Cultura Familiar

Bienvenido a participar de este curso de relaciones familiares y desarrollo personal, impartido por la Universidad de Tarapacá, vía e-learning, a distancia, mediado por computador y en base a competencias. En el encontrarás recursos didácticos multimedia, abordando temas relacionados con las relaciones humanas, control del estrés, educación sexual, orientación infanto juvenil, educación financiera, medicina preventiva, liderazgo familiar y mucho más.

Este curso le mostrará cómo crear lazos de amor entre padres e hijos, cómo desarrollar y perfeccionar el carácter y refinar la personalidad, a fin de alcanzar el bien supremo en la vida. Le ayudará a vivir de manera sana y vigorosa, lo que contribuye a la felicidad personal y del hogar. En esta época incierta y turbada, le infundirá un optimismo bien fundado. Contiene el secreto para librarnos de las crecientes tragedias matrimoniales y para lograr la armonía y la felicidad del hogar. Fortalecerá el espíritu de los padres y los hijos, para vencer los obstáculos, pruebas, tentaciones y desafíos con valentía. Su mensaje le inspirará los mejores ideales y valores cristianos de la vida. Le comunicará el conocimiento más imprescindible, que da verdadero valor y sentido a la vida.

Para mayor información comuníquese aquí: rubenalvarez777@hotmail.com
Curso de dos meses de duración. Cupos limitados.