Con la colaboración de la Dra. Isabel Margarita López S.
Departamento de Pediatría de la Clínica Las Condes
- Escena n°1: el niño corre por la pieza, se tira al suelo, salta sobre la cama.
- Escena n°2: el adulto le ofrece ver monitos o usar el videojuego para que se quede tranquilo un minuto.
- Escena n°3: el niño está quieto y concentrado frente a la pantalla.
- Escena n°4: es hora de irse a dormir, el aparato se apaga, pero el niño está más inquieto que al comienzo y no se puede dormir.
"Hay evidencia de un aumento agudo de indicadores de nivel de ansiedad en niños, medidos inmediatamente después de usar videojuegos. También se ha observado un incremento de la ansiedad en niños que son usuarios habituales de videojuegos y televisión y que luego son privados de ellos. Les sucede algo similar a lo que lo que ocurre con un fumador que está sin cigarrillos", dice Isabel Margarita López, neuróloga infantil de la Clínica Las Condes.
La ansiedad es una sensación de intranquilidad emocional que anticipa o intuye un posible peligro y que hay edades en que tiende a aumentar. "Los niños frecuentemente sienten temores y preocupaciones que son normales para su edad. Por ejemplo, los pequeños de entre dos y cuatro años les tienen miedo a los monstruos, la oscuridad o tienen temor de separarse de sus padres; en los niños en edad escolar aparece el temor a los accidentes, los asaltos, los robos o los desastres naturales, y en los adolescentes, el miedo se vincula a la aceptación social o el rendimiento académico", dice la doctora.
Sin embargo, hay que distinguir estos temores normales de la ansiedad, que afecta el funcionamiento del niño y que se traduce en síntomas físicos –cefalea o dolores abdominales– y conductuales, como irritabilidad excesiva, enojos o llantos inexplicados, alteraciones del sueño o, en algunos casos, ataques de pánico. Estos síntomas, en algunos casos, están relacionados con la exposición a programas de televisión o videojuegos, que generan cambios fisiológicos en los niños: los ponen en estado de hiperalerta, expectación y aumento de adrenalina.
El efecto empeora si el contenido que ven en pantalla es violento. "Hay que aprender a utilizar estos medios con mesura y criterio. El tiempo que pasan frente a una pantalla no es un tiempo que los niños usen en desarrollar la creatividad, el aprendizaje, la motricidad o la formación de vínculos. Por el contrario, están en una actitud mental pasiva y acrítica y en una actitud física que favorece el sedentarismo y la obesidad", dice la doctora.
Las recomendaciones: "Ojalá que los niños usen el televisor y los videojuegos en un contexto familiar. Nunca hay que ubicar estos aparatos en los dormitorios. Es necesario seleccionar los juegos y la programación en conjunto con ellos, limitar los tiempos de exposición a no más de dos horas diarias y usarlos en horarios alejados de la hora de dormir".
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