LECCIÓN 8: ¿QUÉ EXISTE DESPUÉS DE LA
MUERTE?
En el fondo del corazón humano,
existe una interrogante inconsciente:¿qué existe después de la muerte?
Queremos saber a dónde vamos cuando morimos. Para entender bien esto, tenemos
que recordar la creación del hombre. Dios hizo un muñeco de barro; el barro
es inerte, no tiene vida ni siente. “Entonces
Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz
aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Génesis 2:7). El texto
bíblico dice que cuando el soplo de vida entró en ese barro, el hombre vivió
y se convirtió en un alma viviente; un ser humano vivo.
La pregunta es ¿qué sucede cuando el
ser humano muere? “Y el polvo vuelva a
la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio” (Eclesiastés
12:7). El texto sagrado señala que en la muerte se produce el proceso
inverso de como fue creado el ser humano. El cuerpo vuelve a la tierra
nuevamente, es decir, se convierte en polvo o barro, y el espíritu o soplo de
vida, vuelve a Dios que lo dio.
Desde el punto de vista bíblico, alma
viviente es el ser humano viviente. No existe espíritu vagando por el
espacio. Antes de nacer, la persona no existía, y después de morir, la
persona deja de existir. No existen almas en pena llorando por allí o
atormentando a los que están vivos. “Porque
los que viven saben que han de morir, pero los muertos nada saben, ni tienen
más paga; porque su memoria es puesta en olvido” (Eclesiastés 9:5). Los
que están vivos, tú y yo, estamos conscientes de que estamos vivos y que
moriremos, pero los muertos no saben nada; ellos no están conscientes de
nada. “Todo lo que te viniere a la mano
para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el sepulcro, a donde vas, no
hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría” (Eclesiastés 9:10). O sea
que, cuando tenemos un ser querido vivo, todo lo que podamos hacer por él en
esta tierra, lo tenemos que hacer mientras está vivo; si tenemos padres
ancianos, tenemos que darles cariño, darles amor, darles atención, darles
cuidado, porque cuando ellos mueran, llevar flores al cementerio no va a
dejarlos ni más ni menos felices. Ahora, si tú quieres puedes llevarles
flores, pero no porque eso va a agradarle al difunto, pues eso te va hacer
sentir bien a ti, de que no has olvidado a ese ser amado, pero eso no lo va
hacer feliz a la persona que falleció, pues ella ya no tiene conciencia de
nada.
Cuando Jesús estuvo aquí en la
tierra, realizó la resurrección de Lázaro. Jesús dijo a sus discípulos: “Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para
despertarle. Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. Pero
Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del
reposar del sueño. Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto”
(Juan 11:11-14). Y esa tarde, cuando llegó a la casa de Lázaro y todos
lloraban porque había muerto, Jesús dijo: “Yo
soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”
(Juan 11:25). Esto nos enseña, que para Jesús la muerte es un sueño; el
dormir se caracteriza por un estado de inconciencia, y esto es precisamente
lo que ocurre con la muerte. Y así como uno duerme también despierta, también
despertarán algún día todos los que creyeron en Jesús, porque la vida es
Cristo. Si la persona muere en Cristo, duerme con la bendita esperanza de la
resurrección. Ahora, si una persona muere sin Cristo, entonces si es el caos,
la desesperación, porque ella no tiene esperanza.
Hoy día, el espacio invisible está
poblado de espíritus de demonios, que se hacen pasar por gente que ya falleció.
Así, el enemigo quiere engañar a las personas haciéndolas creer que todavía
viven. Dios dijo: “Mas del árbol de la
ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres,
ciertamente morirás” (Génesis 2:17).
En contraste con esta declaración, “la
serpiente antigua, que es el diablo y Satanás” (Apocalipsis 20:2),
estableció la primera mentira y el primer gran engaño, que es el fundamento
del espiritismo moderno: “Entonces la
serpiente dijo a la mujer: No moriréis” (Génesis 3:4). Hasta ahora se
escuchan los ecos de este engaño del padre de toda mentira, con el cual trajo
la caída de nuestros primeros padres. Para el espiritismo, la muerte no
existe; al morir tú te transformas, evolucionas o te reencarnas; tú espíritu
no muere nunca. Pero Dios nos dice lo contrario, que la muerte sí existe, y
representa la cesación de todas nuestras facultades.
La pregunta es: ¿hasta cuándo el ser
humano queda en la condición de polvo inconsciente descansando y soplo que
vuelve a Dios? Bueno, Marta, la hermana de Lázaro, respondió bien a esa
pregunta, al decir: “Yo sé que
resucitará en la resurrección, en el día postrero” (Juan 11: 24). Y Pablo
también señaló: “Tampoco queremos,
hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis
como los otros que no tienen esperanza” (1 Tesalonicenses 4:13). En esta
vida podemos perder muchos seres queridos, porque infelizmente entró el
pecado a este mundo, y el pecado trajo con él la muerte, las lágrimas, el
sufrimiento y las tragedias. Y si muere un ser querido tenemos todo el
derecho de llorar, pues somos seres humanos y amamos a personas en esta vida.
Pero nosotros los que tenemos la esperanza, no nos desesperamos, no
enloquecemos, no intentamos suicidarnos. Podemos llorar, pero lloramos con
esperanza; podemos sufrir, pero sabemos que el sufrimiento no dura toda la
vida, que mañana es otro día, que no todo está perdido, porque hay esperanza.
“Porque si creemos que Jesús murió y
resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él… Porque
el Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de
Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” (1
Tesalonicenses 4:14,16). ¡Que
noticia maravillosa! Si tú perdiste un ser querido, tienes que tener la
seguridad de algo que Dios te está prometiendo; que Dios despertará a la vida
a tus seres queridos que hayan muerto, y resucitarán en ocasión de la segunda
venida de Cristo a la tierra. Y tú los podrás tocar y abrazar, pues
resucitarán transformados, en completa salud. “Pues es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y
esto mortal se vista de inmortalidad” (1 Corintios 15:53). Allí sí no
habrá más muerte, porque viviremos con Jesús, que es la vida, para siempre.
Pero para experimentar esto, tendremos que vivir una vida de comunión diaria
con Jesús. Pero si tú mueres sin Cristo, entonces esta promesa no puede ser
para ti. Jesús está con los brazos abiertos diciendo: Hijos, yo soy la
persona vida; vengan a vivir en mis brazos. Y si tú vas a Jesús y vives con
él, no tienes que tener miedo de la muerte. Y a pesar que tú mueras en esta
tierra, puedes morir con la esperanza de que duermes hasta la venida de
Jesús.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario