La oración. Elena de White. Capítulo 4: La oración y la ganancia
de almas.
Al procurar ganar a otros para Cristo, llevando la preocupación por las
almas en nuestras oraciones, nuestros propios corazones palpitarán bajo la
vivificante influencia de la gracia de Dios; nuestros propios afectos
resplandecerán con más divino fervor; nuestra vida cristiana toda será más
real, más ferviente, más llena de oración.
Tenemos que ir a Dios con fe y derramar nuestras súplicas ante él,
creyendo que obrará en nuestro favor y en el de otros a quienes tratamos de
salvar. Hemos de dedicar más tiempo a la oración ferviente.
Elegid diariamente otra y aun otra alma, buscando dirección de Dios,
colocando todo delante de él en oración ferviente y obrando en sabiduría
divina. Mientras hagáis esto, veréis que Dios otorgará el Espíritu Santo para
convencer, y el poder de la verdad para convertir el alma.
Cuando muera el yo, se despertará un deseo intenso por la salvación de
otros, un deseo que llevará a esfuerzos perseverantes para el bien. Se sembrará
junto a todas las aguas; y súplicas fervientes, oraciones importunas, entrarán
al cielo a favor de las almas que perecen.
¡Oh, si se pudiera escuchar por todas partes la ferviente oración de
fe: Dame las almas sepultadas ahora debajo de la basura del error, si no,
muero! Traigámoslas al conocimiento de la verdad tal como lo es en Jesús.
Conversen los que son espirituales con estas almas. Orad con ellos y
por ellos. Conságrese mucho tiempo a la oración y al profundo escudriñamiento
de la Palabra. Obtengan todos los verdaderos hechos de la fe en sus propias
almas, por medio de la creencia de que el Espíritu Santo será impartido a ellos
porque tienen en verdad hambre y sed de justicia.
Estos días de preparación fueron días de profundo escudriñamiento del
corazón. Los discípulos sentían su necesidad espiritual, y clamaban al Señor
por la santa unción que los había de hacer idóneos para la obra de salvar
almas. No pedían una bendición simplemente para sí. Estaban abrumados por la
preocupación de salvar almas. Comprendían que el evangelio había de proclamarse
al mundo, y demandaban el poder que Cristo había prometido.
Satanás está en vuestro camino. Es un adversario artero, y el espíritu
maligno con que tropezáis en vuestro trabajo es inspirado por él. Aquellos a
quienes él dirige se hacen eco de sus palabras. Si se pudiera descorrer el velo
que cubre sus ojos, los que trabajan de esta suerte verían a Satanás ejerciendo
todas sus artes para ganarlos para sí desviándolos de la verdad. En la tarea de
rescatar almas de sus engaños, se realizará mucho más por medio de la oración
humilde hecha con el espíritu de Cristo que utilizando muchas palabras sin
oración.
No hay comentarios:
Publicar un comentario