lunes, 5 de octubre de 2020

LA CIENCIA Y EL ARTE POR LA ETERNIDAD

 

“La cruz de Cristo será la ciencia y el canto de los redimidos durante toda la eternidad”. (White, RJ 366). Es interesante que la cruz de Cristo, que es la más grande manifestación del amor de Dios, pueda ser eternamente la materia de estudio de los redimidos. Cuan profundo y abarcante es este tema que nunca se agota; ciencia y arte se conjugan en este estudio. La cruz de Cristo nos habla del amor abnegado, que está dispuesto a ir al sacrificio, pues el amor verdadero supera cualquier adversidad y podemos darnos cuenta que si en medio de la adversidad persevera el corazón, esto es amor; es imposible que no se vea reflejado en hechos. En la tierra nueva ya no habrá que estudiar más sobre muchas materias, la ciencia ya no investigará sobre las enfermedades que ahora afligen a la humanidad, porque ya no existirán. Ahora el estudio de la ciencia y el arte será el amor de Dios; la alabanza y la investigación científica sobre el gran amor de Dios reflejado en la cruz de Cristo, en la creación, en la providencia divina en la historia de la redención, ocuparán nuestro tiempo y excederá todo nuestro entendimiento.   Esto quiere decir que el amor es una ciencia y un arte que se aprende como todas las ciencias y como todas las artes, con esfuerzo, dedicación y constancia e implica la adquisición de conocimientos. ¿Cuándo fue la última vez que leíste o reflexionaste sobre este tema. ¿Ya tienes una biblioteca repleta de libros que hablan sobre el insondable amor de Dios? ¿Se ve la teoría y la práctica de la ciencia y el arte de amar reflejado estos conocimientos en tu trato con Dios, contigo mismo y con los demás, especialmente en tu ámbito familiar? Te invito a empezar ahora a estudiar la materia de estudio que será la ciencia y el canto  de los redimidos por la eternidad y hazte un maestro en este tema, que es el mejor de los temas. Considera el texto de 1 Corintios 13:1-3: “Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como bronce que resuena o címbalo que retiñe. Si tuviera profecía y entendiera todos los misterios y toda ciencia; y si tuviera toda la fe, de manera que trasladara los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve”.

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