miércoles, 6 de agosto de 2014

LECCIÓN 1: ¿QUÉ DEBO HACER PARA SER SALVO?


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                LECCIÓN 1: ¿QUÉ DEBO HACER PARA SER SALVO?


         El cristianismo consiste en conocer y amar a Cristo. El cristianismo y la salvación no se basan en lo que uno hace, sino en una Persona a quien uno conoce. Es indiscutible que a quien uno conoce en este mundo es muy importante, y ese hecho puede marcar la diferencia. Si usted busca trabajo, y conoce al jefe de una compañía, tiene una ventaja. Si lo llevan a la corte y conoce al juez, eso es una buena noticia. Si le interesa conocer a cierta persona, y descubre que conoce a un amigo de ella, tiene el problema resuelto. ¿Conoce usted al Señor? Conocer a Jesús es la base misma de la vida cristiana; es el camino que conduce a la vida eterna. “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (San Juan 17:3). El hecho de conocer a Jesús, producirá un cambio en su estilo de vida, porque al conocerlo, amarlo y al relacionarse con él, usted será transformado a su imagen. El cielo consiste en acercarse incesantemente a Dios por Cristo.

        La Palabra de Dios, como el carácter de su divino Autor, presenta misterios que nunca serán plenamente comprendidos por seres finitos. La dificultad está únicamente en la debilidad y estrechez de la mente humana. Pero esto no es razón para dudar, pues en el mundo natural, siempre estamos rodeados de misterios que no podemos sondear. Aún las formas de vida más humildes, presentan un problema que el más sabio de los científicos  es incapaz de explicar. ¿Deberíamos sorprendernos que también en el mundo espiritual, encontremos misterios que no podamos sondear?

        En el relato de la creación, Dios se refiere a sí mismo en la forma plural: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” (Génesis 1:26). La revelación especial del Espíritu Santo como una persona divina distinta del Padre y el Hijo, completa la expansión del Nuevo Testamento del cuadro bíblico de la pluralidad del Dios uno. Hay tres personas divinas diferentes en la única Deidad cristiana. El bautismo de Jesús originó la más clara revelación histórica de la Trinidad que está disponible para nosotros. El Hijo apareció en su existencia humana encarnada, el Espíritu Santo estuvo presente en la forma de una paloma y el Padre se reveló a sí mismo “Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:16,17).
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (San Juan 14:6).     
 
Si queremos tener la vida, debemos tener comunión con la persona vida; el Señor Jesucristo.


“En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con 
el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra” (Jeremías: 23:6).

     Si queremos ser salvos, debemos ir a la persona Salvación; el Señor Jesucristo y vivir con él.

“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21). “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:1).

        Si queremos ser justos, debemos ir a la persona Justicia; el Señor Jesucristo y quedarnos con él.

“Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios…” (Gálatas 5:19-21).

        El hombre no es pecador porque mata; el hombre mata porque es pecador. El primer problema del hombre no es que mató; sino que el primer problema del hombre es que es pecador. La parábola del hijo pródigo enseña que el padre recibió a su hijo como estaba. Lo abrazó y lo besó, así sucio, inmundo y maloliente como estaba. No importa como esté tu vida; si estás viviendo en adulterio, si eres un presidiario, si eres un viciado en drogas, si eres un mentiroso, si estas aprisionado en algún vicio, si pensamientos inmundos te atormentan, si sentimientos sucios pueblan tu corazón, no importa lo que eres. No importa como vivas. Tú eres la cosa más linda que Jesús tiene en esta vida. Tienes que venir a Jesús como estás. Llevándole tu vida como estás. Nunca trates de corregir tu vida solo. Jesús te recibe como estás y en su amor es que tú sientes el deseo de cambiar de vida. Jesús te recibe y te acepta y te da el poder y la fuerza necesaria para que desaparezcan de tu vida todas las cosas que te atormentan y aprisionan tu vida. Vida cristiana es una experiencia de amor entre Cristo y el ser humano. Es un asunto práctico. Si quieres vivir una vida cristiana, en primer lugar tienes que ir a Jesús y vivir con él, abrazarte de él y decirle: “Señor Jesús, tú eres todo para mí. Sin ti yo no soy nadie”.



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