El discipulado implica dedicar todo aspecto
de la vida a Cristo. Esto significa abandonar
toda comodidad. Un joven pastor
cristiano natural de Zimbabue escribió una
nota impresionante. La misma fue encontrada
en su oficina luego que muriera como
un mártir: “Formo parte de la comunidad
de los que no se avergüenzan. Disfruto del
poder del Espíritu Santo. La suerte está
echada. He cruzado la línea. La decisión
ha sido tomada. Soy un discípulo de él.
No miraré hacia atrás, ni abandonaré, ni acortaré
el paso, ni me echaré atrás o me quedaré
inactivo. Mi pasado ha sido redimido, mi presente
tiene sentido, y mi futuro está asegurado.
No quiero saber más de vivir a
medias, de caminar a tientas, de sueños
descoloridos, de visiones dóciles, de conversaciones
mundanas, de la benevolencia barata o de objetivos enanos.
No necesito posiciones, prosperidad,
promociones, alabanzas o popularidad. No
necesito tener la razón, ser el primero, el más
importante, el más reconocido, el más alabado,
el mejor considerado, o ser el más recompensado.
Ahora vivo por fe, descanso
en su presencia, camino pacientemente,
soy sustentado por la oración y obro con poder.
Mi rostro refleja determinación, mi paso
es rápido, mi blanco es el cielo, mi senda
es estrecha, mi camino escabroso, mis compañeros
son pocos, mi Guía es confiable y
mi misión definida. No puedo ser comprado,
comprometido, desviado, apartado con
engaños, demorado o esquivado. No me acobardaré
ante el sacrificio ni en presencia del
enemigo, ni nadaré en las aguas de la popularidad
o deambularé en el laberinto de la mediocridad.
No me daré por vencido, no me callaré
hasta que sea levantado o acallado
por la oración o la prédica de la causa de
Dios. Soy un discípulo de Jesús. Debo actuar hasta que él regrese,
dar hasta desfallecer, predicar todo lo que conozco y
obrar hasta que él me detenga. Y cuando
él venga por los suyos, no tendrá problemas
en reconocerme. ¡Mi estandarte se notará claramente!”
Esto me recuerda que hay un texto en
la Biblia que resume el concepto del discipulado:
“¡En esto consiste la perseverancia
de los santos, los cuales obedecen los
mandamientos de Dios y se mantienen
fieles a Jesús” (Apoc. 14: 12). El discipulado
consiste en algo más que aprender
acerca de Cristo o de imitarlo. Significa
seguirlo aun en un sufrimiento que nunca
se podrá comparar a la recompensa que
nos espera (Rom. 8: 18).
1. ¿Qué has estado soportando por causa de
Cristo como un fiel discípulo suyo?
2. ¿Qué revela un inventario de tu vida, respecto
a tu determinación de seguir al Señor?
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