LECCIÓN 7: ¿CUÁL ES EL VERDADERO DÍA
DE DESCANSO?
Existe mucha discusión en el mundo
cristiano en relación al día de reposo. Algunos creen que es el sábado, otros
creen que es el domingo, y hay un gran grupo que cree que cualquiera que sea
el día, no tiene ninguna importancia. Pero la Biblia dice: “Fueron, pues, acabados los cielos y la
tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra
que hizo; y reposó en el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios
al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había
hecho en la creación” (Génesis 2:1-3).
Dios descansó el sábado, aunque Dios
no se cansa, porque él es Dios. ¿Por qué, entonces tuvo que descansar?
Evidentemente que Dios tenía algo más profundo que enseñarnos con su ejemplo
de descansar el sábado. La Biblia dice que Dios bendijo el sábado y lo
santificó. Algo que es bendecido deja de ser común y corriente y se tiene que
respetar, y algo que es santificado, no se le puede dar un uso profano.
El sábado no es un día como los demás
días, porque en ninguna parte de la Biblia dice que el Señor haya bendecido y
santificado alguno de los otros días. El registro bíblico es bien claro
cuando dice que Dios bendijo y santificó el sábado. Y en ninguna parte de la
Biblia, se señala que Dios le haya retirado esa bendición y santificación al
sábado y se la haya otorgado a otro día.
Dios estableció el sábado como una
señal entre Dios y su pueblo. “Y les di
también mis días sábados, para que
fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que
los santifico” (Ezequiel 20:12). Un día de comunión especial, para
santificar al pueblo de Dios, y para que este pueblo ayude al necesitado.
Durante toda la semana vivimos realizando tareas, trabajos, actividades
comerciales, productivas y domésticas, que nos afanan y estresan. Además,
Dios sabía que el ser humano tendría la tentación de creer que Dios no
existe, y que es el hombre el dueño de todo, que puede todo y sabe todo. Y
para que el ser humano no corriese el peligro de olvidarse de Dios, él
estableció el sábado. Así, el hombre tendría que pensar más en Dios y en su
prójimo, y menos en sí mismo.
Cuando Jesús estuvo en esta tierra,
era su costumbre entrar todos los sábados al templo, para mantener una comunión
especial con su Padre Celestial. “Fue a
Nazaret, donde se había criado, y un sábado entró en la sinagoga, como era su
costumbre. Se levantó para hacer la lectura” (Lucas 4:16). El sábado se
hizo por causa del hombre, es decir, para la humanidad toda, y no para el
pueblo judío exclusivamente. “El sábado
se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado – añadió –” (Marcos
2:27).
Por
otro lado, cuando el mandamiento del sábado es entregado a la humanidad por
Dios a través de Moisés, el pueblo de Israel no estaba descubriendo allí el
sábado como día de reposo. El sábado ya se guardaba desde antes; desde la
creación del mundo. La entrega de la ley de Dios a Moisés, es registrado en
Éxodo 20, pero antes de eso, ocurrió lo que está registrado en Éxodo 16. “—Esto es lo que el Señor ha ordenado— les
contestó— Mañana sábado es día de reposo consagrado al Señor… Deben recogerlo
(el maná) durante seis días, porque el día séptimo, que es sábado, no
encontrarán nada” (Éxodo 16:23,26). El día sábado no caía maná, y el día
viernes caía doble ración y tenían que recoger doble porción. Era el único
día que el maná no se descomponía y duraba dos días, el resto de la semana,
se malograba si se guardaba para el día siguiente. Algunos desobedecieron y
salieron a recoger mana el sábado, y Dios los reprendió diciendo: “¿Hasta cuándo seguirán desobedeciendo mis
leyes y mandamientos?” (Éxodo 16:28). Esto demuestra que antes del Sinaí
y la entrega de la ley, ya existía la observancia del sábado y todos los
mandamientos, pues la ley es eterna, y es dada a la humanidad toda desde la
creación, y no es solo para un pueblo específico en un momento dado de la historia.
Algunos piensan que Jesús abrogo o
anuló la ley. La única ley que fue abrogada después de la cruz, es la ley
ceremonial, de los sacrificios y ofrendas, pero no la ley de los diez
mandamientos. Jesús dijo: “No piensen
que he venido a anular la ley o los profetas; no he venido a anularlos sino a
darles cumplimiento” (Mateo 5:17). Y las mujeres que prepararon esencias
aromáticas, para ungir el cuerpo de Jesús después de su muerte en la cruz,
siguieron guardando el sábado, dejando en claro que Jesús no vino a abolir la
ley de Dios de los diez mandamientos con su muerte. “Luego volvieron a casa y prepararon especias aromáticas y perfumes.
Entonces descansaron el sábado, conforme al mandamiento” (Lucas 23:56). El
sábado seguía siendo un mandamiento después de la muerte de Cristo.
Jesús también señaló que el sábado
sería un día sagrado en el futuro, aún más allá de su muerte, y aconsejó
orar, para que cuando la ciudad sea sitiada por los romanos, no tengan que
huir en sábado: “Oren para que su huida no suceda en invierno ni en sábado” (Mateo
24:20). Esa persecución acontecería el año 70 d.C. En opinión de Jesús,
el sábado seguiría siendo un día santo casi 40 años después de su muerte.
Los apóstoles guardaron el sábado. “Todos los sábados discutía en la
sinagoga, tratando de persuadir a judíos y a griegos” (Hechos 18:4).
Pablo guardaba el sábado, y ya estamos en la era cristiana, Cristo ya murió,
sin embargo Pablo se reunía con judíos y griegos en sábado, y los griegos no
guardan el sábado. Así también, en Hebreos señala que resta todavía un día de
reposo para el pueblo de Dios: el séptimo día, o sea el sábado. “Queda todavía un reposo especial para el
pueblo de Dios, porque el que entra en el reposo de Dios descansa también de
sus obras, así como Dios descansó de las suyas” (Hebreos 4:9,10). “De tarde a
tarde guardaréis vuestro reposo” (Levítico 23:32). Es decir, el sábado
comienza a la puesta de sol del día viernes, hasta la puesta de sol del día
sábado.
“Si dejas de
profanar el sábado, y no haces negocios en mi día santo, si llamas al sábado
delicia, y al día santo del Señor, honorable; si te abstienes de profanarlo,
y lo honras no haciendo negocios ni profiriendo palabras inútiles, entonces
hallarás tu gozo en el Señor; sobre
las cumbres de la tierra te haré cabalgar, y haré que te deleites en la
herencia de tu padre Jacob. El Señor mismo lo ha dicho” (Isaías 58:13,14).
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