lunes, 22 de febrero de 2010

ORIGEN DIVINO DE LA BIBLIA


¿Qué pruebas nos dan la seguridad de que el Dios Todopoderoso es único y verdadero Autor de las Sagradas Escrituras? Consideremos algunos hechos reveladores:

Unidad y armonía de su contenido. La Biblia es un conjunto de 66 pequeños libros escrito por unas 40 personas a lo largo de 1.500 años. La mayoría de los escritores no se conocieron entre sí. Vivieron en épocas diferentes y pertenecieron a culturas distintas.

A pesar de esas circunstancias, los escritos de todos armonizan en forma magistral. Con diferencias de estilo, todos hablan del mismo Dios, todos exaltan las mismas normas de conductas y todas coinciden en presentar el tema básico de la Biblia, que es el amor divino hacia la humanidad. Esta unidad de pensamiento y propósito sólo e explica al aceptar que el mismo Dios los inspiró a todos por igual.

Su permanencia. Declara el profeta: “Secase la hierba, marchitase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre” (Isaías 40:8).

Así es. “El imperio de César ha pasado; las legiones de Roma ya están en el polvo; los aludes que Napoleón despeñara sobre Europa han desaparecido; el orgullo de los faraones está abatido. La tradición ha cavado para la Biblia un sepulcro; la intolerancia ha encendido muchas piras; pero la Palabra de Dios permanece todavía”. Y siempre habrá de permanecer, porque proviene de Dios, quien vive por la eternidad.

Su carácter profético. Se estima que más de 6.000 versículos bíblicos contienen profecías o preanuncios del futuro, los cuales se han cumplido a su debido tiempo y otros están en vías de cumplirse.

Una de las profecías más admirables anticipa la venida de Jesús a esta tierra como el Mesías y Salvador del mundo. Predijo su nacimiento virginal, su vida milagrosa, su muerte, su resurrección y ascensión a los cielos.

Con más de 500 años de anticipación, el profeta Miqueas indicó que Cristo Jesús nacería en el pueblo de Belén. Y el profeta Isaías, 700 años antes de la llegada del Mesías, declaró que este nacería de una virgen.

¿Quién, sino el Dios Todopoderoso puede descifrar el futuro y dar así seguridad al corazón?

Su mensaje es para todos. La Escritura es el libro universal dirigido al corazón del hombre por el único que puede entender cada uno de sus anhelos. Su contenido responde a las necesidades de todo ser humano.

En la Biblia hay palabras sabias para el joven, el niño, el adulto y el anciano. Hay palabras oportunas para el pobre, para el rico, para el adolorido o para el que está contento.

Francisco E. Estrello declaró: “La Biblia nos habla hoy porque tiene un mensaje viviente: es el mensaje de Dios para la humanidad, y el hombre de hoy es el mismo de ayer, con sus mismas necesidades, con sus mismos problemas, con sus mismas angustias, con su misma urgencia de salvación de pecado. La Biblia nos habla hoy porque el Dios que se mueve entre sus páginas, es el Dios eterno que sigue buscando al hombre con la misma pasión redentora”.

Tiene poder para transformar. Al describir ese poder, el apóstol Pablo declaró: “Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 S. Pedro 1: 23).

Esta influencia se manifestó de forma dramática en el caso de “Bounty”, el navío inglés cuya tripulación se sublevó en 1789, dando lugar a uno de los acontecimientos más notables de la historia del Océano Pacífico. Los nueve amotinados desembarcaron en la pequeña isla de Pitcairn. Uno de los marineros descubrió como hacer licor, y esto promovió vicios, contiendas y toda clase de males.

Al cabo de un tiempo, sólo quedaron un hombre, Alejandro Smith, unas pocas mujeres y algunos niños en la isla. Entonces Smith se interesó en la Biblia que habían sacado del barco antes de destruirlo. La leyó y comenzó a compartirla con el grupo.

¡Y se produjo el milagro! Fue como si todas aquellas personas hubiesen nacido de nuevo. El año 1803, al llegar a la isla el navío Topaz de la marina norteamericana, encontró en ella una comunidad próspera y feliz, sin cárceles ni delincuentes: una comunidad cristiana que aún hoy vive los principios de la Biblia.

Sí, las Sagradas Escrituras son poderosas para transformar al ser humano. Sus ideas, verdades y promesas revolucionan la mente y tocan el corazón. Imparten la vida que viene de Dios. Hablando de ese poder, el apóstol Pablo dice lo siguiente: “Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y que penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12).

Dr. Milton Peverini

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