miércoles, 29 de octubre de 2008

ATAQUE CEREBRAL

Por cada minuto que una persona con un ataque cerebral o stroke no recibe la atención adecuada, pierde 1,9 millones de células neuronales que ya no se recuperarán y, por ende, dejarán secuelas.
Mientras tanto, en países como Argentina, cada 4 minutos se registra una persona con ataque cerebral. Y, según la Organización Mundial de la Salud, 5,5 millones de personas mueren cada año por un accidente cerebrovascular.
Este es uno de los mensajes claves que la Federación Mundial de Stroke (WSF, por sus siglas en inglés), quiere transmitir hoy, miércoles 29 de octubre, cuando se conmemore como viene sucediendo desde 2006 un nuevo Día Mundial del Ataque Cerebral.
Si bien el mensaje es claro y apunta a lo concreto, la intención no es alarmar, sino por el contrario generar conciencia y difundir información que pueda resultar de utilidad a la comunidad para poder actuar frente a una situación de emergencia. La idea es que informándose será más fácil reconocer los síntomas y poder actuar en consecuencia.
"Al hablar de stroke hay tres aspectos fundamentales a considerar. Por un lado la prevención, por otro el diagnóstico y finalmente el tratamiento. Sobre el segundo de ellos hemos trabajado mucho para mejorar las técnicas y disminuir los tiempos. Lo mismo sucede con los métodos de tratamiento que han evolucionado notablemente en los últimos años. Sin embargo, lo que nos está faltando es la prevención, es llegar a la gente a través de mensajes claves. Y para es fundamental brindar información", señala el doctor Pedro Lylyk, presidente de la Asociación Argentina de Stroke y director médico de ENERI en la clínica La Sagrada Familia.
PERDIDA
"Podemos decir que cada minuto que pasa sin atención además de las células neuronales se pierden 14 mil millones de sinapsis que son intersecciones vitales entre una neurona y otra, o 12 kilómetros de fibras mielinizadas que sirven para generar funciones neurológicas. Pero, tal vez, lo que más puede ayudar a la gente es saber que cuando se desarrollan determinados síntomas como la pérdida de la capacidad para hablar, entender, ver bien, caminar; o bien sobreviene un súbito e intenso dolor de cabeza; o aparecen la pérdida de conocimiento y sensibilidad es importante anotar la hora y recurrir a un servicio de emergencia", añadió el especialista, quién también se desempeña como titular de la Cátedra de Medicina Vascular de la Facultad de Medicina de la Universidad del Salvador (USAL).
LA PREVENCION
Al igual que las enfermedades del corazón, las cerebrovasculares guardan una estrecha relación con el estado de las arterias y, por ende, con los hábitos y costumbres que cada persona tenga, fundamentalmente en lo que tiene que ver con la alimentación, la práctica de actividad física y las adicciones.
En este sentido, el sobrepeso, la obesidad, el sedentarismo, el tabaquismo, el estrés y otros factores como la hipertensión, el colesterol elevado y la diabetes conspiran contra la "buena salud" de las arterias poniendo en riesgo a la persona.
"Indudablemente todos los factores mencionados son importantísimos, aunque igualmente hay que considerar los antecedentes familiares que de alguna manera influyen en cada uno de ellos. Lo mismo sucede con el ambiente o entorno en el cual cada persona se desarrolla. Sin embargo en los factores adquiridos está la clave y la llave de lo que nosotros podemos hacer por preservar nuestra salud", refirió el doctor Lylyk.
ANEURISMA, ATAQUE, STROKE, ¿ES TODO LO MISMO?
A menudo y sobre todo como consecuencia de casos resonantes que salen en los medios de comunicación y sobre los cuales en algunas ocasiones no se conocen muchos detalles, resulta difícil identificar cuáles son los tipos de ataque cerebral y en qué consisten. A continuación, una breve guía.
El ataque cerebral, cerebrovascular o stroke puede desarrollarse de dos formas: o se produce una ruptura y sale sangre (en este caso el tipo sería hemorrágico); o bien se genera una falta de sangre y oxigenación que provoca un ataque de tipo isquémico.
"A su vez, los hemorrágicos obedecen a la ruptura de un aneurisma cerebral; de una arteria -lo que comúnmente se llama ataque de presión- o bien a una malformación congénita con la que la persona nace y que puede o no hacer explosión durante su vida. Contrariamente a lo que la gente cree porque son las más 'publicitadas', estas causas representan el 15 por ciento de los casos", postuló el doctor Lylyk.
"En la otra vereda se encuentran los ataques que tienen más que ver con los factores adquiridos a los que hacíamos referencia anteriormente. Curiosamente -por ser por los que más deberíamos actuar para prevenir- éstas afecciones representan el 85 por ciento restante de los casos", concluyó el especialista.

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