LECCIÓN 2: ¿CÓMO PUEDO LIBRARME DEL
COMPLEJO DE CULPA?
Cuando el ser humano va a Jesús, él
despierta en lo profundo de su alma, el dolor por el tipo de vida que estamos
viviendo. Crea el deseo de apartarnos de ese tipo de vida y nos da el
arrepentimiento. El arrepentimiento no es algo que produce el corazón humano,
es algo que el Espíritu Santo produce en el corazón del hombre.
“¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?”(Romanos 2:4). |
Mucho cuidado con pensar que tienes
que arrepentirte para ir a Jesús. Todo lo contrario, tienes que ir a Jesús
para arrepentirte. Él, en su amor, nos despierta el deseo de salir de ese
tipo de vida. Tenemos que ir a Jesús como estamos, llevándole todo lo que
somos: la inmundicia de nuestra vida, nuestro pasado tenebroso, nuestros
vicios, nuestros hábitos, nuestros pensamientos y sentimientos inmundos.
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Cuando nos arrepentimos, brota de
manera natural de nuestros labios la confesión: “Señor, yo soy este hombre o esta mujer, que no vale nada; yo
soy este pobre pecador; y te traigo mi triste pasado”. He inmediatamente el
Señor me contesta: “Si confesamos
nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad” (1Juan 1:9).
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El complejo de culpa es algo que
puede llevar a un hombre a la muerte. El pasado atormenta.
“Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados” (Miqueas 7:19).
“Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones”. (Salmos 103:12).
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No importa lo que tú hayas sido en tu
vida. No importa como hayas vivido cuando no conocías a Jesús. No importa lo
que hayas hecho. Si tú vas a Jesús llevándole tu vida como está y él produce
en ti el arrepentimiento y brota de
tus labios la confesión sincera por todo lo que hiciste, el Señor coloca su
mano en tus labios y te dice: “Hijo, no hables más. No importa lo que fuiste,
yo perdono tus pecados. Yo echo todos tus pecados en el fondo del mar y no me
acuerdo más de lo que hiciste. Yo alejo de ti tu pasado, como el oriente está
lejos del occidente. En ese momento Dios transforma completamente tu vida”.
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Conversión es cambio de vida.
Convicción es cambio de manera de pensar. Conversión tiene que ver con el
cambio de nuestra naturaleza, el cambio del corazón, el cambio de las
intenciones, el cambio de la vida. La transformación es un milagro que Dios
realiza en nuestras vidas, si se lo pedimos con fe. Hay muchas personas que
nunca fueron convertidos, sino sólo convencidos. Sólo podemos ser auténticos
cristianos, si hemos pasado por la experiencia de la conversión.
“Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. (Juan 3:6). |
Hay muchas personas que quieren vivir
la vida de un hijo de Dios, la vida de una oveja, sólo porque un día abrieron
la Biblia y encontraron la doctrina de
Jesús y aprendieron cómo es que Dios quiere que sus hijos vivan. Quieren ser
una oveja de Jesús, pero ellos se olvidan que todos los seres humanos nacimos
lobos; nacimos separados de Dios, trayendo la naturaleza pecaminosa, la cual
se deleita en hacer las cosas malas, en practicar el pecado; se deleita en
vivir separado de Jesús.
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Si sólo hemos recibido información,
doctrina, pero nunca se operó en nosotros el milagro de la conversión, nunca
podremos ser felices en la vida cristiana. Para poder ser feliz en esta vida,
tiene que cambiar tu corazón, tiene que cambiar tu vida, y eso es un milagro que sólo Jesús puede
hacer.
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Tienes que ir a Jesús hoy y decirle:
“Señor Jesús, estoy aquí, por favor opera en mí el milagro. Soy malo(a), no
me gusta vivir a tu lado, no me gusta obedecerte. Toda mi vida pasada he
vivido en caminos equivocados, he hecho sufrir a tanta gente y continúo
haciendo sufrir a mi familia. Yo no creo en mí mismo(a), pero yo vengo a ti.
No quiero ser más un lobo, quiero ser una oveja, por favor, haz un milagro en
mi vida”. Y si tú crees que Jesús puede hacer el milagro, él lo hará. Si en
tu corazón existe el deseo sincero de cambiar de vida, él te cambiará, porque
lo ha hecho con tanta gente en el pasado; ha cambiado a tantas personas y tú
no serás ni la primera ni la última que Jesús pueda cambiar. Tienes que
decidirte ahora.
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