miércoles, 3 de diciembre de 2008

DIOS ES MÁS GRANDE QUE TU PROBLEMA

Una niña nació y su madre falleció. Era el único consuelo de su padre. Ella era la ilusión y la esperanza de su padre. Pero su padre tenía que trabajar duro y se tenía que ausentar de casa. Sus abuelos paternos velaban por ella, aun cuando ellos no estaban en edad de hacerlo. “Papá vamos al shoping este domingo. _ Dijo la hija, pero el padre tristemente le tubo que decir que no podría y se fue al trabajo ese domingo, con la mente puesta en la imagen de la carita de tristeza de su hija. El se iba temprano y llegaba tarde.
Cuando la niña cumplió 15 años, se volvió rebelde. Un día la maestra mandó a buscar al padre, y le dijo que sospechaban que la hija estaba falsificando justificativos para no asistir a clases. El padre confirmó el hecho y avergonzado se retiro del colegio. Un día la siguió para ver a donde se iba, en vez de ir al colegio y la vio enamorando en la plaza, con un joven. ¡Paula! _ Le gritó. Ella subió al auto y no se dijeron una sola palabra. Llegando a la casa el padre le preguntó porque faltaba a clases. Ella se puso muy irritada y le dijo a su padre: ¡Púdrete! Y se fue del hogar. Pasaron 7 años, su hija tenía 22 años y su padre angustiado no supo más de su hija. Había dado cuenta a la policía por una posible desgracia, pero no había tenido respuesta alguna. La foto más reciente que tenía de su hija, era cuando ella tenia 12 años. Un día la policía lo llamó y le dijeron que habían detenido a alguien con el nombre que el dio, pero la habían vuelto a poner en libertad. Era una joven que correspondería a su hija.. Su hija se encontraría viviendo en una ciudad muy grande en la costa y estaría en manos de una mafia muy peligrosa en una red de prostitución y narcotráfico. El viajó y llegó a esa ciudad desalentado y angustiado. Llegó a la playa de la ciudad y llorando se puso a orar. Cuando terminó de orar, una mujer se acercó y le dijo que lo había visto muy triste y le preguntó que le pasaba y si ella lo podía ayudar. El le abrió su corazón y le contó todo. Ella le dijo: Dios es más grande que tu problema. Confía en la oración que has hecho.
Fue así como el se alojó en aquella ciudad, en uno de los peores barrios, tratando de encontrar a su hija. Se enrojeció de vergüenza de tener que preguntar dónde quedaba el barrio rojo. En todos los peores lugares entraba y preguntaba a la gente por ella, pero todo fue en vano. Una noche, cuando ya se retiraba a su pieza que arrendaba, escuchó un grito de auxilio. El se acercó y vio a una mujer joven pero con un poco de sobrepeso, desfalleciente y sangrante. Con hematomas en su cara, al parecer la dieron por muerta y por eso la abandono su agresor. Rápidamente el padre la llevó al hospital, la cual ni siquiera la querían ingresar, en su condición de indigente, pero el insistió y la hospitalizaron. El cada día la visitaba para ver su evolución. Un día, cuando ella estuvo mejor, le preguntó quien era él y porqué la había ayudado. El le contó su drama, que había venido a buscar a su hija perdida en las redes de la mafia, y que la ayudó porque ella lo necesitaba. Su vida estaba en juego. Ella le respondió: “Yo soy esa hija que tu buscas”. Los dos se abrazaron y lloraron juntos. Su padre no la había podido ni reconocer, pero ella si a él. Ella finalmente le dijo:-Padre perdóname y gracias por rescatarme y venirme a buscar. Estoy muy arrepentida. ¿Por qué no buscamos los dos a ese Dios que te llevó a buscarme? Así, padre e hija tuvieron una nueva oportunidad, un nuevo comienzo gracias a Dios.

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