miércoles, 6 de agosto de 2014

LECCIÓN 14: ¿CUÁL ES EL ESTILO DE VIDA CRISTIANO TEMPERANTE?


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LECCIÓN 14: ¿CUÁL ES EL ESTILO DE VIDA CRISTIANO TEMPERANTE?
        Todos debemos elegir cada día, lo que deseamos decir con nuestras vidas. Descubramos algunos principios prácticos que podemos enseñarles a nuestros hijos, para así contrarrestar los efectos de la propaganda en favor del alcohol.

En primer lugar, debemos enfrentar la imagen tan bien presentada, según la cual, la cerveza y el vino, son la recompensa apropiada por un trabajo bien hecho, un partido bien jugado. Vez tras vez, se nos presenta el espectáculo de personas que han logrado algo bueno, que se van a un bar con el fin de premiarse a sí mismos con un trago. El mensaje es: “Esta cerveza es para usted, por ser productivo, por haber tenido éxito”. De este modo, el uso del alcohol se ve purificado, casi diríamos santificado, hasta transformarlo en algo que todo individuo sano y cumplidor merece gozar. Se lo asocia con el éxito. Algunos avisos hacen ímprobos esfuerzos por mostrar cuan limpia y pura es el agua que se usa en cierta marca de cerveza. Y así, está se parece más a un elixir de salud, que a la droga adictiva capaz de alterar la mente, que es en realidad. Desde luego, jamás se mencionan las enfermedades que produce el consumo de alcohol. Por supuesto que jamás se menciona el tremendo problema de la productividad perdida directamente por el consumo de alcohol. Hacer eso echaría a perder el mensaje. Lo que nuestros hijos escuchan con toda claridad es que: “Esta droga es para ti”.

Bien, ¿qué podemos hacer para combatir esta clase de propaganda. Necesitamos pintar un cuadro muy distinto de lo que significa el éxito en la vida. La gente sana no busca recompensas en el fondo de una botella. La actividad y la productividad por sí solas ya son recompensas suficientes. Tomar drogas no es más que un sustituto de las satisfacciones verdaderas. Una visita nocturna a cualquier calle de los barrios bajos, nos demostrará, sin lugar a dudas, que el alcohol es el premio de consuelo que se llevan los perdedores.

 Veamos cómo el apóstol san Pablo definió el éxito: “Me olvido lo que queda atrás, me extiendo a lo que está adelante, y prosigo a la meta, al premio al que Dios me ha llamado desde el cielo en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13,14). Pablo tenía un propósito muy claro y dinámico en la vida. Lo motivaba la conciencia de una misión: Proclamar las buenas nuevas acerca de Cristo. Delante de sí veía esa misión que continuaba proyectándose en su futuro, y se sentía ansioso de permanecer en la carrera, esforzándose por cumplir esa misión que lo llevaba hacia el cielo. Nuestros hijos necesitan blancos amplios, ideales elevados, un sentido claro de misión que los atraiga hacia el cielo. Ser productivos en la obra de Dios, es de por sí una obra maravillosa. Debemos recordar que el alcohol es un medio para llenar una vida vacía. Los muchachos que se ocupan en actividades valiosas y que adoptan blancos elevados, rara vez caen víctimas de la propaganda de la industria del alcohol. Los más vulnerables son los individuos cuya vida es vacía y sin propósito. Por esta razón, anime usted a sus hijos y ayúdeles a ver que sus vidas pueden tener un propósito elevado. Hágales llegar un mensaje diferente al de los avisos de cerveza. Dígales: “Esta vida es para ti”.

        Otra parte del mensaje que proclaman los avisos de bebidas alcohólicas, es que los momentos placenteros con los amigos, van juntos con el consumo de cerveza o de vino. Se representa muy gráficamente al alcohol, como el componente clave de la felicidad social. Si tan sólo podemos juntarnos con nuestros amigos y unas botellas de cerveza, se nos asegura que la vida no puede ser mejor. Y desde luego, siempre se presenta el acto de beber como algo romántico. El encuentro de la señorita perfecta y el príncipe azul en un bar, es la escena preferida de muchos avisos de bebidas alcohólicas. Se pretende que allí donde corre el alcohol, el romance nace y se fortalece. En realidad, si se dijera la verdad, habría que admitir que el alcohol, probablemente, ha arruinado más relaciones que cualquier otro factor que podamos imaginar. Pensemos, ¿cuántas simples diferencias de opinión, han provocado fieras peleas impulsadas por la ardiente llama del alcohol? Pensemos en las innumerables tragedias que se esconden tras las paredes de tantos hogares. Esposas maltratadas por sus esposos dominados por la ira que sobrecoge a tantos bebedores. Niños que se esconden en un rincón llenos de terror, al oír que su padre llega ebrio al hogar. Familias cuya unión ha sido fracturada por la adicción de alguno de sus miembros. No es un cuadro agradable; no se parece en nada a lo que muestran los avisos.

        Amigos, tenemos un mensaje infinitamente mejor, acerca de  lo que realmente constituyen buenos momentos y buenas relaciones. Las amistades florecen cuando las personas llegan a conocerse, a comprenderse; no cuando se miran el uno al otro a través de las nieblas del alcohol. El alcohol nos anestesia, mata nuestras sensibilidades. Nos aísla en nuestro propio y reducido ambiente individual.

 Hay también otro elemento que une a los seres humanos. Se trata del espíritu del Dios viviente. “Y no os embriaguéis con vino, que conduce al desenfreno. Antes sed llenos del Espíritu. Hablad entre vosotros con salmos, himnos y canciones espirituales… (Efesios 5:18,19). El apóstol san Pablo presenta aquí la experiencia de estar llenos del Espíritu de Dios, como la alternativa preferible a la ebriedad. El Espíritu de Dios nos abre los ojos, enternece nuestro corazón e inspira un compañerismo gozoso, lleno de armonía. Así es como se produce un verdadero acercamiento entre los individuos.

        Los jóvenes necesitan con urgencia establecer buenas relaciones. Las mentiras acerca del alcohol, parecen más atractivas, precisamente, cuando ellos se sienten solos y rechazados; cuando no encuentran simpatía por ninguna parte, amenudo la encuentran en la bebida. Ayudemos a nuestros hijos a formar buenas relaciones. Proveamos para ellos una atmósfera social sana. En especial expongámoslos a los goces de la verdadera comunión cristiana. Necesitamos comunicarnos con el idioma de la gracia y la paz. En el hogar deben convivir la alegría, la cortesía y el amor; y donde residen estas virtudes, habrá felicidad y paz. Resplandezcan la paciencia, la gratitud y el amor en el corazón.

        El ser humano es el único ser vivo que destruye voluntariamente su salud con sustancias tóxicas. La nocividad del café, de las bebidas alcohólicas, y sobre todo del tabaco y las drogas, legales o ilegales, ha sido suficientemente demostrada. Si queremos tener una mente despierta y sana, debemos evitar cualquier sustancia que altere los delicados mecanismos de nuestro cerebro. La salud no es el resultado del azar, sino que depende  de nuestro estilo de vida. La mente afecta al cuerpo, y el cuerpo afecta a la mente. Dios considera el cuerpo un templo, y por lo tanto debemos mantenerlo limpio y sano. “¿O ignoráis que vuestro cuerpo  es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Corintios 6:19).

 Los ocho remedios naturales para una vida sana incluyen:
1) Alimentación saludable
2) Agua
3) Aire puro
4) Descanso
5) Abstinencia de tóxicos
6) El sol
7) El ejercicio físico
8) Buena disposición mental o confianza en Dios


 La alimentación es el hábito que más influye en nuestra salud, y debe estar basada en frutas, verduras y cereales integrales. Se debe mantener el peso dentro de valores ideales. El desayuno debe ser la principal comida, y la cena debe ser consumida temprano y ser liviana, masticando bien los alimentos. No comer entre horas y espaciar las comidas cada 5 horas aproximadamente. Hay que tomar 2 litros de agua al día, y hacer ejercicio al menos 3 veces a la semana durante media hora. Dormir unas 7 u 8 horas diarias.

En especial, el uso de la carne presenta inconvenientes como la contaminación bacteriana y parasitaria, el uso de hormonas, sedantes y antibióticos. La carne contiene una elevada proporción de grasa, la mayor parte de la cual está formada por ácidos grasos saturados. Los alimentos de origen animal, producen un aumento del colesterol sanguíneo. Una alimentación rica en carne y en sus derivados grasos, como los embutidos, así como los mariscos, es un factor causal muy importante en el aumento del colesterol y en la formación de arteriosclerosis. Otros alimentos de origen animal, como huevo, nata o crema y queso, también contribuyen a ello.

La forma como se prepara la comida, también es otro factor a considerar. La carne asada o a las brasas, contiene tanto benzopireno como en 600 cigarrillos, lo que puede producir diversos cánceres de estómago. No fue el plan de Dios que se comiera carne, pero después del diluvio, se autorizó a comer sólo algunas carnes. Se permitió  comer la carne de animales que tienen pezuña hendida y rumien. Los peces que tengan aletas y escamas y las aves que no sean de rapiña.

“Y esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero y a Jesucristo a quién tú has enviado” (Juan 17:3). ¿Qué es la vida eterna, la vida en la plenitud de su abundancia? Es conocer a Jesús. Él la ofrece gratuitamente a todos como un don, y además, nos permite experimentarla ahora mismo. Amigos, nuestros hijos necesita algo grande en sus vidas, a saber, ser capturados por Jesucristo. Necesitan algo más que un barniz de religión, si han de evitar de caer en el abismo del mal. Algo debe llenar el vacío y calmar el dolor de sus corazones. Nuestros hijos necesitan a Cristo. Con un amigo así, ellos pueden resistir las mentiras que el mundo les dice. Saben que tienen algo mucho mejor, algo que vale más que cualquier cosa. Comparados con él, todas las promesas que hace la industria del alcohol suenan a falso. No, esta droga no es para mí. La vida puede ser infinitamente mejor que eso. Llega a ser abundante en Cristo Jesús. Deseo con todo mi corazón, que cada uno de nosotros logre tener esa abundancia y compartirla con otros.




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