lunes, 5 de enero de 2009

FUNDAMENTOS DE LOS 7 HABITOS DE LA EFECTIVIDAD PARTE 1



Un paradigma es el modo en que “vemos” el mundo, no en términos de nuestro sentido de la vista, sino como percepción, comprensión e interpretación. Son como mapas. Es un a teoría, una explicación o un modelo de alguna otra cosa. Todos tenemos muchos mapas en la cabeza, que pueden clasificarse en dos categorías principales: mapas del modo en que son las cosas, o realidades, y mapas del modo en que deberían ser, o valores. Con esos mapas mentales interpretamos todo lo que experimentamos. Pocas veces cuestionamos su exactitud; por lo general, ni siquiera tenemos conciencia de que existen. Simplemente damos por sentado que el modo en que vemos las cosas corresponde a lo que realmente son o a lo que deberían ser. Estos supuestos dan origen a nuestras actitudes y a nuestra conducta. El modo en que vemos las cosas es la fuente del modo en que pensamos y del modo en que actuamos.

Los condicionamientos influencian nuestras percepciones, y por ende, nuestros paradigmas. Las influencias que obran en nuestras vidas: la familia, la escuela, la iglesia, el ambiente de trabajo, los amigos, los compañeros de estudio o trabajo y los paradigmas sociales filosóficos culturales corrientes, tienen un efecto silencioso e inconsciente en nosotros, y contribuyen a dar forma a nuestro marco de referencia, a nuestros paradigmas, a nuestros mapas. Tales paradigmas son la fuente de nuestras actitudes y conductas. El cambio de paradigma se produce cuando alguien “ve” de otro modo la imagen compuesta.

Casi todos los descubrimientos significativos en el campo del esfuerzo científico, aparecen primero como rupturas con la tradición, con los viejos modos de pensar, con los antiguos paradigmas. Nuestro paradigma puede cambiar para bien o para mal y empujarnos en dirección positiva o negativa, puede ser instantáneo o gradual, pero como sea, determinará que pasemos de una manera de ver el mundo a otra. Ese cambio genera poderosas transformaciones. Nuestros paradigmas, correctos o incorrectos, que son la fuente de nuestras actitudes y conductas, son finalmente la fuente de nuestras relaciones con los demás.

Creamos nuestro nuevo paradigma, cuando invertimos en el crecimiento y desarrollo de nuestro propio carácter. Los paradigmas son inseparables del carácter. Ser es ver en la dimensión humana. Y lo que vemos está altamente interrelacionado con lo que somos. No podemos llegar muy lejos en la modificación de nuestro modo de ver, sin cambiar simultáneamente nuestro ser, y viceversa. Los paradigmas son poderosos porque crean los cristales o lentes a través de los cuales vemos el mundo. El poder de un cambio de paradigma es el poder esencial de un cambio considerable, ya se trate de un proceso instantáneo o lento y pausado.

La ética del carácter, se basa en la idea fundamental de que hay principios que gobiernan la efectividad humana, leyes naturales de la dimensión humana que son tan reales, tan constantes y que indiscutiblemente están “allí” como las leyes de la gravitación universal en la dimensión física. Los principios son como faros. Son leyes naturales que no se pueden quebrantar. Solo podemos quebrantarnos a nosotros mismos, si pretendemos quebrantar la ley. Estos principios gobiernan el desarrollo y la felicidad humana. Estos principios son parte de las principales religiones, así como también de las filosofías sociales duraderas y de los sistemas éticos. Los principios son el territorio y los valores son mapas.

Cuando valoramos los principios correctos, tenemos la verdad, un conocimiento de las cosas tal como son. Mientras más concuerden nuestros paradigmas con la realidad, más eficientes seremos. Cuanto más estrechamente nuestros mapas o paradigmas concuerden con estos principios o leyes naturales, más exactos y funcionales serán. Los mapas correctos influyen en gran medida en nuestra efectividad personal e interpersonal, mucho más que cualquier cantidad de esfuerzo consumido en cambiar nuestras actitudes y conductas.

Básicamente nuestro carácter está compuesto por nuestros hábitos. “Siembra un pensamiento y cosecharás una acción; siembra una acción y cosecharás un hábito; siembra un hábito y cosecharás un carácter; siembra un carácter y cosecharás un destino. El hábito es una intersección de conocimiento, capacidad y deseo. El conocimiento es el paradigma teórico, el qué hacer y el por qué; la capacidad es el cómo hacer. Y el deseo es la motivación. Para convertir algo en un hábito de nuestra vida, necesitamos esos tres elementos. Trabajar en esas tres dimensiones. El cambio se ser y ver es un proceso progresivo: el ser cambia al ver, que a su vez cambia al ser, y así sucesivamente en una espiral.

Los 7 hábitos de las personas altamente efectivas, en armonía con las leyes naturales del crecimiento, proporcionan un enfoque gradual, secuencial y altamente integrado del desarrollo de la efectividad personal e interpersonal. Nos mueven progresivamente sobre un continuum de madurez, desde la dependencia hacia la independencia y hasta la interdependencia. Los siete hábitos se basan en principios, por lo tanto brindan el máximo beneficio posible a largo plazo. Se convierten en las bases del carácter, creando un centro potenciador de mapas correctos, a partir de los cuales la persona puede resolver problemas con efectividad, maximizar sus oportunidades y aprender e integrar continuamente otros principios en una espiral de desarrollo ascendente.

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