domingo, 6 de mayo de 2007

PROYECTO Y ESTILO DE VIDA


Un joven le decía a su novia: “Mi amor, cuando nos casemos me bastará verte para vivir”. Una vez que se casaron, un día el joven entró cansado y hambriento a la cocina, buscando algo para comer. La esposa le dijo: “¿pero tú no me decías que una vez casados te bastaría verme para vivir? Y ahora estás desesperado buscando qué comer”. El joven esposo respondió: “Sí, pero es que ahora tengo tanta hambre que ya ni te veo”. La previsión y responsabilidad es fundamental en la decisión de formar un hogar. Tener un proyecto de vida dirigido hacia una meta común que sea realista y funcional. Un proyecto de vida es bastante parecido al estilo de vida, es por eso la importancia de la compatibilidad de caracteres e intereses comunes, de los futuros esposos. El proyecto de vida subraya los aspectos prácticos de la ejecución; busca una síntesis adecuada de los aspectos motivacionales, cognoscitivos y ejecutivos del comportamiento. Considera al ser humano y su realidad. La realidad no se considera como algo determinado, establecido y necesario, sino como un conjunto de posibilidades y oportunidades, en el sentido de que toda realidad puede ser y no ser. Todo es probable y posible en distinto grado, y no hay razones determinantes para lo uno ni para lo otro. Al mismo tiempo, el ambiente siempre ofrece, con cierta abundancia, de posibilidades, oportunidades de acción para mejorar la vida de cada uno.

Toda vez que las alternativas desaparecen, se pasa de una visión probabilística a una visión determinista de la realidad. Se hablará entonces no de filosofía de la posibilidad, sino de filosofía de la necesidad. De aquí surge la distinción fundamental entre lo posible y lo virtual. Lo posible es que puede ser o suceder, y lo virtual es que está la capacidad para hacer o producir algo, aunque no lo produzca de hecho.

Lo posible nunca deja de ser tal, es decir, realidad que puede ser y no ser, que puede ser mejorada o empeorada. Lo posible es reconocimiento del pasado y del futuro en cuanto oportunidades de cambio real. Lo virtual, en cambio, es predeterminar hoy lo que ocurrirá mañana y asistir a su perfecta realización. La planificación no es otra cosa que la necesidad de capturar el futuro a través del presente.

Lo posible y lo virtual son el fundamento de dos filosofías opuestas: la filosofía de la libertad y la filosofía de la necesidad. De aquí nacen dos concepciones también opuestas de proyecto, de educación y de prevención: por un lado apertura a lo imprevisible y a la continua autoproyección, en la filosofía de lo posible o bien como planificación determinista de la “realidad”, que todavía no está presente, pero que será, de acuerdo con lo predeterminado en la filosofía de lo virtual.

En esta visión de la realidad, vive y actúa el hombre posible. El hombre es estructuralmente un ser inacabado, una tarea abierta que nunca se concluirá, porque sólo en él se dan la facticidad (pasado) y la posibilidad (futuro); lo que ya ha realizado de sí mismo y lo que le queda por realizar. Pasado y futuro deben estar presentes en la actualidad. El hombre revive continuamente, en forma creativa, su pasado, e interpreta y realiza sus posibilidades futuras y presentes, cualquiera sea la situación concreta en la que vive.

Entre estos dos aspectos de la vida del hombre, se produce una tensión, que nace de la insatisfacción del presente, y del deseo de otras posibilidades futuras. La tensión origina la motivación de superarse a sí mismo. El hombre es una contradicción que lucha permanentemente para conquistar su unidad, para volver a romperla.

En este contexto, la motivación básica de los actos humanos, es la búsqueda de incentivos y el aumento de la tensión. En el hombre normal, cierto grado de tensión es positiva y constructiva.

Al percibir sus limitaciones actuales, el hombre puede adoptar dos actitudes:

a) Asumir la responsabilidad de superar indefinidamente esta situación
b) Replegarse sobre sí mismo y aceptar la alienación que deriva de la sumisión y la conformidad con el presente.

En el primer caso el hombre se conquista y se construye poco a poco, en un clima de autenticidad y respeto; esta es la elaboración del “proyecto de vida”. En el segundo caso, “construye” la destrucción paulatina o rápida de su ser.

Sólo la primera actitud, es digna del hombre que se define como un ser que no puede vivir sin compromisos, sin tener una tarea a la que dedicarse. El ser humano descubre significados, pero también vive para asumirlos y realizarlos.

El proyecto de vida, no es otra cosa que la acción, siempre abierta y renovada, de superar el presente y abrirse camino hacia el futuro, a la conquista de sí mismo y del mundo en que se vive. La realización del proyecto, es decir, de una serie de posibilidades, abre caminos, alternativas y proyectos nuevos.

Una de las características básicas del proyecto de vida, es que nace de la realidad, se desarrolla y estructura en el plano simbólico o de la fantasía y después vuelve a cobrar realismo en la fase de ejecución, cuando el ser humano trata de dar forma al mundo y asimismo, según el modelo anticipatorio del proyecto.

¿Cómo construir un proyecto de vida?: Se pueden considerar pertinentes los siguientes elementos:

1) El proyecto es una formulación simbólica cognoscitiva.
2) Existe una relación estrecha entre las estructuras representativas (lo que pensamos), las motivacionales (lo que sentimos) y las ejecutivas (lo que hacemos).
3) El proyecto, es el resultado nunca acabado de un proceso constructivo, realizado por el joven, que utiliza oportunamente la experiencia anterior, sus posibilidades y las alternativas y oportunidades concretas que le ofrece el ambiente, en una cierta etapa de su vida; es la utilización de las alternativas reales y la forma en que la persona moldea la vida y es moldeada por ella.
4) En el proyecto de vida, se encuentran tanto las posibilidades, como las alternativas y las limitaciones que derivan del ambiente concreto en que se vive. El proyecto trata de armonizar lo real y lo ideal.
5) Para construir un proyecto de vida, es necesario evaluar las alternativas que se ofrecen, elegir entre ellas, integrarlas en un todo, ejecutarlo, readecuarlo a las nuevas exigencias, etc.
6) La orientación al futuro implica, necesariamente, que el hombre viva en un mundo de valores, porque la anticipación se hace a partir de sus preferencias.

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