domingo, 6 de abril de 2008

ESTIMULACION TEMPRANA

Las habilidades cognitivas adquiridas hasta los 8 años son claves en el éxito en la educación superior
El interés por el estudio, la autoestima y las destrezas cognitivas que se desarrollan en la primera infancia son más importantes que el nivel de ingresos familiar a la hora de definir la posibilidad de graduarse en la universidad. La clave del éxito está en la calidad de la educación y en la capacidad de los padres de transmitir habilidades a sus hijos.

No sólo el dinero que se tenga para financiar los estudios de los hijos es clave para que éstos obtengan un título profesional. Un niño que es estimulado tempranamente para que desarrolle sus habilidades cognitivas y no cognitivas tiene el doble de posibilidades de completar sus estudios superiores, comparado con el promedio de la población. Así lo indica un estudio desarrollado por los investigadores Sergio Urzúa, de la Universidad de Northwestern, y Julio Guzmán, de la Universidad de Chicago.
Ellos tomaron los resultados de la prueba Simce de segundo medio que se aplicó en 1998 y extrajeron de allí las habilidades de los estudiantes, ubicando a la población en quintiles según su desempeño. La pregunta de la investigación era si estas habilidades o el ingreso de las familias es el factor que determina las posibilidades de obtener un título universitario.
Para esto, miraron los datos de la encuesta Casen 2006, en la que el 7,5% de la población declaró tener estudios universitarios completos. Los resultados indicaron que para los estudiantes en el quintil más alto de habilidad, las posibilidades de completar sus estudios universitarios son de un 15%, el doble del promedio nacional.

En cuanto al ingreso, para quienes pertenecen al quintil más alto de recursos, las posibilidades son del 11%. Es decir, el estudio demuestra que contar con habilidades cognitivas y no cognitivas es más determinante para llegar a tener un título universitario y mejores perspectivas laborales que el ingreso del hogar en que nació un niño.

HASTA LOS OCHO AÑOS

Las habilidades se separan en cognitivas y no cognitivas. Entre las primeras, destacan la capacidad de manejar el lenguaje, la memoria, la rapidez para desarrollar procedimientos matemáticos, por citar a algunas. Entre las habilidades no cognitivas, son importantes la autoestima, la autorregulación (conocer los propios límites e imponerse normas) y la motivación. Estas destrezas se desarrollan desde el momento de nacer y la ayuda de los padres junto al trabajo escolar en los primeros años es clave.
Según las investigaciones, la edad más importante para la estimulación de estas habilidades se da entre los dos y los ocho años. La evidencia muestra que son más importantes las condiciones familiares durante la infancia temprana, que las condiciones en el momento que se decide asistir a la educación superior, lo que supone una inversión a lo largo de la vida de los niños. En otras palabras, la estimulación que reciben los niños en su casa y la calidad de la educación que reciben en las escuelas, parecen ser la clave del éxito.

El problema es que ninguno de los dos estándares se está cumpliendo, al menos, en los niveles socioeconómicos más bajos. Como señala Claudio Sapelli, investigador de la Universidad Católica, en un estudio que analiza cuánto han avanzado en el sistema educativo los hijos respecto de sus padres, existe un "cuello de botella" en el ingreso a la universidad. A pesar de que la mayoría de la población está aumentando sus niveles, los hijos de padres con baja educación no son capaces de seguir avanzando por sí mismos. "No disponen de la habilidad suficiente para hacer rentables dichas inversiones adicionales", concluye el economista.

Los resultados proponen así otro foco de atención en las políticas públicas de educación: no basta con proporcionar los medios económicos para asegurar que todos lleguen a la educación superior; el desarrollo temprano de los niños parece ser más rentable si se quieren obtener resultados exitosos al momento de ingresar a la universidad.

"Hace más sentido intervenir en forma temprana para enseñar a los padres cómo motivar a sus hijos, que sólo dar ingresos y subsidios cuando éstos rinden la PSU y necesitan crédito", señala Urzúa. Enseñar a los padres a motivar a sus hijos desde que nacen, tanto en el desarrollo del lenguaje y otros procesos cognitivos como en la capacidad de autorregularse y en la autoestima, puede convertirse en una inversión a largo plazo, que ayuda a romper con el círculo de la desigualdad. Esto, porque si un niño tiene acceso a desarrollar sus habilidades, tendrá éxito en su vida como estudiante y posteriormente, en el mercado laboral.Katerinne Pavez

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