domingo, 25 de febrero de 2007

GOTITAS DE ROCIO

MANOS HERIDAS
En cierta ocasión, un hombre cuidó de un niño abandonado y fue para él como un padre. Ocurrió que hubo un incendio en su barrio, y su casa fue alcanzada por las llamas. El hombre entró a su casa a rescatar a su niño, quien estaba en su cuna, pero las llamas se lo impedían. Finalmente, en un acto de heroísmo, rescató al niño y lo protegió del fuego con su cuerpo. Como consecuencia de esto, sus manos se quemaron. El tiempo pasó, el niño creció, y cuando tenia como 9 años de edad, se apareció su verdadera madre, que lo había abandonado años atrás, y quiso llevarse al niño consigo, por este motivo, llevó a juicio al hombre que cuidó al niño durante todos esos años, para que le entregara al niño. Mientras la madre señalaba ser la madre biológica, el hombre solo se limitó a mostrarle al juez sus cicatrices en ambas manos, y contarle como se las hizo arriesgando su vida por salvar al niño. Finalmente, el juez le dio el cuidado del niño al hombre que lo cuidó todos esos años y arriesgó su vida por él. Cristo dio su vida por ti y por mí, para salvarnos de la muerte eterna. Nos muestra sus manos heridas por los clavos de la cruz, y nos dice:“mío eres tú, pues te llevo esculpido en mis manos por amor a ti”. “¿Se olvidará del fruto de su vientre la que dio a luz? Aunque ella olvide, yo nunca me olvidaré de ti”.


LA BIBLIA UN TESORO
Un hombre dejó a sus hijos por herencia sus bienes materiales en un testamento, a todos les dejó algo grande, pero a una de sus hijas, solo le dejo su Biblia y el consejo de que la leyera. Su hija se molestó mucho por esto, al recibir la Biblia por herencia al morir su padre. Pasaron los meses y las necesidades económicas la apremiaban. Un día decidió leer la Biblia que su padre le había dejado y allí encontró un cheque a su nombre por una enorme suma de dinero. Ella se dijo a sí misma: “yo, todos estos días estuve pasando necesidades y en mi Biblia tenía un tesoro” Si, en la Biblia tenemos un tesoro por descubrir para todas nuestras necesidades.


CONSAGRACION
Un joven recién ingresado a la universidad, fue blanco de las bromas de bienvenida de sus compañeros. Una novatada. Lo pintaron de rojo, le pusieron unos cachos en la cabeza y una cola, disfrazándolo de diablo. Lo dejaron en medio de la calle, y él avergonzado, trató de ocultarse en una iglesia que estaba abierta y en la que no había mucha gente. Al verlo entrar a la iglesia, el primero que salio corriendo de susto fue el predicador, lo cual generó el pánico en los demás y todos se fueron de la iglesia, menos una señora gorda que no pudo escapar por la ventana. El joven se acercó para pedirle ayuda, pero la señora, antes de que le dijera nada, ella le dijo: “Mire señor Diablo, es cierto que yo desde hace mucho tiempo que asisto a esta iglesia, pero déjeme decirle que yo siempre lo he llevado en mi corazón”


LA CARA DE MAMA
Una niñita ciega de nacimiento se sometió a una exitosa operación de la vista. Cuando le quitaron los vendajes vio por primera vez la hermosura de las flores, los árboles y el pasto iluminado por la luz del sol. Cuando se le pregunto qué era lo que más le había gustado ver hasta ese momento, ella respondió: “La cara de mamá”. Cuando la clara luz del Evangelio brilla en el alma oscurecida por el pecado, disipando la oscuridad del pecado, entonces adoraremos “a Jehová en la hermosura de la santidad” (Salmos 96:9). Y al estar de pie entre los redimidos ante el trono de Dios, veremos su rostro tan claramente como esa hija, antes ciega, vio el rostro de su madre.

VIVORAS COLORIDAS
Lewis Morton de 16 años subió al ómnibus cerca del zoológico con una bolsa plástica en la mano. Al final del recorrido, se echó la bolsa al hombro y se dio vuelta aterrado, avisándole al conductor que lo había mordido una serpiente. Viendo las marcas que lo demostraban, el conductor pidió ayuda por radio. La policía corrió al lugar y un oficial entrenado en víboras recogió dos gaboon mortalmente venenosas. Apresuradamente llevaron al muchacho al hospital. Gracias al esfuerzo de los médicos, el muchacho se recuperó, pero llevará para siempre las cicatrices de los colmillos de la víbora. Las víboras gaboon son interesantes y coloridas, con diseños semejantes a una alfombra oriental. El joven aparentemente las encontró atractivas. Su apariencia disfrazaba su poder mortífero. Cuan a menudo encontramos irresistible el pecado. Parece maravilloso. Atrae nuestros sentidos. No vemos ningún mal en él. Pero eventualmente sentimos su mordedura mortal. Aunque Dios nos perdona gratuitamente cuando nos damos cuenta de que hemos cometido una equivocación, debemos llevar sus consecuencias. Llevamos las cicatrices.

DIOS EXISTE
Un cristiano entró a una peluquería y mientras lo afeitaban y cortaban su pelo, el peluquero hablaba y decía: “Yo no creo que Dios exista”. _ “Porqué dice usted eso”, contestó el cristiano. _ “Pero como va a existir un Dios de amor si hay tanta maldad e injusticia en este mundo. Gente que mata, que roba, que engaña, que oprime a su prójimo. Cómo puede Dios permitir que exista eso. Yo no creo que Dios exista”, insistió el peluquero. El cristiano no le quiso discutir, por temor a que se enfadara y se le pasara la mano con la hoja de afeitar. Cuando salió de la peluquería, vio que en la calle había un hombre con el pelo bien largo y todo barbudo. Se devolvió a la peluquería y le dijo al barbero: “Oiga amigo, ¿sabe una cosa? He llegado a la conclusión de que los peluqueros no existen”. _ “Pero cómo que no existen, si yo soy peluquero”, contestó este. _ “Pero es que allá en la calle hay un hombre con el pelo largo y todo barbudo”, respondió el cristiano. _ “¡Ah!, pero es que él no ha venido a mi, por eso es que está así”, fue la respuesta del barbero. Y el cristiano señaló: _ “Lo mismo sucede con Dios. Si este mundo esta lleno de maldad y la gente comete tantos crímenes y actos detestables, no es porque Dios no exista, sino porque la gente no ha querido ir a El; por el mal uso que hemos hecho de nuestra libertad, por nuestra dureza de corazón, pues es el pecado el que tiene a este mundo arruinado y Dios nos llama para limpiarnos del pecado y hacernos buenas personas, pero Jesús nos está diciendo: “No han venido a mí”.

TODO VA A SALIR BIEN
Dios hace por usted, lo que el padre de Bill Tucker hizo por él. Bill tenía dieciséis años cuando su padre tuvo quebrantos de salud que lo obligaron a dejar su negocio. Incluso después de su recuperación, la familia Tucker tuvo grandes dificultades económicas.
Siendo un tipo empresarial, el señor Tucker tuvo una idea. Se ganó un contrato para remodelar los asientos de una sala de cine, lo cual tomó a la familia por sorpresa, pues nunca había cosido un asiento. Ni siquiera tenía una máquina de coser, pero encontró a alguien que le enseñó el oficio y consiguió maquinaria industrial. La familia tuvo que rebuscarse hasta el último centavo para comprarla. Agotaron sus cuentas de ahorros y sacaron monedas de los muebles hasta reunir el dinero.
Fue un día bonito cuando Bill acompañó a su papá a recoger el equipo. Bill recuerda un viaje jovial de una hora en el que hablaron de un futuro nuevo con la oportunidad que tenían entre manos. Subieron la maquina a la camioneta y la aseguraron al chasis. El señor Tucker invitó a su hijo a conducir de vuelta a casa, y ahora voy a dejar que Bill cuente lo que pasó:

 “Íbamos muy emocionados  viajando por la carretera y yo, como cualquier conductor de dieciséis años, no me fijé mucho en la velocidad. Cuando pasamos una curva para entrar a la autopista, jamás olvidaré cómo aquella cosedora industrial, tan pesada empezó a ladearse. Pisé los frenos, pero ya era demasiado tarde.  La máquina se cayó y yo salí corriendo para ver derrumbada nuestra esperanza y nuestros sueños despedazados. Me fijé de inmediato en mi papá mirando lo sucedido. Todo lo que arriesgó y todos sus esfuerzos, todas sus luchas y todos sus sueños, la esperanza que albergaba de sostener a su familia, yacía en el suelo, rota en mil pedazos.
 Se imaginará lo que vino a continuación. “Este jovencito imbécil iba demasiado rápido, sin prestar atención, arruinó a la familia y nos quitó el único medio de supervivencia­­­”. Pero eso no es lo que él dijo. Mi papá me miró directo a los ojos y dijo: “Oh Bill, lo siento mucho”. Luego se acercó a mí, me abrazó y dijo en tono conmovedor: “Hijo, todo va a salir bien”.
 Dios le susurra lo mismo ¿Puede sentir su abrazo? Confíe en él. ¿Puede oír su voz? Créale. Déjese confortar por el único que tiene la última palabra en el universo. A veces uno siente que la vida se desmorona y parece irreparable, pero todo va a salir bien. ¿Cómo puede saberlo? “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él” (Juan 3:16,17).  

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