miércoles, 31 de enero de 2007

El Noviazgo


Una de las etapas más hermosas de la vida humana es el período cuando surge el amor con el sexo opuesto. Esta atracción sexual no tiene nada de incorrecto. Por el contrario, puede traer a la vida una experiencia enriquecedora y fructífera. Amar es siempre ennoblecedor, en todas sus formas.

Esta experiencia tendrá que enfrentar diversas dificultades. Nunca será el romance idealizado como muchos se imaginan. A veces la pareja de enamorados enfrenta dificultades que podrían resolverse con facilidad, pero los problemas se transforman en escollos que las actitudes egoístas engrandecen y tornan insuperables. Otras veces se trata de actitudes orgullosas en las que se sufre y se hace sufrir, por no dar el brazo a torcer. En ocasiones pueden ser los celos que ciegan la razón y que pueden terminar en una tragedia. Todo esto en una relación que debiera ofrecer los momentos más agradables y felices de la vida.

Para evitar las situaciones complicadas y los problemas más graves del período de enamoramiento y noviazgo, hay que tomar en cuenta algunos principios fundamentales.

En primer lugar hay que considerar la preparación necesaria. Cuando el enamoramiento se produce en forma demasiado precoz, corre el riesgo de tornarse más una ficción que una realidad. Muchas veces, inclusive, se ha dado el caso de matrimonios a edad temprana, cuando los novios, todavía adolescentes, no estaban en condiciones siquiera de entender la vida. Se necesita un criterio maduro, una manera de pensar noble, pureza de actitudes, gusto refinado y una natural disposición de resolver problemas en lugar de crearlos.

Otro aspecto es el carácter, que si está mal formado creará siempre situaciones negativas. El enamoramiento y el noviazgo constituyen básicamente una comunicación de personalidades, una expresión de simpatía y de cariño, una búsqueda de unidad por el amor, una entrega motivada por el afecto. Todo esto indica que un carácter bien formado es fundamental.

No es fácil encontrar personas con estas características. Sin embargo, todo joven debiera tomar conciencia de su importancia, y hacer el esfuerzo necesario para alcanzar un criterio maduro y un carácter bien formado. Durante este proceso serán de mucho valor los consejos de los padres, de los profesores, los orientadores, de los buenos libros y, especialmente, de las abundantes orientaciones que aparecen en la Biblia. Oír y leer con aceptación, incorporando a la vida práctica las buenas instrucciones, ayudará enormemente.

También se necesita el desarrollo de las facultades intelectuales, emocionales y volitivas. Todos tenemos estas capacidades que, debidamente ejercitadas, pueden alcanzar niveles de desarrollo elevadísimos. Desarrollar la inteligencia, dominar los afectos y fortalecer la voluntad, son aspectos importantes para ayudar a la persona a gobernarse a sí misma y a resolver los problemas que la vida le presenta.

La experiencia física del amor tiene su momento apropiado y sólo entonces contribuye a la edificación de la pareja. Sin llegar a la expresión del amor sexual del amor físico, hay otras formas correctas de manifestar cariño, como por ejemplo las caricias. El Dr. Pedro Tabuenca, solía orientar esta cuestión haciendo un dibujo. Diagramaba en el pizarrón un cuerpo humano con los brazos extendidos hacia fuera. Después trazaba un rectángulo con una línea superior que pasaba por el cuello y una inferior que pasaba por las rodillas, unidas por dos líneas laterales paralelas que descendían de los hombros. Entonces decía: "Pueden acariciar todo lo que queda fuera del rectángulo y no tendrán problemas".

Su idea era que este tema debía ser claramente conversado por la pareja, y una vez establecidos los límites, ninguno de los dos debía traspasarlos. Si esto ocurriera, el otro inmediatamente debería hacer recordar el acuerdo convenido. En esta materia debe ejercerse el mayor cuidado. La mayoría de los jóvenes, cuando inician su período de enamoramiento, lo hacen con las mejores intenciones y sin un propósito sexual. Pero después, la ilimitada expresión física del afecto, puede arrastrarlos a cometer lo que inicialmente nunca pretendieron. Con frecuencia se dice que si se ama a alguien, se le expresará en forma sexual. Pero la verdad es que si no se puede expresar el amor fuera de la relación sexual, no es verdadero amor. Así como las caricias muy íntimas, los besos demasiado apasionados tampoco contribuyen a mantener el autocontrol.

A veces se realiza lo que se llama el juego de "casi, casi", donde se permite todo menos la relación sexual misma. No se puede negar que la atracción física es un elemento normal; sin embargo, debe ser controlada, pues de lo contrario se irá avanzando siempre un poco más hasta llegar al acto sexual.

Con la pérdida de la virginidad, cuya sola expresión hoy parece pasada de moda, la pareja se incorpora en un tipo de experiencia que, cuando no ocurre en el matrimonio, es generalmente frustrante. Es que entrar y salir promiscuamente de camas, además de ser un riesgo para la salud, por las enfermedades de transmisión sexual, es muy poco romántico. El camino de las relaciones prematrimoniales libres, no produjo la satisfacción que sus promotores prometían. Bárbara Cartland dijo: "todavía quiero encontrar un hombre que no desee por esposa a una señorita bien diferente de aquellas con quienes él hace sus 'programas'. Y todavía estoy buscando a una mujer que no desee el amor de un hombre que la idolatre. Es una mujer idealizada la que cada hombre coloca en sus pensamientos secretos para adorar como esposa, como madre de sus hijos, y como faro e inspiración".

Es importante, entonces, reservar la expresión sexual del amor sólo para el matrimonio. Para esto debemos recordar que el sexo es una parte del amor. Es fundamental y hermoso a su debido tiempo, pero expresado prematuramente produce los efectos contrarios. Uno de los errores que deben ser evitados es la idea de que las experiencias sexuales antes del matrimonio ayudarán positivamente a la vida sexual matrimonial. El sexo no es una demostración de técnica sino una expresión de amor. Cuanto mayor sea la promiscuidad antes del casamiento, menor capacitadas estarán las personas para expresar el amor en el matrimonio. Si las relaciones sexuales no son la expresión de un impulso de toda la persona, y se limitan a ser la satisfacción de un impulso biológico, no pueden proporcionar la felicidad apetecida. Sólo la plena liberación del dominio de las pasiones interiores puede mantener a una persona completamente alejada de la práctica sexual hasta la llegada del matrimonio. Sólo quien ha tenido una profunda experiencia con Dios, y ha logrado la liberación interior de su espíritu por obra de ese amor con el ser Supremo, está en condiciones de controlar totalmente su vida. Este es un tipo de control que no resulta opresivo. Es el control de la persona libre. Esto impedirá que se confunda la pasión ciega, irracional y egoísta con el amor.

La persona que ejerce ese control sobre sí mismo no se dejará dominar por el sentimentalismo amoroso que generalmente se transforma en pasión. Por el contrario, habrá un verdadero predominio de lo espiritual sobre lo carnal.

El verdadero amor es siempre responsable. La mayor prueba del amor consistirá en evitar toda angustia a la persona amada. Las relaciones sexuales prematrimoniales acarrean una cantidad de situaciones difíciles, especialmente para la mujer. Si tiene un embarazo prematuro tendrá que enfrentar la desaprobación de su familia, los comentarios adversos de sus amistades, las dificultades económicas, la postergación de planes de realización personal o capacitación profesional, etc. Si el joven realmente ama a su novia, deberá estar dispuesto a protegerla de esta clase de sufrimiento. De lo contrario, su amor no pasa de ser una pasión. La pasión generalmente no se preocupa por evitar sufrimientos. Está impulsada por el ansia de poseer. Lo único que le interesa es la posesión del ser amado. Ese es un amor irresponsable y egoísta. Por lo tanto es despreciable.

El noviazgo es un período de la vida durante el cual cada uno de los novios revela, por lo menos en parte, lo que será su actitud posterior. Es cierto que resulta imposible vivir durante el período del noviazgo lo que será la vida diaria en el matrimonio. Con todo, hay una cantidad de elementos que es indispensable observar antes del casamiento, especialmente los que tienen que ver con el carácter de ambas personas. Enceguecerse a tal punto de no distinguir la pasión del verdadero amor, significa entrar en una aventura peligrosa que generalmente termina en tragedia.

Encarar el amor con responsabilidad implica tomar en consideración los principios religiosos de los dos miembros de la pareja. Ambos deberían tener los mismos principios y someterse a una misma concepción religiosa. De no ser así, la religión, en lugar de constituir un elemento de acercamiento y de unidad, será un elemento de conflicto. El verdadero amor no produce conflictos. Tampoco se coloca en situaciones en que las dificultades surjan espontáneamente. El noviazgo de personas libres es una hermosa experiencia de amor.

La diferencia de sexo no fue establecida para crear una separación o desigualdad entre el hombre y la mujer, sino para ser un elemento de unión y de multiplicación. De unión, porque el hombre debía cortar cualquier otro vínculo social para dar absoluta prioridad a la relación con su esposa, con quien ahora sería "una sola carne"; de multiplicación, porque en la unión matrimonial el hombre y la mujer forman el núcleo básico de la sociedad, y es en el seno del hogar donde se realiza la procreación.

Esta enseñanza de la igualdad de hombre y mujer en el matrimonio, está claramente expuesta en el relato bíblico. Eva fue creada de una costilla tomada del costado de Adán; este hecho significa que ella no debía dominarle como cabeza, ni tampoco debía ser humillada y hollada bajo sus plantas como un ser inferior, sino que más bien debía estar a su lado como su igual, para ser amada y protegida por él como la costilla está cerca y protege al corazón.

La igualdad no significa que el hombre y la mujer sean dos seres idénticos. Se trata de una igualdad de derechos, de relaciones y de posición delante de Dios y de la sociedad.

No siendo dos personas absolutamente uniformes, pueden sentir de manera distinta, pueden reaccionar de modos diversos, pueden inclusive tener puntos de vista que no coincidan en todos los aspectos. Esto no significa que tales diferencias conspiren contra la unidad. Por el contrario, esas diferencias deben servir para que los miembros de la pareja se complementen y logren una mayor eficiencia en la vida familiar, en la vida social y todos los aspectos de la vida cotidiana.

Es indispensable que en el matrimonio exista compañerismo, amor y comprensión, aunque no siempre uno entienda la forma de proceder del otro. La unidad del matrimonio se realiza más en el ámbito del temperamento, de la vida afectiva, de la vida espiritual, de los gustos, de las inclinaciones, de los propósitos y de la conducta moral que en el área de las reacciones síquicas o las captaciones mentales.

El matrimonio es un vínculo de amor, de simpatía y de cariño. Es una unión de propósitos, de intereses y de realizaciones. Es responsabilizarse por el otro, es hacerse cargo del otro. El hombre y la mujer no fueron unidos por Dios en el matrimonio para que, intelectualmente hablando, lleguen a las mismas conclusiones frente a las mismas cosas. Fueron unidos por Dios para que se amen.

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