LECCIÓN 12: ¿CUÁL ES EL PAPEL DEL
DIEZMO EN LA VIDA DEL CRISTIANO?
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El objetivo de esta lección, es
obtener la bendición de Dios y la prosperidad económica. “Mas ¡ay de vosotros, fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y
toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios. Esto os era
necesario hacer, sin dejar aquello” (Lucas 11:42). La vida del cristiano
tiene que ver con todas las áreas de la experiencia humana. Tiene que ver con
nuestro tiempo, nuestros talentos, nuestro cuerpo y las posesiones que
tenemos.
Cuando
Dios estableció el diezmo en la creación, él tenía un propósito. Dios le dijo
a Adán que todo lo que él veía a su alrededor, las tierras, los árboles, los
frutos, todo es mío. Pero yo sé que para que tú puedas vivir, necesitas de
esas cosas; entonces te voy a prestar. Todo esto que yo crié y me pertenece,
te voy a prestar. “Del Señor es la
tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan” (Salmos 24:1). “‘Mía
es la plata, mío es el oro’, dice el Señor Todopoderoso” (Hageo 2:8). “Si
yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; porque mío es el mundo y su plenitud”
(Salmos 50:12). Pero yo sé, dijo Dios, que a medida que el tiempo pase,
tú vas a tener la tentación de pensar que todo es tuyo. Entonces, para que tú
nunca te olvides que todo lo que yo crié es mío y sólo te lo estoy prestando,
vamos a establecer un pacto. Tú puedes usar el 90% de todo lo que yo te di,
pero el 10% va a ser para mí. “Y Dios,
el Señor, mandó al hombre: ‘Puedes comer de todo árbol del huerto, pero del
árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás. El día que comas de él,
de cierto morirás’” (Génesis 2:16,17). Dios se reservó un árbol y les
advirtió a la pareja del Edén, que si ellos tocaban ese árbol, significaría
que ellos se estaban haciendo dueños de todo lo que Dios creó. Ese árbol
representaba la lealtad a Dios.
Infelizmente, Adán y Eva tocaron el
árbol y fueron expulsados del Edén. Ya no había árbol prohibido, pero el
pacto continuaba. Y ahora, la señal de lealtad sería el diezmo. La décima
parte de todo lo que Dios nos da, será reservado para Dios. “Y Jacob hizo un voto. Dijo: ‘Si Dios va
conmigo, y me guarda en este viaje, y me da pan para comer y vestido para
vestir, y si vuelvo en paz a casa de mi padre, el Señor será mi Dios. Y esta
piedra que he puesto por señal, será casa de Dios. Y de todo lo que me des,
sin falta el diezmo lo apartaré para ti’” (Génesis 28:20-22). Allí está
el pacto de Dios con el hombre. Dios nos dice: “Hijo, todo lo que tú tienes
es mío; el auto, la casa, la ropa, el sueldo que tú recibes, el cuerpo que
eres, las fuerzas tienes, los talentos con que fuiste dotado y hasta el
tiempo de que dispones. Pero yo te presto todo eso, porque tú necesitas todo
aquello para vivir. Ahora, yo sé que a medida que el tiempo pasa, tú vas a
tener la tentación de pensar que tú eres el dueño, y para que tú nunca
olvides que yo soy el dueño, vamos a hacer un pacto, y tú me vas a devolver
el 10% de todo lo que yo te presté. Así, yo sabré que tú estás reconociendo
que yo soy el dueño. Si algo te llegare a faltar, ven a mí, porque yo soy el
dueño de todo y probadme ahora en esto. Yo soy el propietario, y tú, mi
administrador y socio. Te recompensaré con creces”.
Para devolver el diezmo, tú no tienes
que esperar a ver si es que algo te sobra, sino que, en primer lugar, tú
tienes que separar lo que es de Dios, y después, con lo que te sobra tienes
que vivir. El diezmo se usa exclusivamente para la manutención del ministerio
pastoral y para la predicación de la Palabra de Dios. Las ofrendas
voluntarias son aparte, y se destinan para los gastos de la iglesia local. No
se realizan juegos de azar para financiar a la iglesia. Todos los pastores
reciben la misma cantidad de dinero para vivir, adecuándose al costo de vida
de cada lugar. Es cierto que en otras iglesias esto no es así, pero en la
Iglesia Adventista, existe una administración sabia, prudente y equilibrada.
Los líderes de la obra, rinden cuenta de lo que hacen con el dinero cada año
a una comisión administrativa, y cada cierto tiempo, a la iglesia toda. Si algún líder usa mal el dinero, como ser
humano que es, es posible que ocurra, este líder dará cuenta a Dios, pero eso
no es disculpa para que yo deje de cumplir con el pacto que Dios estableció
conmigo. El diezmo no se da, porque no es nuestro, el diezmo se devuelve a
Dios. El diezmo es sagrado, y a través de él, Dios quiere sacar de nosotros
el egoísmo y la codicia, y que aprendamos a amar como Dios nos amó y dio a su Hijo por nosotros;
y al hacer esto, dio todo el cielo en un don.
Consejos bíblicos de administración
financiera: Hay cuatro fuentes de generación de riqueza: a) los recursos
naturales, b) el trabajo, c) la habilidad empresarial y d) el capital.
Teniendo esto en cuenta:
1. Viva por debajo de sus ingresos: “No muchos días después, el hijo menor
juntó todo y se fue a un país lejano. Y allá desperdició sus bienes viviendo
perdidamente” (Lucas 15:13). Lo contrario de pródigo, hiperconsumo o
despilfarro, es ser frugal o austero, y este es el estilo de vida de las
personas prósperas y de un cristiano
responsable. Es un comportamiento que se caracteriza por la economía en el
uso de los recursos. Ser frugal es la piedra angular de la creación de
riqueza, e implica gastar menos de lo que ganamos, es decir, ahorro y no
deudas.
2.
Administre su tiempo, energía y dinero con eficiencia: “Quien de vosotros, queriendo edificar una
torre, no se sienta primero a calcular el costo y ver si tiene lo que
necesita para terminarla” (Lucas 14:28). La eficiencia es uno de los
componentes más importantes de la creación de riqueza. Planifique bien sus
inversiones, ya que esto tiene directa relación con la prosperidad
financiera. Llevar adelante una casa sin presupuesto, es como manejar una
empresa sin un plan, sin objetivos y sin dirección. Asesórese bien,
rodeándose de un buen equipo de trabajo. Haga un cálculo simple de sus
ingresos y de sus gastos mensuales. Tenga una agenda que le permita
planificar sus actividades y su presupuesto.
3.
Considere la independencia económica como algo más importante que ostentar
un nivel social alto: “La bendición
de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella” (Proverbios
10:22). Si su motivación de ganar dinero es gastarlo en lujos, nunca
conseguirá seguridad financiera. El dinero no debe cambiar nunca nuestros
valores. Si usted adquiere un objeto con estatus, como por ejemplo un auto de
lujo, tendrá que gastar más para sostener ese estatus, como por ejemplo, más
gastos en impuestos, repuestos del vehículo, alarmas, seguros, etc. Esto
altera nuestro estilo de vida. Considere cada gasto en términos de
productividad. No tratemos de vender una imagen de lo que no somos, para
ocultar deficiencias del carácter.
4. Elija la ocupación indicada: “A unos dio cinco talentos, y a otro dos,
y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos”
(Mateo 25:15). En general, la mayoría de las profesiones autónomas, como
médicos, abogados, ingenieros, arquitectos, contadores o dentistas, son de alta rentabilidad; pero también,
otras profesiones u oficios, si se desempeñan con excelencia, pueden ser muy
bien remuneradas. El talento es un don de Dios que debe ser desarrollado.
Todos tenemos algo que podemos hacer bien, que nos gusta hacer, y que otros
están dispuestos a pagar para que nosotros lo hagamos. Allí está nuestra
vocación.
5.
Orar a Dios: “Pedid, y se os
dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mateo 7:7). Todas
nuestras peticiones deben ser dirigidas a Dios con fe, y él promete suplir
nuestras necesidades.
6. Vivir con
integridad:
“Joven fui y he envejecido, y no he
visto justo desamparado, ni a sus hijos mendigar el pan” (Salmos 37:25). Trabajar
honradamente, sirviendo al prójimo con amor, respetando los principios
divinos en el trabajo y en el hogar.
7.
Poner a Dios en primer lugar: “Mas
buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas” (Mateo 6:33). Dios nos bendice no solo en lo económico,
sino también en la salud, la felicidad familiar, en la realización personal y profesional, si somos fieles a él y le
damos la prioridad en nuestras vidas.
8. Ser solidario y generoso en dar
ofrendas: “Unos dan a manos llenas,
y reciben más de lo que dan; otros ni sus deudas pagan, y acaban en la
miseria. El que es generoso prospera; el que reanima será reanimado”
(Proverbios 11:24,25). Ayudar al necesitado y al avance de la obra de
Dios, hace de este mundo un mejor lugar para vivir, y así, edificamos nuestro
carácter haciendo tesoros en el cielo, porque donde este nuestro tesoro, allí
estará también nuestro corazón.
9.
Devolver el diezmo: “Traed todo
el diezmo a la tesorería, y haya alimento en mi casa. Y probadme en esto
–dice el Señor Todopoderoso-, a ver si no abro las ventanas del cielo y vacío
sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10). Amigos queridos, Dios providenció para ti
bendiciones abundantes. Están preparadas allí para ti. El oro y la plata son
de Dios; el mundo entero y sus posesiones son de Dios. Demándamelo dice él.
Pero antes de usufructuar de los privilegios que Dios te da, debes ser
consciente de tu responsabilidad de reconocer que todo lo que existe en este
mundo es de Dios. Y que todo lo que tú tienes, sea poco o sea mucho, le
pertenece. Esto se hace no con palabras, sino con hechos, devolviéndole a
Dios el diezmo. Así demostramos nuestra lealtad a Dios, y que nuestra
confianza y fe no está puesta en el dinero, sino en Dios. Que no es el dinero
lo que nos mueve a actuar, sino el amor. Cuando tú devuelvas el diezmo,
entonces podrás contar a las personas, las grandes bendiciones que Dios
preparó para ti. Que Dios prospere tu familia; prospere las obras de tus
manos y tu trabajo. Que Dios te bendiga.
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