lunes, 4 de febrero de 2013

LA TRAGEDIA DEL PECADO


"En la armonía eterna, pecar es disonancia;
pecar proyecta sombras en la blancura astral.
El justo es una música y un verso,
una fragancia y un cristal".








Era para temer. A cualquier hora del día o de la noche escuchábamos de la casa que daba a nuestro patio trasero unos rugidos y gruñidos muy extraños. ¿Sería un animal salvaje? Y si no, ¿qué sería? En algunas ocasiones se podía oír con claridad gritos y amenazas y hasta pedidos de auxilio proferidos por ¡os tres miembros de la casa : la madre del hogar y sus dos hijos, el mayor de 23 y el menor de 18 años de edad. Una calurosa tarde de verano la vecina nos llamó a mi esposa y a mí por sobre la cerca. Su rostro reflejaba una gran ansiedad. Entre lágrimas reveló su gran secreto, su pavoroso secreto. No era asunto de drogas, ni tampoco de borracheras. Los gritos y peleas entre sus dos hijos no eran causados por mujeres. Según ella era por algo mucho peor. Su hijo menor estaba endemoniado. Desde tiempo atrás el demonio se había posesionado de él en forma brutal. Y así la madre contó el drama de ese hijo. Se había criado como un niño cristiano. Pero siendo un jovencito dejó su hogar y su terruño, y estando lejos y solo cometió muchas faltas y un gran error: empezó a asistir a sesiones de espiritismo. Y su vida se trastornó con vicios e ideas extrañas. De pronto pareció haber enloquecido. Se tornó violento, y repetidamente quiso quitarle la vida a su hermano. Luego de esos accesos, durante los cuales rugía como una fiera, entraba en un estado de trance, con la mirada perdida en el infinito.

¿Qué hacer? La madre imploró que orásemos por su hijo, para que se hiciese el milagro. Anhelaba con toda el alma que el Dios Todopoderoso liberase a su hijo de las garras del demonio. Después de formar una cadena de oración entre centenares de creyentes por dos semanas, tres ancianos de la iglesia y siervos de Dios rodeamos al joven para implorar la misericordia divina sobre él. Leímos promesas poderosas de la Biblia y rogamos la presencia del Espíritu Santo. De pronto el joven entró en trance. Su mirada perdida y la espuma por la boca indicaban la presencia de las fuerzas del maligno. Sin embargo Jesucristo ganó la victoria, Al invocar con humildad y fervor su nombre glorioso, el joven quedó completamente libre del demonio. Fue sanado en forma definitiva. Hoy es un cristiano radiante, una persona de éxito y un padre y esposo ejemplar. Y su madre es la mujer más feliz de la tierra.

¿Existe Satanás? Hay muchas personas que niegan su existencia. Consideran que se trata de una simple fantasía, de un mito simbolizado como una criatura macabra y grotesca, que empuña un tridente o gigantesco tenedor con el cual puede sujetar a las almas en el presunto infierno. En forma aún más atrevida, hay quienes afirman que el diablo ha muerto. Lo ha matado, dicen, el adelanto de nuestra cultura y de nuestra civilización. ¿Pero será cierto que Satanás no existe? ¿Quién sino él siembra la envidia, la mentira, la calumnia, la lujuria, el odio y el egoísmo? ¿Por qué hay un número creciente de personas que rinden culto a los demonios, e invocan sus poderes por medio de la magia, el vudú, el espiritismo y los rituales del satanismo? ¿Por qué se multiplican los crímenes, abusos sexuales, maltrato de criaturas inocentes, escándalos políticos, comercio de drogas, etc.? 

Nos lamentamos muchas veces por la situación en que vivimos, pero, ¿nos ha preocupado saber si hay una causa común y general para todos los males que sufrimos individualmente y que sufre la humanidad.

 Un hombre oraba continuamente a Dios así: "Oh, Señor, quita las telarañas de mi vida. No puedo ver. Apártalas de mí". Un amigo que lo oyó un día, le dijo: "Dime, en lugar de pedirle a Dios que quite las telarañas de tu vida, ¿no sería mejor matar la araña?" Y bien, ¿quién es el que teje a nuestro alrededor tanta corrupción, tanta telaraña malsana? ¿Quién es la "araña" que oscurece nuestra visión moral y espiritual? ¿Cuál es la causa de todos nuestros males, del dolor, del crimen, del odio, de la impiedad, de la muerte?

La Biblia, la única fuente autorizada sobre el origen de todas las cosas, nos dice que el causante del mal y sus dolorosas consecuencias es Satanás, cuyo nombre significa adversario, Es el gran enemigo del hombre y el implacable enemigo de Dios.


Satanás no es un personaje imaginario. En la Biblia y en especial en los Santos Evangelios, se lo describe corno un ser real. Jesucristo, cuyo testimonio nadie debe ignorar, en varias ocasiones conversó con Satanás, lo reprendió, lo vio, y lo desenmascaró tal cual es. Por ejemplo:

♦ En el monte de la tentación: Antes de iniciar su ministerio redentor, Jesús fue al desierto donde permaneció orando y ayunando por cuarenta días. Había ido en busca de fortaleza espiritual, a fin de poder cumplir su misión. Y justo al cabo de ese tiempo, cuando Cristo se encontraba exánime, apareció el tentador y le dijo: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan" (S. Mateo 4:3). Jesús necesitaba comer. Pero según Satanás también debía convertir las piedras en pan para demostrar que era Hijo de Dios. Si así lo hubiera hecho, habría aceptado la duda que el enemigo lanzó sobre su origen divino. Pero Jesús respondiendo dijo: "Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (S. Mateo 4:4).

La victoria de Jesucristo sobre Satanás fue total. Con las armas de la fe en la Palabra de Dios, de la humildad y el dominio propio, Jesús venció la tentación del apetito y el orgullo, y las subsiguientes tentaciones con las que el enemigo quiso derrotarlo. Al concluir la prueba, con valentía Cristo lo increpó diciendo: "Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás. El diablo entonces le dejó" (S.Mateo 4:10-11). El monte de la tentación se transformó en el monte de la victoria. Las armas de la luz disiparon las tinieblas. Cristo, aunque agobiado por la prueba, derrotó por completo a Satanás.

♦ En los atrios del templo una mujer había sido descubierta en adulterio y sus acusadores estuvieron a punto de apedrearla. Pero la misericordia de Jesús se manifestó en favor de María Magdalena, a quien le dijo con amor: "Ni yo te condeno; vete, y no peques más" (S. Juan 8:11). Momentos después Jesús dirige a los escribas y fariseos estas severísimas palabras: "Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira" (S. Juan 8:44). Aquí Jesús desenmascaró por completo a Satanás. El diablo es el primer homicida, es el primer mentiroso. Es el padre, el origen de todo mal. Y es el que instila, siembra y difunde lo malo en la mente y corazón de los seres humanos.


¿Por qué creó Dios al diablo? De acuerdo con las Escrituras, es muy claro que Dios no creó al diablo. El Hacedor del universo creó a un ángel santo y perfecto, el cual sin ningún justificativo se degradó a sí mismo para convertirse en el origen del mal.

♦ ¿Por qué creó Dios al diablo con posibilidades de pecar?
Necesitamos comprender que Dios creó seres inteligentes, dolados de libre albedrío, con libertad de elección para que pudiesen rendirle un servicio espontáneo y voluntario, y no un servicio obligado.  Desgraciadamente, Satanás hizo mal uso de su libertad, quebrantando la honrosa posición y el glorioso destino que Dios le había reservado.

♦ ¿Por qué Dios no lo destruyó inmediatamente después que se convirtió en un rebelde?
 Al analizar este difícil problema, una pluma inspirada declara que Satanás había lanzado la acusación de que Dios era injusto y que sus leyes no podían cumplirse. Por lo tanto, si Dios lo hubiese destruido enseguida, los demás seres creados habrían considerado que Dios era arbitrario e intolerante. Se necesitaba tiempo para que el carácter divino fuese vindicado, y e! de Satanás quedara plenamente descubierto.

Todo aquel que consienta el pecado, afronta un riesgo mortal. Lo ilustra la historia de un hombre que tenía en su casa una boa que había recogido desde muy pequeña. No sólo la había domesticado sino que le había enseñado a enroscarse y desenroscarse en torno a sí mismo. El animal creció hasta alcanzar unos 5 metros de longitud. Ya tenía suficiente fuerza como para deshacer a cualquier individuo. Pero su amo repetía el peligroso experimento, confiado en que la serpiente le obedecería. Alguien le advirtió que alguna vez la boa no se desenroscaría de su cuerpo y lo estrangularía. El hombre contestó que eso no sucedería, porque la había criado desde pequeña y estaba bien amaestrada. Pero llegó el día trágico cuando el animal no obedeció las órdenes de su amo y lo destrozó en un abrazo mortal.

Por intermedio de "la serpiente antigua", Satanás, el pecado se introduce insidiosa y engañósamente en la vida del ser humano, Ofrece aventuras y placeres desconocidos. Pero su verdadero resultado es el remordimiento, la tristeza y a! fin la muerte. Eso es lo que ocurrió con Adán y Eva, y lo que ocurre con toda persona que cae en el abismo del pecado. El abismo causado por el pecado es insondable. Dice la Biblia: "Porque la paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23). ¿Podría existir otra condena peor para el ser humano pecador?


¿Qué es el pecado?
Es la enfermedad moral más antigua y dolorosa del mundo, que destruye en el hombre la capacidad de hacer bien y que causa un abismo entre el ser humano y Dios. La Biblia presenta tres conceptos acerca del pecado:

Transgresión: Significa una deliberada violación de la ley de Dios, un acto voluntario de desobediencia. Dice San Juan: "Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley" (1 S. Juan 3:4). Cada vez que una persona traspasa algunos de los mandamientos que prohíben robar, mentir, cometer adulterio, etc., comete un pecado.

Iniquidad: Se refiere no a un acto malo, sino al estado o condición pecaminosa del ser humano. No nos convertimos en pecadores debido a las faltas que cometemos; antes bien, caemos en faltas porque somos pecadores. Lo que somos es aún más grave que lo que hacemos. Y la Biblia enseña que somos pecadores desde que nacemos. La ley del pecado está entretejida en nuestras vidas (Romanos 7:23). El salmista David confesó: "He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre" (Salmo 51:5).

Pecado: La palabra pecado deriva del término "hamartía",usado en el idioma griego del Nuevo Testamento, y que significa "errar el blanco". Se describen así nuestros fracasos, nuestra incapacidad para alcanzar la meta de rectitud que nos hemos propuesto alcanzar como padres, madres, hijos, esposos, vecinos. Y sobre todo subraya nuestra incapacidad de alcanzar el elevado blanco que Dios ha trazado para sus hijos. Dice el apóstol: "Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23).

Cualesquiera sean nuestros buenos propósitos y decididos esfuerzos, estamos muy lejos de alcanzar la gloria, la santidad de Dios. Estamos en un abismo, el abismo de la iniquidad y del pecado. Necesitamos
socorro.


Desastre total
¿Quién no desea salvarse del azote de una terrible epidemia? Ante la amenaza de la tuberculosis, el cáncer, los males del corazón, el SIDA y otras enfermedades mortales, esperamos que cada uno de nosotros y todos los miembros de la familia, nos veamos libres de esas dolencias. ¿Pero qué alcance tiene la enfermedad del pecado? Dice Isaías: "Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente" (Isaías 1:5). Y agrega el apóstol Pablo: "Como está escrito: No hay justo, ni aun uno" (Romanos 3:10). El desastre es total. La contaminación cubre toda la tierra. A diferencia del smog o humo que envuelve las grandes ciudades del planeta, la enfermedad moral del pecado se ha extendido por todo lugar y afecta a toda persona. Niños y ancianos, ricos y pobres, hombres y mujeres, los cultos, la gente ignorante, los estadistas, los religiosos... todos, todos, todos somos pecadores. Y necesitamos auxilio.

Hay esperanza
Afortunadamente, la Biblia nos asegura que hay esperanza para nosotros pecadores: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (S. Juan 3:16). "Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido" (S. Lucas 19:10). A través de la obra de Cristo descubrimos "que aunque el odio que Dios siente por el pecado es tan fuerte como la muerte, su amor hacia el pecador es más fuerte que la muerte" (El Deseado de todas las gentes, p. 39). Pero el rescate que Cristo obró en favor de la raza humana fue hecho a un precio muy alto.

Dr. Milton Peverini




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