miércoles, 6 de agosto de 2014

LECCIÓN 7: ¿CUÁL ES EL VERDADERO DÍA DE DESCANSO?


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LECCIÓN 7: ¿CUÁL ES EL VERDADERO DÍA DE DESCANSO?

        Existe mucha discusión en el mundo cristiano en relación al día de reposo. Algunos creen que es el sábado, otros creen que es el domingo, y hay un gran grupo que cree que cualquiera que sea el día, no tiene ninguna importancia. Pero la Biblia dice: “Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó en el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Génesis 2:1-3).

        Dios descansó el sábado, aunque Dios no se cansa, porque él es Dios. ¿Por qué, entonces tuvo que descansar? Evidentemente que Dios tenía algo más profundo que enseñarnos con su ejemplo de descansar el sábado. La Biblia dice que Dios bendijo el sábado y lo santificó. Algo que es bendecido deja de ser común y corriente y se tiene que respetar, y algo que es santificado, no se le puede dar un uso profano.

        El sábado no es un día como los demás días, porque en ninguna parte de la Biblia dice que el Señor haya bendecido y santificado alguno de los otros días. El registro bíblico es bien claro cuando dice que Dios bendijo y santificó el sábado. Y en ninguna parte de la Biblia, se señala que Dios le haya retirado esa bendición y santificación al sábado y se la haya otorgado a otro día.

        Dios estableció el sábado como una señal entre Dios y su pueblo. “Y les di también mis días  sábados, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico” (Ezequiel 20:12). Un día de comunión especial, para santificar al pueblo de Dios, y para que este pueblo ayude al necesitado. Durante toda la semana vivimos realizando tareas, trabajos, actividades comerciales, productivas y domésticas, que nos afanan y estresan. Además, Dios sabía que el ser humano tendría la tentación de creer que Dios no existe, y que es el hombre el dueño de todo, que puede todo y sabe todo. Y para que el ser humano no corriese el peligro de olvidarse de Dios, él estableció el sábado. Así, el hombre tendría que pensar más en Dios y en su prójimo, y menos en sí mismo.  

        Cuando Jesús estuvo en esta tierra, era su costumbre entrar todos los sábados al templo, para mantener una comunión especial con su Padre Celestial. “Fue a Nazaret, donde se había criado, y un sábado entró en la sinagoga, como era su costumbre. Se levantó para hacer la lectura” (Lucas 4:16). El sábado se hizo por causa del hombre, es decir, para la humanidad toda, y no para el pueblo judío exclusivamente. “El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado – añadió –” (Marcos 2:27).

        Por otro lado, cuando el mandamiento del sábado es entregado a la humanidad por Dios a través de Moisés, el pueblo de Israel no estaba descubriendo allí el sábado como día de reposo. El sábado ya se guardaba desde antes; desde la creación del mundo. La entrega de la ley de Dios a Moisés, es registrado en Éxodo 20, pero antes de eso, ocurrió lo que está registrado en Éxodo 16. “—Esto es lo que el Señor ha ordenado— les contestó— Mañana sábado es día de reposo consagrado al Señor… Deben recogerlo (el maná) durante seis días, porque el día séptimo, que es sábado, no encontrarán nada” (Éxodo 16:23,26). El día sábado no caía maná, y el día viernes caía doble ración y tenían que recoger doble porción. Era el único día que el maná no se descomponía y duraba dos días, el resto de la semana, se malograba si se guardaba para el día siguiente. Algunos desobedecieron y salieron a recoger mana el sábado, y Dios los reprendió diciendo: “¿Hasta cuándo seguirán desobedeciendo mis leyes y mandamientos?” (Éxodo 16:28). Esto demuestra que antes del Sinaí y la entrega de la ley, ya existía la observancia del sábado y todos los mandamientos, pues la ley es eterna, y es dada a la humanidad toda desde la creación, y no es solo para un pueblo específico en un momento dado de la historia.

        Algunos piensan que Jesús abrogo o anuló la ley. La única ley que fue abrogada después de la cruz, es la ley ceremonial, de los sacrificios y ofrendas, pero no la ley de los diez mandamientos. Jesús dijo: “No piensen que he venido a anular la ley o los profetas; no he venido a anularlos sino a darles cumplimiento” (Mateo 5:17). Y las mujeres que prepararon esencias aromáticas, para ungir el cuerpo de Jesús después de su muerte en la cruz, siguieron guardando el sábado, dejando en claro que Jesús no vino a abolir la ley de Dios de los diez mandamientos con su muerte. “Luego volvieron a casa y prepararon especias aromáticas y perfumes. Entonces descansaron el sábado, conforme al mandamiento” (Lucas 23:56). El sábado seguía siendo un mandamiento después de la muerte de Cristo.

      Jesús también señaló que el sábado sería un día sagrado en el futuro, aún más allá de su muerte, y aconsejó orar, para que cuando la ciudad sea sitiada por los romanos, no tengan que huir en  sábado: “Oren para que su huida no suceda en invierno ni en sábado” (Mateo 24:20). Esa persecución acontecería el año 70 d.C. En opinión de Jesús, el sábado seguiría siendo un día santo casi 40 años después de su muerte.

      Los apóstoles guardaron el sábado. “Todos los sábados discutía en la sinagoga, tratando de persuadir a judíos y a griegos” (Hechos 18:4). Pablo guardaba el sábado, y ya estamos en la era cristiana, Cristo ya murió, sin embargo Pablo se reunía con judíos y griegos en sábado, y los griegos no guardan el sábado. Así también, en Hebreos señala que resta todavía un día de reposo para el pueblo de Dios: el séptimo día, o sea el sábado. “Queda todavía un reposo especial para el pueblo de Dios, porque el que entra en el reposo de Dios descansa también de sus obras, así como Dios descansó de las suyas” (Hebreos 4:9,10). “De tarde a tarde guardaréis vuestro reposo” (Levítico 23:32). Es decir, el sábado comienza a la puesta de sol del día viernes, hasta la puesta de sol del día sábado.

       “Si dejas de profanar el sábado, y no haces negocios en mi día santo, si llamas al sábado delicia, y al día santo del Señor, honorable; si te abstienes de profanarlo, y lo honras no haciendo negocios ni profiriendo palabras inútiles, entonces hallarás  tu gozo en el Señor; sobre las cumbres de la tierra te haré cabalgar, y haré que te deleites en la herencia de tu padre Jacob. El Señor mismo lo ha dicho” (Isaías 58:13,14).
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