♦ Para darnos esperanza- La Biblia es el único libro
que nos enseña con claridad el camino hacia el cielo. Sin
él, la vida sobre este mundo perdería todo significado. Nos
ofrece una visión optimista del futuro; nos indica qué es
lo que sobrevendrá a este planeta. Nos enseña el
porqué de la muerte y el dolor y también explica qué
sucede con e! ser humano después de morir.
Sin la Biblia nos agobiarían el caos y la
desesperación en una medida infinitamente mayor a ia
que hoy reina sobre la tierra. La Biblia fue escrita, para
"que por la paciencia y la consolación de las Escrituras,
tengamos esperanza" (Romanos 15:4).
♦ Para darnos fe. ¿De dónde viene la fe? "Así que
la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios"
(Romanos 10:17).
En este mundo plagado por la duda, la incertidumbre, el
escepticismo y el ateísmo, gracias a la Biblia el alma se
ilumina con la antorcha gloriosa de la fe. Así ocurrió con
una pareja de ateos, que en un acto de honestidad se
atrevieron a leer la Biblia. Al completar su lectura dijeron
en alta voz: "Si este libro es verdad, nosotros estamos
equivocados. Dios existe". Luego de leerlo por segunda
vez, dijeron con verdadera ansiedad: "Si este libro es
verdad, nosotros somos pecadores y estamos perdidos".
Pero al volverlo a leer con humildad, ambos esposos
exclamaron con regocijo: "Si este libro es verdad, estamos
salvados porque Cristo murió por nosotros".
♦ Para darnos gozo. Dijo el profeta Jeremías: "Fueron
halla das tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue
por gozo y por alegría de mi corazón" (Jeremías 15:16). Y
el gozo que tuvo el profeta lo disfruta toda persona que se
alimenta con el bendito pan espiritual que es la Palabra
de Dios.
♦ Para comprender y recibir la verdad. En el Libro de
Dios se presenta en forma clara y sencilla la verdad, única y
eterna, contra la cual se estrellan todas las opiniones y
teorías humanas. Allí está la verdad acerca de Dios y acerca
del hombre. Y esta última duele porque nos muestra que
somos de barro, llenos de defectos.
Pero cuando la verdad contenida en la Biblia es
aceptada con humildad, se cumple el ruego de Jesucristo,
quien exclamó: "Santifícalos en tu verdad, tu palabra es
verdad" (S. Juan 17:17).
♦ Para conocer a Jesús. Al referirse a los hechos o
señales escritas en este libro, el apóstol Juan declaró que
fueron escritas para "que creáis que Jesús es el Cristo, el
Hijo de Dios; y para que creyendo, tengáis vida en su
nombre" (S. Juan 20:31).
La Biblia nos habla de Cristo. El es el centro de las
Sagradas Escrituras. El es la esencia de cada parábola y
enseñanza; él es el motivo y propósito de toda profecía.
El es la perla de gran precio, es la puerta y es el pan; él es
el Buen Pastor de las ovejas, es el divino Cordero de
Dios...
Cristo es el tesoro escondido en todas las páginas de
la Biblia. ¡Dichosos los que lo encuentran!
Jesucristo es el Verbo, la Palabra viviente, que nos
había por medio de la Palabra escrita, a fin de que
nosotros lo conozcamos y alcancemos vida eterna. Este
es su mandato: "Escudriñad las Escrituras; porque a
vosotros os parece que en ellas tenéis la vida
eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí" (S.
Juan 5:39).
Como resplandor de auroras en medio de las tinieblas de la vida, brilla la Luz del mundo, nuestro Señor Jesucristo. Pero para que ese resplandor ilumine nuestro sendero, debemos estudiar con fervor el mensaje viviente de las Sagradas Escrituras. El cristiano debe recorrer la senda sagrada de los escritores inspirados en busca del tema principal de sus revelaciones: el Señor Jesús. Cuando en la ciudad de Londres falleció un acaudalado hombre de negocios, sorprendió su testamento. Le sobrevivieron sólo dos hijos. A su hijo Juan lo favoreció con tres casas y a su hija Silvia le dejó de herencia sólo una Biblia. Silvia impugnó e! testamento, aduciendo que su padre habría perdido sus facultades mentales al disponer de sus bienes, pues había cometido una tremenda injusticia. Pero por faltas de pruebas, el juez denegó la petición. Entonces Silvia le imploró a su hermano que le diese alguna de las casas. Pero el hermano hizo oídos sordos al reclamo.
Pasaron algunos años y Silvia se fue hundiendo en la pobreza y la amargura. No podía perdonar a su padre que le hubiese dejado de herencia sólo una Biblia. Un día, descuidadamente abrió ese ejemplar de la Palabra de Dios. Y al hojearla, se deslizó de entre sus páginas un cheque a su nombre por la suma de 250.000 libras esterlinas, una suma equivalente a las casas que había recibido en herencia su hermano. Abrazando la Biblia y entre lágrimas de gratitud, Silvia exclamó: "Vivía como una miserable, teniendo esta gran riqueza entre mis manos".
La Biblia ha llegado a nuestras manos, ¿qué haremos? ¿La recibiremos como una herencia de Dios para nosotros? En su sentido más profundo, la Biblia es una carta de amor que nos envía desde el cielo nuestro Padre celestial. Su mensaje tierno y santo está dirigido a nuestros corazones, para darnos esperanza y valor.
Como resplandor de auroras en medio de las tinieblas de la vida, brilla la Luz del mundo, nuestro Señor Jesucristo. Pero para que ese resplandor ilumine nuestro sendero, debemos estudiar con fervor el mensaje viviente de las Sagradas Escrituras. El cristiano debe recorrer la senda sagrada de los escritores inspirados en busca del tema principal de sus revelaciones: el Señor Jesús. Cuando en la ciudad de Londres falleció un acaudalado hombre de negocios, sorprendió su testamento. Le sobrevivieron sólo dos hijos. A su hijo Juan lo favoreció con tres casas y a su hija Silvia le dejó de herencia sólo una Biblia. Silvia impugnó e! testamento, aduciendo que su padre habría perdido sus facultades mentales al disponer de sus bienes, pues había cometido una tremenda injusticia. Pero por faltas de pruebas, el juez denegó la petición. Entonces Silvia le imploró a su hermano que le diese alguna de las casas. Pero el hermano hizo oídos sordos al reclamo.
Pasaron algunos años y Silvia se fue hundiendo en la pobreza y la amargura. No podía perdonar a su padre que le hubiese dejado de herencia sólo una Biblia. Un día, descuidadamente abrió ese ejemplar de la Palabra de Dios. Y al hojearla, se deslizó de entre sus páginas un cheque a su nombre por la suma de 250.000 libras esterlinas, una suma equivalente a las casas que había recibido en herencia su hermano. Abrazando la Biblia y entre lágrimas de gratitud, Silvia exclamó: "Vivía como una miserable, teniendo esta gran riqueza entre mis manos".
La Biblia ha llegado a nuestras manos, ¿qué haremos? ¿La recibiremos como una herencia de Dios para nosotros? En su sentido más profundo, la Biblia es una carta de amor que nos envía desde el cielo nuestro Padre celestial. Su mensaje tierno y santo está dirigido a nuestros corazones, para darnos esperanza y valor.
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