La
segunda venida de Cristo es, indudablemente, la mayor esperanza de la
humanidad. La base bíblica para creer que Jesús volverá está en estos
versículos: “No se turbe vuestro
corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas
moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para
vosotros. Si me fuere y os preparare
lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy,
vosotros también estéis”( Juan 14:1-3).
La razón de ser del cristianismo es la segunda
venida de Cristo. La vida cristiana es una vida de comunión con Jesús.
Mientras Cristo no vuelva, nuestra comunión será, de cierta manera, una
comunión invisible, por la fe. Pero el Señor Jesús prometió que él vendrá por
segunda vez a la tierra, y esta esperanza le da razón de ser a la vida
cristiana.
Muchos piensan que Jesús ya vino; ya está en el mundo invisiblemente, y
que tenemos que mirarlo con los ojos de la fe. Pero la Biblia señala que su
venida será real y no simbólica; todos lo podremos ver y vendrá
personalmente, del mismo modo como se fue.
“Los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al
cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá
como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11). “He aquí que viene con las
nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de
la tierra harán lamentación por él. Sí, amén" (Apocalipsis 1:7). “Porque
como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así
será también la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:27).
Acontece que Jesús ya debería haber vuelto hace
mucho tiempo, y como él no vuelve, existe mucha gente que piensa que la
promesa nunca se cumplió y nunca se cumplirá. Pero eso también estaba
profetizado. “Sabiendo primero esto,
que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias
concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento?
Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen
así como desde el principio de la creación” (2 Pedro 3:3,4). “El Señor no
retarda su promesa, según algunos la
tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que
ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).
Evidentemente ya no tenemos mucho tiempo para esperar. Las señales de
la venida de Cristo se han cumplido y se están cumpliendo de manera
extraordinaria. “E inmediatamente
después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna
no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de
los cielos serán conmovidas” (Mateo 24:29). El 19 de mayo de 1780, en los
Estados Unidos, el sol se oscureció a las 9 de la mañana. Quedó como una
noche oscura el día. Fue el cumplimiento de esta profecía. El 13 de noviembre
de 1833, también en los Estados Unidos, las estrellas cayeron como una lluvia
infinita de meteoritos. Otra de las profecías cumplidas.
También se profetizaron terremotos y a medida
que el fin se aproxime, más y más seremos testigos de tragedias en medio de
la naturaleza. Se profetizan guerras; hace muchos años que el mundo no vive
en paz. El Sida está acabando con la humanidad. El mundo tiene gente que
muere de hambre. Hoy en día tenemos miedo de las personas en la calle. No
sabemos quién es un asaltante; la violencia anda suelta. Todo esto es evidencia de que Cristo está
próximo a volver. “Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis,
porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se
levantará nación contra nación y reino contra reino; y habrá pestes, y
hambres, y terremotos en diferentes lugares” (Mateo 24:6,7).
Pero qué cosa más maravillosa; este mundo en que
vivimos, en el que pasamos hambre, dolor y muerte; en el que muchas veces
tenemos que enterrar a nuestros seres más queridos, a nuestros propios hijos,
que tenemos que enfrentar dificultades y a veces nos preguntamos: “Señor,
¿hasta cuándo?” Jesús dice: “Hijo, espera un poco. Aquí están las evidencias
y las señales. Mi segunda venida no va a demorar”. Y cuando el Hijo del
Hombre aparezca en el cielo, sus ángeles saldrán para juntar a sus escogidos.
Aquellos que vivieron una vida de comunión con Jesús por la fe, sin poder
tocarlo, entonces sí podrán tocarlo y
abrazarlo personalmente. Además, el verdadero Cristo será visto por todo el
mundo en un segundo. “He aquí que viene
con las nubes, y todo ojo le verá…” (Apocalipsis 1:7).
“Mas como en los días de Noé, así
será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio
estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en
que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los
llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:
37-39). Cuando
Jesús vuelva no habrá nada extraordinario. La vida cotidiana de las personas
continuará como siempre. La gente estará trabajando, vendiendo, comprando,
algunos divirtiéndose o viajando, hasta que de repente, aparecerá la señal
del Hijo del Hombre viniendo en las nubes, para recompensar a cada uno según
sea su obra. Entonces ya será demasiado tarde; la oportunidad habrá pasado. Ya no habrá más arrepentimiento.
Pero hoy día estamos viviendo el tiempo en que debemos conocer y aceptar el
plan de salvación.
El día del Señor vendrá, así como ladrón en la noche” (1 Tesalonicenses
5:2).
Hoy día hay mucha gente que piensa que Jesús no va a volver todavía, así
permiten que los afanes de esta vida los distraigan de su preparación para
ese día. Por eso, se señala que la venida de Jesús será en forma sorpresiva,
inesperada, repentina, como es la llegada de un ladrón en la noche, cuando
todos duermen. Cuando tú menos lo pienses, es allí cuando Jesús va a
aparecer. Por eso, estamos viviendo en los momentos más solemnes de la
historia de este mundo, y mucha gente no lo sabe. Dios reunirá a sus escogidos
y yo quisiera que tú seas uno de ellos. Que hayas vivido en esta vida, una
vida de comunión con Jesús, y cuando Cristo vuelva, no estés en el grupo que
correrá desesperado para esconderse, sino que estés en el grupo de aquellos
que levantarán las manos al cielo y dirán: “He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará;
éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su
salvación” (Isaías 25:9).
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